un final

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"Y cuando te hayas consolado (uno siempre termina por consolarse) te alegrarás de haberme conocido."


Jisung se despertó con el leve movimiento de Minho, quien seguía dormido.

Abrió sus ojos con pesadez y luego levantó su cabeza, enderezándose; sintiendo un dolor punzante en su cuello. La incomodidad en sus hombros y aquel pequeño dolor molesto, era producto de la mala postura en la que durmió junto al menor.

Pero no le interesa en lo más mínimo, por el contrario, sonríe. Una sonrisa dulce, cargada de recuerdos de la que fue su mejor noche... Y estaba agradecido, así como no deja de admirar las delicadas facciones del castaño, mientras dormía en completa calma.

El moreno se levantó y con cuidado salió de la habitación, encontrándose con el agite en el ambiente y ese olor característico que sorprendentemente empezaba a ignorar.

Bajó para comprarse un café tanto como algo qué desayunar, aprovechando comprar una mandarina para Minho. Quién sabe, si no le gustaba... Pues más para él.

Volvió al hospital después de media hora, con la pequeña bolsita en mano y la bebida en la otra.

Minho se había despertado poco tiempo después de que Jisung saliera, algo inquieto por su ausencia... Aunque al ver el móvil del moreno sobre la mesita, supo que volvería. Era posible que solo se hubiera ido por un rato.

— Buen día, Minho. — Saludó la enfermera, entrando con una bandeja y el desayuno del nombrado sobre la misma. — ¿Y esa sonrisa? Hummn, noto algo diferente aquí. — Comentó la mujer, uniéndose a la pequeña risa de su paciente.

— Solo tengo un buen día,  nada de que alarmarse. — Avisó el joven, recibiendo la bandeja sobre sus piernas.

— A mí no me engaña, algo se guarda... Pero bueno, ya sabré qué es. Usted no pierda tiempo en contarme. — Con un pequeño guiño y su sonrisa, la enfermera se despidió y salió de la habitación.

Minho salió de su trance al escuchar la vibración del móvil de Jisung.

En minutos, el moreno llegó, tocando la puerta antes de entrar emocionado y feliz. Al verse las caras tal vez se congeló el tiempo, y al apartar las miradas, acompañadas de risitas, el mundo giró para ambos.

— Creí que me habías abandonado hoy también. — Murmura Min, observando como él se sienta al lado de la cama, sacando lo que compró.

— Tú y solo tú podrías creer eso. — Responde el peliazul, tomando un poco de su café para buscar comerse lo que había traído.

Minho hizo un mohín con lo labios.

 — ¿Qué ocurre?

 — Amo el café, no lo pruebo desde hace meses. Y tú estás ahí... Tan calmado tomándolo frente a mí, ¿Tiene azúcar?

Jisung volvió a reír negando. — Tú no puedes tomar esto pero, si tiene azúcar. De no ser así, sabría espantoso.

— Pues mi sabor favorito es el "Espantoso". — Dijo el menor, haciendo hincapié con sus manos, sobre la última palabra. —  Quiero un poco.

— No puedo, es contra tu dieta. — Le recuerda mientras vuelve a llevarse la bebida a los labios, para otro sorbo.

— Dije que quiero.— Se queja nuevamente. Jisung suspira y se levanta, inclinándose para acercarse a él.

— Vale. — Han posó su rostro frente al contrario y se acercó lentamente, apoyándose de la cama, y con el café en su mano hasta casi rozar sus labios. — Y yo te digo... Que no puedes. —Cuando el rostro del castaño adquirió el tono rojizo en sus mejillas, se apartó apenado.

street art. hanknow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora