enero II

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"¿Y el novio?" preguntó Lana nada más dejar las maletas en medio del comedor. Levanté la cabeza para escuchar la respuesta de Laia.

"En casa de sus padres. Ha quedado con sus amigos para encontrar un traje" respondió. "¿Y no se quedará a dormir?" continuó Lana, y mi mejor amiga negó con la cabeza y sonrió. Bien, por lo menos no tendría a Joe Curtis dando vueltas por aquí, y no me sacaría de quicio. Maldito idiota con suerte.

Laia nos enseñó su piso londinense, que era muy de ella, y nos dijo donde dormiríamos cada uno. Por supuesto que a mi me iba a tocar en el sofá. Fui al baño, y al volver, Mary estaba hablándole a Laia de un itinerario de tiendas de vestidos de novia, y de que teníamos que dedicar todos los viernes y sábados a buscarlo hasta encontrar el vestido perfecto.

La chica de ojos azules asentía con la cabeza a todo lo que su amiga decía, hasta que levantó la cabeza y me vio, apoyado en el marco de la puerta, mirándola como si no existiera nada más en el mundo. Miré hacia el suelo, y cuando dirigí mi vista hacia ella otra vez, la suya estaba fija de nuevo en la pantalla del ordenador, aunque continuaba sonriendo. No entendía cómo no podía ver lo enamorado que estaba de ella. Lana y Emily se sentaron en el sofá, y yo las miraba a todas desde el balcón, deseando irme lo antes posible. Pero no podía hacer eso. "Alegra esa cara, Irwin" dijo Grace poniéndose a mi lado. Le sonreí.

"Lo siento, estoy cansado" respondí. Ella se rió y negó con la cabeza.

"¿De ver a Laia con Joe?" preguntó. El corazón me empezó a latir a mil por hora.

"¿Te lo ha dicho Michael?" contesté yo, y ella volvió a sacudir la cabeza.

"No hizo falta, todos vemos como la miras, y como miras a Joe. Más o menos como si estuvieras planeando como asesinarlo" respondió, y yo miré hacia el suelo, sonrojado. Si lo sabía Grace, ¿lo sabría Laia? Grace apoyo su cabeza en mi hombro y froto mi brazo con una de sus manos, como si intentara consolarme, apoye mi cabeza en la suya. "Lo siento mucho" dijo.

"Yo también" susurré. Levanté la cabeza para ver a Laia acercándose a mí, sonriendo de oreja a oreja.

"¿Preparados?" preguntó, y Grace y yo nos incorporamos. Cogí mi chaqueta y me la puse, sobresaltándome al girarme, pues Laia estaba plantada justo detrás mía observándome atentamente. "¿Laia?" susurré, aunque no podía escucharnos nadie. Ella se acercó más. "¿Qué te pasa?" respondió con el mismo tono de voz. Tragué en seco y me aclaré la garganta.

"Nada" contesté, pero sus ojos no dejaron los míos, "en serio, no te preocupes por mí". Los ojos de Laia estaban tristes, y odiaba ser el causante de esa mirada, así que tomé aire y dibujé en mi cara la sonrisa más grande y más falsa que jamás había puesto, le rodeé los hombros con uno de mis brazos y la llevé hacia la puerta. "¡Vamos a buscar tu vestido perfecto!" Grité, haciéndola reír, y eso me hizo sentir un poco menos amigo de mierda.

Nunca había imaginado que encontrar un vestido de novia fuera tan condenadamente difícil. Era el segundo fin de semana que pasaba en Londres y estaba hasta los mismísimos cojones de patearme la ciudad yendo de tienda en tienda, y viendo vestidos que para mí, eran todos iguales. Aunque algunos eran cutres de narices. Bueno, supongo que algo diferentes eran. Estábamos en otra tienda. Yo estaba sentado en el suelo, y había pasado exactamente lo mismo que me había pasado en las demás tiendas: la dependienta creía que era gay, porque claro, estaba mirando vestidos de novia con cinco chicas. Una incluso me había mirado y me había dicho "qué desperdicio" y yo le había sonreído e intentado no hacerla quedar mal por todos los medios, y había contestado "no soy gay". Entonces, la mujer abrió la boca y la volvió a cerrar, murmurando un "lo siento" y sonrojandose. Y yo negué con la cabeza, porque tampoco podía culparla. Vi como Laia salía de los probadores hasta las narices de ver vestidos que no le gustaban y recogía sus cosas.

