Capítulo 5: De la comprensión nacen los sentimientos

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Frustración

Las horas habían pasado, pero para Meliodas el tiempo se había congelado, no podía creerlo, Elizabeth había elegido irse con ese maldito pordiosero que quedarse a su lado, cómo era eso posible, después de milenos de mantener una amor fuerte y puro, luego de haber pasado, por tanto, un total desconocido llegó de la nada y se la robó; eso era simplemente imposible. El antiguo capitán de los siete pecados capitales nunca en todos sus siglos de vida se había sentido tan frustrado y desesperado, quería gritar, llorar, explotar pero no podía su mente y corazón eran un cúmulo de emociones encontradas, no tenían ni pies ni cabeza, pero de lo que si estaba seguro era de algo, odiaba a ese tipo que le acababa de robar el corazón de su amada diosa, así que iría en busca de él, de ese maldito vagabundo y lo mataría, así recuperaría a su amor verdadero, sí eso haría, pero cuando estaba por tomar su espada rota e ir en busca del bastado cabeza de palmera una voz rompió su concentración.

· Oye puerco deja de perder el tiempo, ¿qué no ves que estamos vacíos de cerveza? – su fuel amigo, el cerdito parlante Hawk aparecía en escena.

· Ah, Hawk, eres tú – respondía el rubio de ojos verdes sin entender por completo lo que sucedía.

· Pues claro que soy yo, ¿a quién esperabas? ¿al hada de los dientes? – el tono sarcástico del animalito denotaba molestia, al parecer había estado llamando a su socio por un buen rato sin recibir respuesta.

· ¿Qué hora es? – preguntaba desorientado el tabernero.

· Son casi la nueve, ya es hora de abrir o en este caso de irnos, necesitamos licor y no tenemos ni una gota, debemos ir a comprarlo de inmediato – el puerquito rosa seguía molesto.

· Eso quiere decir que, estuve toda la noche perdido en mis pensamientos – el ex caballero no salía de su asombro.

· Si cabeza hueca, estuviste toda la noche balbuceando no sé qué tantas cosas – al parecer el escándalo de Meliodas no dejó dormir a su compañero.

· Tienes razón, levantemos el lugar y vayamos a Vernia, necesitamos comprar cerveza, vámos ya.

Cercanías de Vernia

Elizabeth estaba acostada sobre el césped, la chica había dormido por primera vez en su vida en la intemperie y pese a lo que se pudiera pensar, no la paso tan mal, a decir verdad, la noche fue muy placentera, el clima fue muy benévolo con ella, incluso se podría decir que había tenido el sueño más placentero y recuperador de toda su vida. La doncella de largos cabellos plateados estaba recostada en posición fetal y su cabeza estaba apoyada sobre un montón de ropas naranjas y azules maltratadas en forma de almohada; de repente un exquisito aroma llegaba hasta la nariz de la hermosa Eli, olía como si algo se estuviera cocinando a las brazas, el delicioso olor estaba cerca por lo tanto la señorita se puso de pie tan rápido como pudo y fue caminando aun somnolienta hasta el lugar de donde procedía ese olor.

Luego de dar unos cuantos pasos, Elizabeth contempló algo que la dejó totalmente sorprendida, un enorme pez estaba clavado en una gran estaca y se estaba asando lentamente, pero no era todo, a su lado se encontraban dos fogatas semejantes pero cada una con un jabalí en el mismo estado. Entonces la princesa volteó su mirada y vio a su compañero, Goku; el azabache estaba sentado en posición de zen, estaba completamente en silencio, su calma era asombrosa, su concentración magistral, la chica pensó que él no la notaria, pero en cuanto estaba por alejarse de la escena se escuchó la voz del guerrero que decía.

· Veo que ya te has levantado. ¿Cómo dormiste? – el saiyajin estaba completamente atento a su alrededor.

· Pero, ¿cómo fue que me notaste? – basta decir que la noble mujer quedó muy impresionada.

La diosa y el guerrero del otro mundo la leyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora