¿Ese hombre...?

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Ambos caminábamos lentamente por el bosque, numerosos árboles se adentraban en nuestro camino y nos cubrían del luminoso día. Siempre he odiado los días soleados, que los rayos solares te lleguen al rostro y te cieguen temporalmente, tener que mirar hacia abajo durante todo tu camino, realmente odio el verano. Voltee a ver a Gyomei, y el se veía sorprendentemente feliz, le sonreía al cielo, supongo que no tendría que preocuparse tanto por el sol, ni siquiera lo veía. Me pregunté "¿Cómo alguien puede disfrutar los infernales días de verano?" Mi respuesta estaba frente a mi, él se veía fresco como si fuera un día templado, sin embargo, mi rostro estaba empapado de sudor y la ropa se me pegaba al cuerpo, éramos opuestos en todos los sentidos.

Lo veía tan perfecto, como si fuera un ser de luz y alegría que iluminaba mis días de una manera sorprendente, era como un ángel.
Creo que mi mirada en él fue muy obvia, porque al poco tiempo Gyomei bajo la cabeza hacia mi, me sonrió y luego hablo en una voz calmada

-¿Pasa algo Sanemi?

No respondí, solo me lo quedé mirando, observando cada facción de su rostro y cada expresión, no podía creer que admirara a alguien que ni siquiera compartiera gustos y preferencias conmigo.

-Sanemi, ¿Estás bien?-Se inclinó hacia mi, puso su mano en mi frente y parecía que medía mi temperatura.
-¡Estás ardiendo! Podemos volver ahora si es lo que deseas...

-¿Qué? Estoy bien, solo tengo calor y ya...-Le respondí fríamente.

-Si ese es el caso, deberíamos sentarnos en la sombra o te desmayarás.

-Habló enserio, no es necesario...

Estaba dispuesto a negarme a cualquier solución que Gyomei me diera ya que sabía que realmente no estaba enfermo, solo enamorado.
El me miró por unos segundos, se agachó y repentinamente coloco sus manos en mi cintura, eran tan grandes que rodeaban mi cuerpo completamente, sentí que mis pies habían dejado de sentir el suelo y pataleé al darme cuenta que su objetivo era cargarme.

-¿Qué carajo estás haciendo? ¡No bromeo, quiero que me bajes!-Reproche, sentí mi rostro y cuerpo calentarse aún más a medida de que los segundos pasaban, su agarre en mí se hizo más fuerte. Me miró con una expresión seria y habló casi susurrando.

-Tranquilízate, o te llevaré de regreso.

Nunca lo había visto con una mirada tan fulminante, en especial en mi, el solía tener la misma mirada pasiva y gentil en sus ojos siempre que lo miraba, pero esta vez era como si el quisiera intimidarme, y lo estaba logrando.

-Ya... Ya estoy tranquilo, ¿De acuerdo? Ahora bájame.-

Lentamente, el me bajó y me alivie ya que creí que eso me quitaría la vergüenza, como si aquella acción me haría olvidar el hecho de que el me había cargado como un niño haciendo una rabieta, ridículo.

-¿Aún puedo llevarte al restaurante a almorzar?-Él preguntó inocentemente.

-¿Tengo opción?-Replique.

-Probablemente no, soy insistente-Dijo el con una expresión ligeramente burlona.

Caminamos por unos minutos más, hasta que a lo lejos vi un pequeño restaurante con colores neutros, no era la definición de elegante y estaba bien por mi, lo extravagante no es lo mío. El paso de Gyomei se aceleró aunque no demasiado, se veía emocionado de entrar a aquel lugar y parecía un niño yendo a un parque de diversiones, a pesar de su apariencia ruda y seria, yo sabía que su carácter era gentil como el de un ser de inocente.
Finalmente llegamos, no era extenso ni pequeño, no estaba lleno ni vacío, no estaba lleno de vida como los elegantes restaurantes de lujo, era perfecto para ambos, cumplía con nuestra temática aburrida. Gyomei fue el primero en entrar, apartó en la mesa más alejada del lugar, creí que se sentaría primero pero en cambio, él me ayudó a sentarme en la vieja silla mientras su rostro emanaba un aura cálida y pacífica, al sentarse él me entregó la arrugada carta del menú.

-¿Podrías pedir por mí? Comeré lo que tú desees, no tengo un gusto preferencial con la comida.- Mencionó el.

-De acuerdo... entonces pediré carne asada para ambos con ensalada, ¿Está bien para ti?-Pregunté.

-Claro, es perfecto para un día soleado, ¿No crees?

-Supongo, aunque odio los días soleados.- Mencioné fríamente.

-¿Oh enserio? No lo sabía, no habíamos hablado sobre tus preferencias antes ahora que lo menciones, háblame de ti. Quiero conocerte.

Sus últimas palabras me tomaron por sorpresa, ¿El quería conocerme? ¿Por qué alguien querría conocer al Pilar del Viento? ¿Por qué alguien querría conocer al Pilar amargado? El hombre que nadie entiende, ni comprende su gusto por alejar a las personas que lo rodean. A quien le gusta los charcos de lodo después de una escandalosa tormenta, a quien le gustan los perros aunque si le pides que mencione una raza  se quedaría callado ya que no las recuerda, a quien odia lo cursi pero se casaría con Gyomei Himejima hasta con anillos de papel, a quien nadie soporta y por ello es que la soledad lo ha acompañado desde que el brillo de sus ojos  desapareció.
¿El quería conocer a ese hombre...?

El calor de tus caricias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora