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Heeseung dio vueltas en la cama, sin poder conciliar el sueño

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Heeseung dio vueltas en la cama, sin poder conciliar el sueño. Se sentía culpable por algo que aún no cometía, y la sola idea de que pudiese salir mal y arruinarlo todo comenzaba a abrumarlo. Había escuchado muchas veces que luego de un día agotador se sentiría cansado al caer la noche, lo cual también debía significar que podría dormir tranquilo, sin embargo, allí estaba casi a las cuatro de la madrugada sin poder pegar ojo. ¿Acaso ese sería el precio a pagar por desconfiar de Seorim?

Quizás la razón por la cual se encontraba tan nervioso era esa, su desconfianza, y quizás también se debía a la extraña actitud de Seorim que persistió durante la noche que salieron a cenar en un lujoso restaurante luego de pasar algunos días sin hablarse. Después de aquella noche, él pudo confirmar sus sospechas; ella llevaba varias semanas hablando con otro chico. Jake Shim era su nombre, y Heeseung realmente no esperó encontrarlo comprando un ramo de rosas en el puesto de Jay, así como tampoco esperó encontrarlo nuevamente paseando con Seorim por el centro, por lo que esperar hasta el próximo sábado comenzaba a desesperarle, y se estaba obligando a contenerse de preguntar por él. Esto era un asunto del cual debía encargarse él mismo.

Algunos minutos más tarde pudo cerrar los ojos, mentalizándose, tratando de imaginar lo que le diría al chico cuando lo tuviera en frente, hasta que finalmente logró comenzar a quedarse dormido. Ah, ¡pero ser alguien de sueño ligero era difícil! Quizás sería más fácil salir a dar una vuelta por el edificio hasta cansarse, pero corría el riesgo de espantar a sus vecinos y obtener un reclamo.

Se sentó sobre la cama, se puso sus pantuflas de conejo y caminó rápidamente hacia la cocina. Un vaso de leche tibia era la solución a su problema de insomnio, y estaba seguro de que así dejaría de pensar tanto en Seorim y todo el asunto que lo tenía tan preocupado. A medida que avanzaba, pudo percibir el sonido de la vibración de un teléfono, como si alguien estuviese enviando mensajes, pero descartó la idea al recordar la imagen de él mismo conectando el suyo junto a la mesita de luz, mientras trataba de divisar algo entre toda esa oscuridad, porque, ¿quién rayos estaría despierto a esa hora? Sin embargo, sus ojos se agrandaron al notar el celular de Seorim sobre la mesa, ella lo había olvidado en su departamento luego de pasar la tarde juntos viendo películas en el sofá.

Caminó un poco más y sus dedos buscaron el objeto sobre la mesa, liberando el aire que retuvo en sus pulmones al sostenerlo en sus manos, viendo cómo en la pantalla aparecía el nombre de Jake Shim, indicando que un nuevo mensaje había llegado. Él no estaría siendo un mal novio si se detenía a leerlos un momento, ¿verdad? Su madre siempre le había dicho que lo más importante en una relación era la confianza, pero ahí estaba él ahora, leyendo los mensajes que aquel chico enviaba a su novia, porque a situaciones desesperadas, medidas desesperadas.

Jakey

¿Sigues despierta? Hace días no hablamos como normalmente hacemos, te extraño, pero tengo un examen el miércoles ):

Lamento no poder visitarte aún, pero prometo llevarte al Star city coffee el viernes por la tarde, ¿sí? Buenas noches ♡

03:45

Heeseung sonrió con gracia al leer aquello. Podía comprender un poco la razón del engaño de Seorim, el chico era tierno y sabía cómo utilizar las palabras. Si fuese él, seguramente también se sentiría algo atraído hacia el tal Jake, era exactamente lo que buscaba en una chica, sólo que él no era una.

Eran las cuatro de la madrugada y aquel extraño ya no había vuelto a escribirle, y cuando pensó en enviar una respuesta, decidió que lo mejor sería eliminar esa conversación, (no sin antes anotar su número en una servilleta) por el bien de su relación con Seorim. Que ella descubriera que él lo sabía sería el fin de todo.

Y quizás Heeseung en verdad estaba soñando, tal vez todo fue algo producto de su imaginación, él seguramente estaba durmiendo en su cama. Porque inocentemente, Heeseung quería creer que esos mensajes no fueron reales. Y él caminó, en silencio, con los ojos bien abiertos hasta su habitación, confirmando una vez más que aquello no era un sueño.

¿Por qué estoy haciendo todo esto? Pensó Heeseung.

Porque tenía miles de preguntas sin respuesta, porque quería rescatar su relación con Seorim, porque él la amaba aún sabiendo que quizás ella no sentía lo mismo. Por eso lo hacía. Pero no, ahí estaba él, preguntándose el por qué de sus lágrimas, culpándose a sí mismo por no poder ser suficiente para ella, por no saber amarla como debía y quería hacerlo, sin embargo, no podía entender por qué no se sentía triste por ello. Confundido sería lo más cercano a su estado en ese momento.

Heeseung terminó de llorar, esperando no haber hecho demasiado ruido o definitivamente tendría problemas con sus vecinos. Se acercó a la ventana y observó las estrellas, sintiéndose más tranquilo y con la capacidad de pensar más claramente. Él secó sus lágrimas con la manga de su pijama, intentando detenerlas mientras observaba el cielo nocturno y pedía a las estrellas que todo saliera bien.

—Estaré bien para cuando salga el sol... —susurró para sí mismo, dejando que un suspiro escapara de sus labios. —Y debo dejar de llorar. —añadió rápidamente.

Heeseung parpadeó y miró el cielo un momento. Se sintió encantado cuando en sus ojos aguados pudo ver el reflejo de la luna, dejando que una pequeña sonrisa adornara su rostro mientras se llenaba de la valentía que le haría falta para afrontar la situación.

Ahora Heeseung sonreía como si tuviese el presentimiento de que quizás no todo resultaría tan mal, como si fuese a recibir la mejor noticia de su vida, o como si hubiese hecho un nuevo amigo. Para él, pensar que quizás podría hacer cambiar de opinión a Seorim y que ella volviera a elegirlo una vez más le animó un poco, porque se sentía bien saber de la existencia de alguien que siempre lo elegiría por sobre cualquier otro, ¿cierto? Sí, no había ni una pizca de mentira en ello.

Seguramente en otro momento él se habría creído sus propias palabras, pero no era el caso, y lo único capaz de consolarlo en ese instante era la voz en su mente que estaba constantemente repitiéndole que no todo sería tan negativo. Algo bueno saldría de todo eso.

𝐃𝐔𝐋𝐂𝐄 𝐕𝐄𝐍𝐆𝐀𝐍𝐙𝐀 › heejakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora