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Estando a nada de distancia siente que todavía la espera continúa. Claro, no podía ser sencillo y esperar que Taemin simplemente llegara a tirarse a sus brazos y llorar a moco tendido. Su mente, definitivamente, todavía esperaba que alguna vez fuera fácil para él, bueno, para Taemin también.

No puede darle el abrazo que estuvo guardando y preparando para él. Sus brazos pican por envolverle y no soltarle. Sin embargo, debe meter algunas maletas y asegurarse de que Taemin baje esos altos muros que siempre pone para que nadie más pueda verlo, a veces ni siquiera él. Mientras le dejara la abertura, la más mínima, podría intentarlo.

—No cené —comenta casual mientras se quita el abrigo y lo cuelga en el perchero como si nada.

—Se puede solucionar —se dirige a la cocina de inmediato, ignorando sus propias necesidades y deseos, porque esas horas que pasaron desde que hablaron, parecían años—. Tengo algo de kimchi por ahí, dame un momento.

—Iré a lavarme las manos.

Tiene la cabeza llena de ideas poco productivas, porque sólo lo atormentan y él sabe que no puede bajar la guardia. El tsunami pronto golpearía. Emociones en un vaivén desesperante todas queriendo posicionarse como primeras. La sensación extraña de que parece una de esas noches comunes en las que Taemin solía visitarle y pasar el fin de semana, empieza a carcomer su paciencia.

Ahora comprende por qué algunas personas se muerden las uñas. Un acto simplemente asqueroso, pero que empieza a parecerle necesario.

—¿Qué tal el viaje?

Sinceramente se felicita internamente por poder preguntar algo coherente, aunque podría haber preguntado algo más importante. Pero todavía hay paredes que parecen excesivamente altas; no paredes, montañas y planetas enteros unos sobre otros que los separan, aunque están juntos en el mismo departamento. Esta vez tocaba ser mucho más paciente, mucho. Y ¿qué más podía hacer, de todos modos?

—En realidad fue rápido. Me llevaron donde mis padres, pero...

Ante el silencio prolongado se voltea a verlo y Taemin tiene la mirada perdida y la preocupación aflorando en su rostro.

—¿Pero...?

Al menos debía lograr que coma un poco. Estando en el ejército, puede entender cómo cambiaron sus horarios y hábitos. Y mientras intenta que él hable y supere sus propias barreras, espera ser lo suficiente, lo que Taemin necesite para recomponerse.

—Me llevaron allí sin preguntarme, así que les pedí que me trajeran aquí — se encoje de hombros como si no fuera importante.

—Pensé que no vendrías —confiesa mirándole con culpa—; dudé.

—No deberías.

Taemin le mira regañándole con la mirada, frunciendo el ceño y haciendo un puchero mostrándole lo molesto que está por la poca confianza.

—Lo siento.

Taemin suspira suavizando su expresión. Minho cree que es suficiente para saber que fue perdonado, porque fue honesto. Taemin sabía reconocer los detalles, a veces, claro está. Y qué bien que fuera en un momento así de importante, y no en una pelea por detalles idiotas en celebraciones de cumpleaños o aniversarios ñoños.

El sonido del filete cociéndose en la sartén es reconfortante. El vapor de la olla en la que calienta un poco de arroz hace que la tensión del ambiente se suavice, es tan cálido como la expresión de Taemin. Está apoyando el brazo en la isla de la cocina, la cara acunada en su mano, mirando atentamente cada movimiento que su amante realiza para mimarle.

Siente la mirada atenta. Le echa una mirada y el rabillo de sus labios se eleva un poco, como un acto reflejo. Sí.

—Minho.

No puede disimular que le sorprende que lo llame por su nombre, sin ningún acompañamiento ni nada. Los nervios lo traicionan y derrama el té que estuvo preparando tan diligentemente para él. Taemin no siempre le llama por su nombre de pila, en realidad, le sobrarían los dedos de las manos si contara en número de veces que lo llamó así y tan suavecito.

—Toma, mientras la comida se calienta.

Taemin recibe la taza y sonríe mirándole todavía fijamente. Minho no se siente observado. La sensación cálida de ser reconocido como parte de ese lugar en que quisieran quedarse por siempre, le reconforta el corazón. Taemin no es bueno hablando, pero sus ojos dicen mucho. Solía decir menos palabras cuando se trata de cosas sumamente importantes, porque teme equivocarse y no poder transmitir lo que realmente siente o piensa.

Minho alarga la mano y con el dorso acaricia suave y fugazmente las bonitas mejillas sonrosadas por el frío del invierno. Taemin sonríe un poquito mientras sopla para enfriar el té.

—Extrañé el aroma del kimchi y la carne asada.

Minho tiene ganas de decirle que cree que es la misma que sirven en el ejército, pero comprende a qué se refiere. No es como que él fuera el mejor cocinero ni nada, pero sabiendo que Taemin es amante de la comida, sobre todo la carne, pues tuvo que aprender un poco, sólo un poco con su madre para contentarle de vez en cuando.

—Creo que yo también lo hice en su momento —Minho se apoya en la encimera de la cocina cruzándose de brazos—. Se me quedó aún lo de la leche.

Taemin ríe y Minho lo adora riéndose con él, o de él. No importaba, en absoluto.

—Te extrañé.

Son tan sólo un par de palabras que normalmente se dicen mucho entre las parejas, incluso si no se ven un par de horas en el día. Ellos no son de ese modo. Minho lo es. Se lo dice, derrite su cariño como chocolate bañando el corazón algo lento de su amante, endulzándole. Taemin le dice ridículo, pero luego le roba un beso o dos.

—¡Oh! —Minho sonríe de costado— ¡Guau!

Ambos ríen. Las mejillas se sonrosan, pero prefieren pensar que es por el frío del crudo invierno. Minho suele quedarse sin palabras cuando escucha ese tipo de cosas, cosas que son normales, pero no tanto para su amante. Sinceramente, no esperó escucharle decir aquello. No esperaba nada de lo que estaba ocurriendo, en realidad. Tal vez más adelante. Debía disfrutar este momento.

—Sírvete a ti también, Minho —el nombrado siente como si algo explotara en su pecho y pronto toda su casa estaría salpicada con mariposas estúpidas por su pared, sólo porque su nombre sin más fue pronunciado de ese modo tan dulce y suave—, acompáñame.

Asiente sin voltearse, porque siente su cara completamente roja. Está ardiendo de vergüenza y una extraña calidez que parece pólvora. Todo en él lo es, Taemin es la chispa, Minho es completamente inflamable.

Mientras comparten el filete, el kimchi y el arroz la charla sobre el trabajo de Minho es el tema central. Taemin pregunta y pregunta. Minho le sigue la corriente, sabiendo que tanta preguntadera, en realidad, es un escape, porque no quiere afrontar una charla abierta del porqué está ahí.

—¿Quieres darte una ducha?

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Lo prometido cumplido! Nos leemos mañana!

Gracias por leer <3

BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora