Ethereal love | Adam

純正|Paradisus

La palabra paraíso procede del griego παράδεισος, paradeisos (en latín paradisus)

Durante el transcurso del ciclo lunar, las Potestades; los Celestiales a cargo de velar por el bien de todas y cada una de sus creaciones. Se ofrecieron a cuidar del mortal, en lugar de la Deidad.

Pese al ofrecimiento, y la constante insistencia por parte de las Potestades, la Deidad siguió cuidando diligentemente de Adam. Quien, a pesar de mostrarse indiferente ante la situación, en realidad disfrutaba de la compañía de la Madre de todo. Aún cuando la pelinegra pasaba la mayor parte del tiempo atendiendo sus responsabilidades en la habitación que se le había concedido a él.

-¿Y eso?-murmuro el mortal, quien ahora recargaba su cabeza en el hombro de la deidad. Un gesto al cual ella no se mostró reacia, sino todo lo contrario

Después de todo a pesar de ser él, producto de su creación, lo trataba como a un igual; por ello es que no veía inconveniente, en referirse de manera informal a ella e incluso tener ese tipo de acercamientos con la Deidad.

Algo que en verdad la Celestial apreciaba en silencio; ya que aún cuando no lo dijera a viva voz, en verdad disfrutaba de ser tratada con tanta familiaridad tanto por los Celestiales como por el mortal.

-Es...-hizo una breve pausa- un nuevo proyecto-añadió antes de mostrarle la hoja de papel en la cual estuvo trabajando- ¿que te parece?

-¿Qué se supone que es?-se atrevió a interrogar el mortal, quien a pesar de haberle dado la vuelta a aquella hoja, no lograba descifrar que es lo que se suponía que había plasmado en ella la ojiverde

-Es...difícil de explicar...-murmuro torpemente la Celestial. Provocando un gesto de confusión en el mortal

-...

-Bueno...es una especie de...-comenzaría a explicarle la Celestial conforme seguía realizando pequeños pero precisos trazos en aquella hoja, y una vez concluyo con su explicación le dirigió la mirada al mortal-¿Qué opinas?

-Tierra...-hizo una pequeña pausa, para así darle un último vistazo a aquella hoja de papel -Es...una idea bastante...interesante-admitió el rubio, conforme una pequeña y casi inexistente sonrisa se dibujaba en la comisura de sus labios

Lo que resultó comenzar con una charla trivial, terminó por convertirse en una floreciente amistad; y con el transcurso de los días, tanto la Deidad como el mortal lograron no sólo encontrar a un acompañante el uno en el otro, sino a un amigo...

-¿Quieres intentarlo de nuevo? - cuestiono la de cabellos oscuros dando así un paso hacia atrás para darle suficiente espacio al mortal, como para ponerse en pie

-Si-afirmo el de cabellos rubios una vez que logro tomar asiento en la orilla de la cama

-Bien...-susurro la ojiverde, quien ahora le ofrecía su mano para así ayudarlo a levantarse; un gesto que fue gustosamente aceptado por el ojiazulado

Una vez que estuvo de pie el mortal pudo ser testigo de cómo es que sus extremidades comenzaron a temblar ligeramente; al igual que la última vez que intento caminar.

-¿Estas seguro de que quieres hacer esto?-lo interrogo nuevamente la pelinegra

-Si...-hizo una breve pausa-Lo estoy-afirmo aún con la mirada gacha, fija en su tobillo; el cual tras dos semanas y media de reposo había sanado. O eso es lo que le habían dicho Simeon y su Excelencia

Una vez dada por concluida aquella conversación el mortal y la divinidad dieron un breve recorrido por la habitación; un recorrido que terminó por alargarse hasta los corredores del palacio y finalmente hasta los jardines.

Todo esto a pedido de Adam; quien le aseguró en todo momento a la Deidad que, de sentirse cansado, o incluso adolorido se lo haría saber inmediatamente.

-¿De verdad, tu creaste todo eso?-cuestiono el mortal, quien ahora tomaba asiento en el césped junto a la Deidad en el jardín principal. Dándole así a ambos una perfecta vista a la "ciudad dorada"

-Así es-afirmó la pelinegra con una ligera pizca de entusiasmo en su tono de voz

-Es...-hizo una breve pausa, intentando encontrar las palabras adecuadas como para elogiar tan extraordinariamente bello paisaje

-Hermoso...-susurro finalmente la ojiverde recibiendo un asentimiento por parte del mortal en señal de aprobación

Conforme aquella conversación se desarrollaba entre el mortal y la deidad, el rey de los astros comenzó a ocultarse en el horizonte embelleciendo aun más el paisaje que ambos contemplaban.

-Su excelencia...

-¿Si?

- ¿Qué es ese lugar? -inquirió el mortal señalando así, la vasta área verde que se encontraba a las afueras de la ciudad

-Mmm...-hizo una breve pausa, como si estuviera pensando con gran detenimiento en lo que iba a decir a continuación-Supongo que podría decirse, que es mi jardín...

- ¿Un jardín?...

Por más que el mortal espero una respuesta a su nueva incógnita no recibió respuesta alguna por parte de la Celestial. Quien parecía verse absorta en sus pensamientos, o más bien; en el extraordinariamente bello paisaje que su creación tenía para ofrecerle.

Pero si se era lo suficientemente observador, cualquiera podría haberse percatado que su vista no estaba fija en la ciudad; sino en el jardín del edén, mas específicamente en la copa de un árbol que se alzaba por encima de todas las demás; para ser precisos la de un manzano...

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¡Hasta aquí el capitulo de hoy!

Espero que haya sido de su agrado
🌟 Si asi denle estrellita 🌟
Eso me ayudaría un monton