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Cualquier jovencito estaría brincando de alegría ante la noticia, en un mundo tan machista y sexista donde los chicos omega eran tan sólo un error, aquella debía ser una noticia la cuál celebrar.
Pero no para Changbin, lo detestaba.

Afortunadamente había nacido en una familia donde las omegas y los omegas eran respetados y tratados como iguales ante los alfas del hogar.
El castaño amaba a su familia por eso; amaba a su padre, un alfa protector y amable, amaba a su madre, una omega que era la definición de dulzura y a su hermano mayor, un beta rebelde al que admiraba y adoraba.

— Binnie~ — Canturreó la mujer mientras subía las escaleras, detuvo sus pasos ante la puerta de color amarillo y dió leves golpecitos.— ¿Binnie?

Observó el pequeño cartel decorado sobre la puerta, donde se leía "Binnie" y sonrió nostálgica, su hijo había hecho aquel cartel cuando era pequeño.

— ¡No estoy! — Gritó desde abajo de una montaña de sábanas que había denominado su refugio.

Su madre rió bajito y se cruzó de brazos, en ese momento Christopher salió de la habitación de al lado y se posicionó junto a su madre, la miró confuso y la omega simplemente negó.

— Hey, cachorro, mira que el papel de rebelde en esta casa me pertenece.— Dijo con humor.— Sal de ahí, debes ir a la escuela.

— ¡No quiero! — El adolescente sorbió su nariz y se acurrucó aún más en las mantas.— Huelo asqueroso y me duele la panza.

— Mi vida, eso tiene solución, te daré supresores y te sentirás mejor, ¿Sí?

— ¿Qué está pasando?

Madre e hijo se dieron la vuelta al oír las fuertes pisadas detrás de ellos, Chris señaló con la cabeza la puerta y la mujer suspiró resignada.
El señor Seo se abrió paso entre ambos y abrió la puerta con cuidado, su corazón derritiéndose inevitablemente ante la imagen frente a él, su esposa e hijo miraban por encima de su hombro.

— Así que... este jovencito no quiere ir a la escuela, ¿Verdad? — Las comisuras de sus labios se alzaron en una sonrisa traicionera cuando su pequeño asomó la cabeza al oír su voz.— ¿Por qué...?

— Porque, uh, todos harán preguntas y se reirán de mi y, uh...— Formó un leve puchero con sus labios cuando su padre se sentó en el borde de la cama, su madre y hermano entraron a la habitación.— Se burlarán por no ser como los demás alfas, yo... no sirvo.

— Ningún hermano mío dirá eso, si te molestan me avisas y descubriré donde viven.— El de cabello rizado se sentó también en la cama y rodeó los hombros del pequeño con su brazo.— Tú no debes de ser como los demás, cachorro, no debería importar lo que ellos digan.

— Mi bebé, sabes que nosotros estamos aquí, si alguien te molesta hablaremos con el director de la escuela, ¿Sí? — Habló su madre con aquella voz conciliadora que tanta paz le transmitía.

— Y recuerda esto, hijo.— Puso total atención en su padre.— No debes ser una bestia ni tratar mal al resto, porque eso no te define como alfa, mucho menos un buen alfa, ¿Sí? No dejes de ser tu mismo.

Y con aquellas palabras reconfortantes y un botecito de supresores en su mochila, "por si acaso", logró levantarse de la cama y alistarse rápidamente para ir a la escuela.
Decir que Changbin era popular era mentira, tampoco era una persona marginada, tenía un pequeño círculo de amigos y estaba bastante bien con eso.

Las miradas curiosas y los murmullos no tardaron en llegar apenas puso un pie en el instituto y, por algún motivo, las miradas de varias omegas recayeron sobre él haciéndolo encogerse, totalmente incómodo. Agradeció al universo cuando Félix y Jeongin llegaron a su rescate.

— Amigo, no me digas que...— Hizo una mueca de disgusto cuando el olor a alfa inundó sus fosas nasales.— Te convertiste en lo que juraste destruir.— Bromeó el de pecas, tratando de calmar los nervios de su amigo más bajo.

