Cuando Anahí terminó de ayudar a Betty Lou a preparar sándwiches para un picnic, fue a buscar a Alfonso a su despacho. Él estaba ocupado haciendo una lista de las cosas que quería que hiciera su capataz la semana siguiente, en la que él estaría trabajando con ella en un rodeo en Oklahoma. No habían tenido oportunidad de hablar de lo sucedido la noche anterior, pero después de contarle lo de su agresión, ella había pensado mucho y había unas cuantas cosas de las que quería hablarle antes de que salieran del rancho Cañón Azul.
La puerta del despacho estaba abierta. Llamó con los nudillos y entró.
–Alfonso, acabo de ayudar a Betty Lou a preparar un almuerzo para nosotros. ¿Tienes tiempo de ir al cañón para otro picnic?
–Me parece una idea estupenda –dijo él con una sonrisa. Se levantó, tomó un papel del escritorio y se acercó a ella–. Tengo que darle esta lista de reparaciones al capataz y aprovecharé para ensillar los caballos –su expresión se volvió seria–. No he querido preguntártelo esta mañana delante de Betty Lou,
¿pero te sientes mejor?
Su interés la conmovió.
–Estoy bien –respondió–. Parece que contarle por fin a alguien lo que pasó ha tenido un efecto catártico para mí.
Alfonso frunció el ceño.
–¿No se lo habías dicho a nadie? ¿Por qué no denunciaste la agresión?
–Porque solo quería olvidar que esa noche había existido y porque no estaba segura de que me creyeran, teniendo en cuenta que yo había salido con él.
Alfonso la rodeó con sus brazos y la estrechó contra su amplio pecho en un abrazo reconfortante.
–No tendrías que haber llevado esa carga sola durante años.
–Supongo que estaba... avergonzada por haber sido tan ingenua –ella lo abrazó a su vez.
–Tú no hiciste nada de lo que avergonzarte –dijo él–. No fue culpa tuya y no debes pensar que lo fue.
Ella se encogió de hombros y caminó con él en dirección a la cocina.
–Supongo que tienes razón.
–Claro que la tengo –respondió él con vehemencia–. Ahora guarda el almuerzo en las alforjas mientras yo ensillo los caballos y nos vemos en el establo.
Una hora después bajaban de los caballos junto al arroyo pequeño del fondo del cañón. Anahí tenía la sensación de haber pasado un hito en su vida. Y confiaba en que Alfonso apoyara su decisión y quisiera ayudarla todavía.
–Este sitio me pareció un lugar agradable la última vez –dijo él. Extendió la manta en el mismo lugar donde habían almorzado un par de días antes.
–Me encanta que los árboles estén empezando a cambiar los colores – murmuró ella. Miró las hojas doradas de los álamos–. Creo que el otoño es la estación más bonita del año.
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NOCHES APASIONADAS
Fanfiction[ACLARACIÓN: ESTA HISTORIA ES UNA ADAPCIÓN, TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS A SU AUTORA ORIGINAL] ¿Para qué están los amigos? Anahí Puente deseaba un hijo más que nada en el mundo. Lo que no quería era un marido. Por suerte, Alfonso herrera, su mejor...