II

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Ayer te ví, estabas sentado bajo la sombra de un árbol, leyendo ese libro que tanto te gusta, el cual nunca olvidaré su nombre. Siempre te veías tan emocionado cuando lo leías o me contabas sobre aquel.
En cuanto notaste que te miraba, lo único que hiciste fue devolverme la mirada. Esos ojos que tanto me gustan, brillaban como la noche estrellada… Sonreí al notar el hecho de que realmente no podía parar de mirarte.
Y lo único en lo que pienso desde ese momento…es lo mucho que agradezco haberte conocido

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