"Vayamos a una última tienda y volvamos a casa" dijo ella, y asentí con la cabeza y me levanté, poniéndome a su lado.

"Ya verás como vamos a encontrar algo, ten paciencia" le dije, y ella asintió y me sonrió. Le di un beso en la mejilla. "Vas a estar preciosa" ella asintió y me abrazó, soltándose después para unir su brazo con el mío, y así llegamos a la última tienda del día. Una chica joven, rubia y de ojos azules se acercó a nosotros con una sonrisa. Laia me soltó y le explicó lo que quería a la chica. "Elena" por lo que ponía en su tarjeta de identificación. Mi mejor amiga se giró hacia nosotros y nos indicó con la cabeza que la siguiéramos. Después, miró a la dependienta y dijo: "Por cierto, se llama Ashton, y no es gay". Comentario que provocó la risa de las demás chicas, y que despertó mis instintos asesinos hacia ella. Elena intentó aguantar la risa y nos guió a una especie de sala, donde empezó a sacar vestidos. Todo era blanco y estaba empezando a marearme.

Al final, Laia estuvo un buen rato dentro del probador, por lo cual empecé a preocuparme por si se había asfixiado con uno de los vestidos. Justo cuando iba a decirle a Elena que llamara a una ambulancia, vi como se movía la cortina, y mi mejor amiga por fin salía de ahí dentro con una gran sonrisa dibujada en su cara. Escuché a las chicas soltar exclamaciones de sorpresa, mientras yo solo podía mirarla embobado, porque era preciosa. El vestido era apretado de cintura hacia arriba, y después se soltaba, pareciendo que flotaba. Tenía las mangas largas y casi transparentes, y llevaba la espalda descubierta. Le quedaba precioso, aunque me hacía pensar en que seguramente se moriría de calor en pleno julio. "Creo que lo hemos encontrado" dijo Laia, y entonces me miró, "tenías razón". Le sonreí.

"Estás preciosa, Cooper" ella miró hacia abajo y vi como sus ojos se llenaban de lágrimas. Me levanté en seguida, cogiéndole la cara con mis manos y haciendo que me mirara a los ojos. Limpié sus lágrimas rápidamente. "Eh, sh, está bien" le dije, "¿por qué lloras?" Entonces ella rió.

"No lo sé" me contestó, a lo que yo también reí.

"Está bien" dije, y le di un beso en la mejilla, y después en la frente, y en la nariz, haciéndola reír. Me abrazó con cuidado y yo hice lo mismo.

"Te quiero" susurró, y sentí como mi corazón se encogía en mi pecho.

"Yo también te quiero" le contesté. Y así pasamos unos segundos, que se me hicieron eternos, hasta que Laia se hubo calmado y se dirigió al probador otra vez. Solté todo el aire que había estado conteniendo cuando noté una mano en el hombro. Me giré, era Elena. "¿Estás bien?" preguntó. Yo la miré extrañado y asentí con la cabeza.

"Espero que esto termine bien para ti" dijo, "se nota que la quieres". Iba a replicar, pero la chica tan solo rió y se alejó de mi antes de que pudiera replicar. Vi como se dirigía hacia donde se había ido Laia, así que volví a sentarme en el suelo e intenté distraerme.Saqué mi móvil y pasé el rato mientras Laia terminaba de gestionar la compra del vestido, el cual llevarían a casa porque por supuesto, no cabía en el coche. Una vez de nuevo en el piso, pedimos una pizza y nos sentamos en el sofá a comer, donde en poco tiempo nos quedamos todos dormidos. Me despertó el ruido de la puerta abrirse y los pasos de Joe Curtis entrando en el piso. Abrí un poco los ojos y vi cómo cogía a Laia en sus brazos para llevarla a su habitación, y poco a poco observé cómo desaparecían de mi vista, haciendo imposible que volviera a conciliar el sueño esa noche.


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La foto es el apartamento de Joe Curtis y Laia.

Siento no haber subido en dos meses, quería terminar la novela y bueno, ya está, sos. Ahora voy a subir unos cuantos capítulos más. Votad y comentad, graciiias.

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