— Bienvenido al club de alfas cool.— Jeongin dijo con orgullo, mientras daba palmaditas en el hombro de su amigo.— ¿Cómo se lo tomaron en tu casa?

— Pues... bien, supongo, aunque estaban bastante sorprendidos.— Se adentraron en su salón de clases, aún vacío, y se sentaron en sus respectivos asientos.— No le damos mucha importancia a esas cosas.

— Pfft, ojalá mi familia hubiese reaccionado igual cuando me presenté como omega.— El australiano apoyó sus brazos sobre la mesa, para poder esconder su rostro entre los mismos mientras continuaba hablando.— Querían un macho alfa y, sorpresa, terminé siendo un omega desobediente, para nada delicado y... estéril.

— El pelirrojo suspiró con pesar al oír las palabras de su amigo e intentó animarlo.— Hey, ya somos dos, mi padre se alegró cuando me presenté como alfa, pero cuando le dije que era gay me dijo que era una decepción para la familia.

El castaño ni siquiera pudo responder, ¿Cómo podía estar tan normalizado el odio y la violencia? ¿Aquel era el mundo en el que vivía? ¿Y debía soportarlo así sin más? La puerta siendo abierta por la profesora y alumnos entrando tras ella lo sacaron de sus pensamientos, los tres amigos se enderezaron en sus lugares y miraron curiosos al chico desconocido que había entrado último.

— Buenos días alumnos.— La profesora posó una de sus manos sobre el hombro del chico a su lado y observó hacia el frente.— Tenemos un nuevo alumno en la clase. Preséntate, muchacho.

— Eh, bueno, soy Minho. Lee Minho.— Su intensa pero despreocupada mirada viajó por todo el salón hasta que sus ojos cayeron en el chico bajito.— Espero poder llevarme bien con ustedes.

Y entonces, cuando el de cabellera naranja comenzó a caminar hacia su mesa, fue que lo sintió.
¿Mariposas? No, para nada, era olor a alfa, olía a granos de café y a Changbin no le gustaba para nada el café.

— Hola.— Saludó sin más el chico nuevo, en cuanto corrió la silla para sentarse, el castaño puso su mochila.— ¿Mhm? — Alzó una de sus cejas en total confusión.

— Está ocupado.

— Pero...

— No.— Lo interrumpió, las intensas miradas de ambos creando un ambiente tenso.— No puedes sentarte aquí.

— Ah, ¿Sí? — Dejó su mochila sobre la mesa y se cruzó de brazos.— ¿Por qué? — Exigió saber, su alfa interno estaba a punto de gruñir ante tanta descortesía.

— Porque apestas a café y yo detesto el café.— Y a los alfas, quiso decir, pero se contuvo para evitar conflictos.

— Pues tu apestas a chocolate y yo soy alérgico a esa cosa y sin embargo quiero sentarme a tu lado.

— ¿Qué? — Parpadeó perplejo e intentó sentir su propio aroma, era leve gracias a los supresores.—  Bueno, uh... tú apestas y yo también, a ninguno le gusta el aroma del otro, así que puedes irte.

— Mhm... — Negó mientras sonreía y sacaba la mochila del castaño para poder sentarse.— Creo que no, gruñón.

— ¡Oye! — Se arrepintió de haber alzado la voz en cuanto se ganó varias miradas, gruñó en voz baja y se cruzó de brazos mirando al frente, era una pérdida de tiempo.— Haz lo que quieras.

— Oh. —La sonrisa pareció intensificarse en su rostro y eso enfureció al más bajo.— Lo tendré en cuenta.

Deseó haber sido tragado por la tierra en cuanto se dió cuenta de que sus palabras podían malinterpretarse, era demasiado tarde y sus mejillas estaban levemente ruborizadas, si era por la vergüenza o la furia era algo que nadie sabría con certeza.

Mistake | MinBin Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora