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Una mujer y su nieto se encontraban sentados en el suelo, uno al lado del otro. Ella le sonreía mientras le iba ensenando cada fotografía que tenían antes de ser colocadas en un pequeño libro que descansaba en sus piernas.

—¿Y ella quién es? —cuestionó la joven cabellera negra al ver aquella mujer en tantas fotografías de su papá—

—No debes ser tan duro, m'hijo —dijo—.

Él, en cambio, miró a su abuela con extrañés para luego bajar la mirada hacia las fotos que tenía en las manos y seguir ayudando a colocar las faltantes en el álbum que su abuela había comprado ese mismo día.

—Él siempre fue duro conmigo, lo sabes.

—Él te ama, siempre está intentando mejorar y ser un buen padre para ti.

—¿Realmente crees eso?, porque ahora mismo solo está haciendo que me sienta mal, dice que no puede volver al agua y su barco "porque estoy enfermo" —se quejó—.

—Él puede regresar en cualquier momento que lo decida —acomodó otra imagen en una hoja del álbum que quedaba a la parte derecha de este—.

—¡Entonces que lo haga! —alzó la voz, reflejando la molestia que llevaba guardada en su interior—

—Lamentablemente, entenderás a tu padre cuando estés en su misma posición, y eso será cuando él ya no esté contigo —detuvo por un momento sus acciones y bajó su mirada en dirección al menor, mirándole con lástima—.

Luego de haber dicho eso, siguió sacando y viendo fotografías para después acomodarlas mientras que él se levantó del suelo, dejó todo lo que tenía en mano en una pequeña mesa ubicada en frente de ellos y, con pasos lentos, salió de la casa, caminando hacia donde estaba su padre: sentado en una silla de madera frente al río que quedaba detrás de la casa; sabía que su padre solía quedarse ahí cuando quería pensar, calmarse o simplemente admirar la linda vista que tenía el lugar.

—¿Por qué ya no vas?

—¿Eh?

El hombre giró la cabeza inmediatamente para mirarlo y el más pequeño sintió nervios, pero siguió firme con sus ideas de por qué fue hasta él.

—¿Por qué no vas a trabajar?, sé que quieres ir.

—Me quiero ir, pero no a trabajar.

—¿Cómo...? —preguntó con clara confusión impregnada en su rostro—

—Sé que tu cabecita piensa que solo quiero irme porque eso es lo mejor que sé hacer, cuando en realidad estoy muy preocupado debido a distintas cosas que me taladran la cabeza y el irme trabajar, además de darme dinero, también me distrae, aunque, no creo que pueda hacerlo ahora.

—¿Sabías que conozco mejor a la abuela que a ti? —se cruzó de brazos y frunció el ceño con algo de molestia—

—Lo siento por eso... —soltó casi en susurro el cual logró ser audible para su hijo—

Niki observó mejor a quien se encontraba al frente suyo, y su semblante decayó completamente al ver el arrepentimiento plasmado en el rostro de su padre.

—Sé que no he sido un buen padre —elevó su vista al cielo—, que quizás no he estado lo suficientemente presente, pero hago lo mejor que puedo, ser capitán es lo único que sé hacer y... —detuvo su hablar con un suspiro, tratando de mantener la calma en sí mismo y no dejarse consumir por la culpa y la tristeza—

—Lo siento, papá —se disculpó—, creo que debería ser más empático...

—No te preocupes —posó su mano derecha en uno de sus hombros como un intento de calmarle—, ya he dejado ese trabajo.

¿Qué? —cayó en la sorpresa por lo antes escuchado— Pero si dijiste..., dijiste que adorabas ese trabajo, yo también quería ser capitán de lo tan feliz que te veías cuando ibas y, al volver, regresabas con una gran sonrisa —explicó—.

—Sí, así era, pero ya no creo que vuelva a ser así —negó con su cabeza al mismo tiempo que hablaba y miraba sus manos—.

—¿De qué hablas?

Él estaba verdaderamente consternado y su padre solo miraba sus manos al hablar. Luego, vio que empezó a tocar el lado derecho de su pecho por debajo de su propia camisa antes de volver a hablar.

—No creo volver a subirme a un barco —respondió—.

—No lo entiendo...

—Viví un amor sobre el agua... Que terminó en lo más profundo de ella misma.

Niki le miró atento, esperando alguna otra palabra.

—Era un día horrible, le había dicho a mi jefe que no podíamos navegar con ese clima tan peligroso, pero él insistió, me amenazó con descontarme dinero de lo que me debía pagar, así que lo hice...

Las lágrimas cayendo por las mejillas pálidas del mayor no pasaron desapercibidas por Niki y, en un intento de consolarlo, acarició su espalda con suavidad.

—El oleaje era terrible —continuó—, así que, tomé el timón por mí mismo, hubo muchos giros riesgosos, gran parte de la tripulación fue golpeada o aventada al agua... —miró a su hijo— Y él fue parte de ellos. He practicado para esto y sé natación, por lo que me tiré al agua y traté de salvarlo, pero era demasiado tarde. Para cuando lo regresé al bote, algo había golpeado su cabeza, dejando una grave herida de la cual no se pudo salvar.... Él ya estaba muerto, ya no estaba más conmigo, lo había perdido.

—Papá... —susurró por lo bajo con dolor, definitivamente no se imaginaba que su padre había pasado por algo como esto—

—Lo único que pude hacer fue informarle lo ocurrido a sus padres y asistir a su funeral —estrujó su entrecejo enfocándose en las lágrimas cálidas que abrazaban sus ojos—.

—Lo-lo siento...

Lágrimas también se resbalaban por sus mejillas al poder ver el dolor de su padre por medio de su llorar, al verlo tan frágil...

—Íbamos a casarnos... Iba a presentártelo, íbamos a vivir juntos, aunque ya lo hacíamos en todos esos viajes, en todos esos barcos que alguna vez navegamos juntos, pero faltabas tú. Él te aceptó desde el momento en el que te vio y deseaba formar parte de tu vida.

—¿Él me conocía? —indagó en sorpresa—

—Sí, él fue quién te dio tu primer regalo de navidad. Nosotros no teníamos cómo celebrarlo, así que no lo hacíamos, pero él cambió eso; nos invitó a cenar en su casa, te dio el regalo y te pusiste a llorar diciendo que era tu primer regalo en la vida. Desde aquella vez, él siguió regalándote cosas, aunque fueran pequeñas. Todas esas cosas que te daba en cada vez que regresaba del trabajo eran regalos de su parte.

—¿Cómo se llamaba?

—Jeongin, Yang Jeongin... Mi amor sobre agua.

—Lamento lo que pasó, papá, pero no creo que debas solo alejarte de la navegación y todo eso... —habló con sinceridad—

—Crees que tu padre es demasiado duro y fuerte porque te he regañado, te he seguido a los lugares y traído de las orejas, crees que soy valiente por subirme a un barco y navegar muy lejos de casa y, aun así, venir de vuelta, pero no.., tu padre no es tan fuerte como tú crees.

El menor elevó su mirada hasta los ojos contrarios.

—Tu padre solo estaba cumpliendo con su papel de padre, el cual seguiré haciendo, pero no soy lo suficiente fuerte como para poner un pie de nuevo en un barco..., no lo soy.

Las lágrimas amenazaban con salir desde hace rato y, al no poder con ellas, ambos lloraron. Los brazos de Niki rodearon a su padre formando un cálido abrazo que el mayor agradeció.

Mi capitán [HYUNIN] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora