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"—¿Entonces?—Dijo el pequeño príncipe. —Entonces, ahora que el planeta da una vuelta por minuto, no tengo ni un segundo de reposo. ¡Yo enciendo y apago mi farol una vez por minuto!. —¡Es extraño!. ¡Los días, en tu planeta, duran un minuto!—No es nada extraño.—Dijo el farolero—. Hace ya un mes que estamos conversando juntos. —¿Un mes?—Si. Treinta minutos. ¡Treinta días! Buenas noches." (Capitulo. XIV, Pág 75)


Minho llevaba todo aquel capitulo con una expresión perdida, hasta que el moreno lo paró.

—Tierra llamando a Minnie, ¿Estás ahí? Si ya tienes sueño, no tengo problema en irme... Creo que he venido muy tarde, así que comprendo.—Se disculpaba el mayor, pero el chico rápidamente negó reiteradas veces.

—Lo siento... A veces me desconecto mentalmente.—Y la desconexión que había experimentado si que era intensa.

Ese preciso capítulo lo hizo autoevaluarse a si mismo, ¿Qué había hecho durante todo ese tiempo allí?
Olvidando la importancia de aprovechar el tiempo. Ya no estaba seguro si su inversión era algo digno de admirar.

—Creo que mejor dejas el resto para después, me da la impresión que dos horas de lectura han sido más que suficiente por hoy.— Esa noche del jueves, Jisung acompañaba a Minho.

El peliazul se encontró ocupado la mitad del día, trabajando. La tarde la pasó ayudando a su hermano a preparar el almuerzo y hacer algunos recados. Para cuando se liberó, consciente de la hora; iba cayendo la noche.

Jisung decidió hacerle compañía al chico y se comprometió a terminar su pintura, por lo que no faltaría el jueves. Sin importar la hora... Realizó una visita que rogó por obtener.

Minho dejó el libro a un lado, sonriente.

—Está bien. Es bueno no excederse.—Le dio la razón, mientras acomodaba la cobija que lo cubría.— ¿Qué haces luego de irte?...—Preguntó con curiosidad, ya que desconocía la vida de Han.

—No creo que sea interesante... Pero, compro algunas cosas y vuelvo a casa.—Respondió sin mayor emoción.—Al llegar... Si aún te da curiosidad, me doy un baño y ceno. Realizo bocetos, además pinto un par de cosas antes de dormir. Es relajante.—Confiesa con una serenidad que lo hace sentirse ligero al recordar esa práctica que es casi para él, como una meditación.

—Todavía me cuesta adaptarme a la imagen de un chico que viste un combinado de estilo Sporty y Grunge, y pinta sobre caballetes con música instrumental de fondo, para relajarse.—Dice en un sutil tono bromista. Jisung lo mira feo y enseguida el castaño comienza a reírse de ello.

—Disculpa, señor amargado. Juzgar por apariencia está mal.—Dice el incomprendido.— A mi me cuesta adaptarme a la imagen de un chico con el cabello de color caca, y la personalidad color limón.—Replica, consiguiendo que Minnie abra sus ojos desmesuradamente.— Espera. Yo no quise decir eso. O sea, lo digo en plan...—El moreno retiraba sus palabras al pensar que se había propasado.

—¿¡VERDE!? ¿INSINUAS QUE MI PERSONALIDAD ES VERDE!?—Han enmudecido negó. Minho se había exaltado por un simple color.— JAMÁS vuelvas a insinuar que soy verde limón. Es el color que peor me describe, ¿No sabes de asociación? Aunque teóricamente el verde y el marrón siempre han combinado, pero eso no es el punto. No me gusta el limón.

El menor comenzó a toser al haberse alterado, por lo que Jisung en un santiamén le sirvió un vaso de agua, dándole para que tomara un poco.

—¿Eso fue tu sentido de la moda?—Seguía perplejo.

El castaño tosió sobre su pañuelo y antes de recibir el agua, lo guardó al instante con un ligero temor a que lo viera.

Luego de un trago, volvió a la normalidad.

—Claro.—Reafirma el menor, dejando el vaso en su mesa de noche.

Ahí comprendió Jisung, que al chico le gustaba la moda.

Después de unos minutos en los que Minho recibió la cena, Han lo ayudaba a comer la ensalada de frutas. Min odiaba la mayoría de las que estaban allí, por ende su compañero lo engañaba con tal de hacer que se las comiera.

—Ya comete la piña...—Jisung insiste por centésima vez meneando el tenedor con la piña incrustada, frente a Minho.

—¡Odio la piña!

—¡Y yo odio el hospital, pero aquí estoy! Cómetela.—Ataca el mayor.

—¿¡Y crees que yo no!? ¡Aleja eso de mí!—De un manotazo, la piña salió volando.

Rebotó contra la pared, cayendo en la alfombra.

—Eso fue de niño malcriado.—Finaliza Jisung. La piña era la última que quedaba en el tazón, y una vez que la lanzó al aire, el moreno se rindió dejando el tazón vacío sobre la bandeja, recogiendo así el trozo para botarlo en la papelera.

—....—Minho quería disculparse, pero en cambio estaba cruzado de brazos y con el ceño fruncido.— Si tanto odias este lugar, vete. Tienes tanto tiempo para desperdiciar allá afuera que sentado acá.—Contesta de mala gana.

Han respiró profundamente.

—Pues te dedico mis descansos cuando podría estar desperdiciando mi tiempo.—Comenta el mayor, volviendo a sentarse para recoger sus cosas.— Pero si quieres que desperdicie mi tiempo, entonces me iré.

Hubo un pausa silenciosa hasta que Minho negó.

—Lo siento, eso sonó patético de mi parte.—Se disculpó, pero no recibió respuesta.— Solamente... No lo entiendo. Tú eres libre, independiente, pero decides someterte a esto.—Señala, notando como Jisung deja de cerrar su mochila.— ¿No te duele? ¿No da lástima?—Los ojos de Minho se cristalizaban debido a las lágrimas aglomerándose.— ¿Eres inmune a esto? Recibo suero, medicamentos, transfusiones, comida saludable, ¡Cuando lo único que deseo más que nada es salir de esta asquerosa cama!

A Jisung se le había roto el corazón en anteriores veces, pero esta en especial, le destrozó. No era lástima, era dolor real.

—Vomito la medicina, la comida, detesto el sabor amargo de las pastillas... Detesto en lo que se ha transformado mi vida ahora.

Las lágrimas del castaño, caían, rebotando contra su cobija, para luego disolverse en la tela. En segundos, su rostro estaba mojado y sus mejillas rosadas.

El mayor derramó un par de lágrimas involuntariamente.

—Sácame de aquí.... —Susurraba con los ojos rojizos y su mirada frágil, clavada sobre la de Han.— Sáquenme de aquí. No puedo soportar esta vida, la odio, Sunggie... Quiero ser como tú.—Los sollozos terminaron por convertirse en hipo. Su amigo sin emitir palabras, se levantó, abrazándolo fuertemente mientras él dejaba salir semejante dolor atascado.


street art. hanknow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora