espera

476 62 4
                                    

Al día siguiente, Jisung no apareció durante todo el día, eso convirtió la mañana de Minho en una comida insípida, muy difícil de digerir.

—¿Te sientes bien?—Preguntó su hermano, Hyunjin.

—Lo estoy.—Sonrió desganado el menor.— Es solo que...

—¿Que?

Antes de que Minho pudiera continuar con su explicación, fue interrumpido por el sonido de la puerta. Al castaño le dio un vuelco el corazón, creyendo por un según saber quién era... Hasta que esa ilusión se vino abajo al ver que en realidad era la enfermera.

—Oh, no se preocupen, chicos. Solo vengo a dejar las medicinas.—Anunció dulcemente la señora.

—Entonces, ¿Decías? —Retomó con curiosidad, el mayor a su lado.

—Solo que....—No tenía caso. Sus ánimos habían ido a parar al suelo.— Hace frío, ¿Podrías cerrar la ventana?—Pidió, tomando otro libro de su mesa de noche con tal de no leer "El Principito" en la ausencia del moreno.

—¿Frío? Pero si está fresco. Incluso hace un sol hermoso.—A esa respuesta, Minho le contestó arrugando la nariz y hundiendo la cara en su aburrido libro de música clásica.— Vale... Adiós aire fresco.—Así fue como Hyunjin cerró la ventana a sus espaldas.

—¿Hoy no tienes una reunión importante?—Le pregunta viendo que estaba muy relajado, lejos de irse.

—La tengo...

—¿No irás?

—¿Me estás corriendo?

—No... Preguntaba. Te veo muy tranquilo, eso no es muy frecuente.—Lee le dió un vistazo por encima, volviendo a su lectura.

Pasó media hora antes de que el mayor recibiera una llamada, y esta demandara su presencia con anterioridad. Hyunjin salió disculpándose con su hermano por faltar a su chequeo, pero sabía que Minho lo entendía.

Entendía que de esas reuniones y ese trabajo, salía el dinero que lo mantenía respirando.

Un hecho ligeramente desagradable.

—Es hora de tu chequeo, querido.—Avisa la enfermera, entrando a la habitación mientras que Min a duras penas se levantaba de su cama. Empezaba a creer que su trasero se había pegado al colchón, de tanto tiempo allí sentado.

—Como si esas cosas sirvieran.—La señora hizo una mueca, dándole un pequeño golpecito en el hombro.— ¡Auch!

—Qué te va a estar doliendo. Eres todo un actor.—Acusó esta con tono maternal.— ¡Claro que sirven! Deja de decir esas cosas, niño. A veces me pregunto si tu meta es quedarte a vivir aquí.

De camino a la sala, mantenían la conversación como distracción.

—Claro, ¿No le encanta ver mi rostro por las mañanas? Soy fan de sus vasos de agua.—Bromea el paciente, saliendo del ascensor seguido por la mujer, que le daba una expresión de reprimenda.

—Siempre tan humorista en tus días de cita...—Comenta con una sonrisa la enfermera.

Al llegar al consultorio, Minho sentía que el blanco de las paredes, la camilla, las luces, todo... Le provocaba náuseas.

—Siéntate. El Doctor Seungmin vendrá en un momento...—La mujer se alejó del menor, para buscar en el escritorio una lista y empezar a rellenar un par de datos. Asistencia, supuso el de cabellera marrón.

Después de haber tenido tiempo de detallar todo, el doctor hizo acto de presencia, haciendo que Minho se enderezara y no le apartara la mirada de encima.

street art. hanknow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora