Uy! nomás de recordar las habladas
del pueblo me da tanta pena
la pobre muchacha, que si es una malvada, que si es de la calle y todo por darle
en la testa a su marido una patada.De niña, siempre lozana, tan gentil
tan perfumada y ahora de señora casada...
Ay! como me duele el alma, tanta humillación sufrida la pobre, tanto engaño del desgraciado ese que solo cortó la flor por afán loco de deshojarla.
Salió un día del pueblo para la ranchería
más cercana y de repente que otro endino
le ofrece por el camino vida muy acomodada.Y ufanandose de muy hombre y gran ave santísima, le dice a la Juana, que si quiere casorio el se dispone, que si quiere ella, en ese momento él por ella se mata.
Y pues ella nada tonta deja para a otro día la matada.
La muchacha anduvo por días pensando mientras a su hijo amamantaba y mirando a su esposo con el otro lo comparaba
y ya de a tiro por probar del otro su picardía ya le andaba.Esa noche mientras el marido su borrachera dormitaba, jaló a su niño y se fue para las peñas a verse con aquel que se la daba de alma muy buena.
Acomodó a su hijo en el suelo
muy envuelto con su rebozo y
dándose valor se acomodó a
esperar el momento.Ay! cuánta picardía ella se imaginaba
y a veces a la bragueta de aquel hombre
ella miraba, como imaginandose, vaya usted
a saber qué?
Pero casi estoy seguro lo que ella esperaba.Un hombre con tantas y grandes
cualidades era después de todo lo
que ella buscaba.Se oyeron al principio voces, así como
plática, al poco rato murmullos y después como si un enfermo muy grave rítmicamente se quejara, y a luego ya no se oyó nada.
Más de pronto se escuchó la voz de Juana gritando una ensarta de leperadas.Alguien la vio pasar con su hijo muy
pegado al pecho.
Y con una sonrisa muy grande en la cara vio a su marido dormido, cariñosa se acomodó con su hombre en la hamaca.
Al otro día la gente asombrada la vio salir de su casa, pues para ellos que está con aquel se largaba!.Y ya en la molienda con la boca tapada los dejó la condenada! cuando de su marido muy bien hablaba, que si sus ojos grandes, que su boca muy enmarcada, que si era muy querendón, que si era de grandes sentimientos...
Solo Dios sabe qué pasó aquella noche en que comparó a su marido con aquel aquel endino de "gran alma".
Flor Cortes Romero
Mexicana
Sakura 1090
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En el océano de tus palabras navegando con mi barco de papel
PoesiePoemas, historias cortas y cartas no necesariamente de amor Obra original de mi autoría.