Infierno
Los hicieron firmar un contrato.
Gi-hun tenía muchas dudas.
Pero los demás no lo pensaban ni un segundo y escribían.
Al final firmó, ya no tenía opción y no perdía nada intentando.
O tal vez solo la vida.
Los dirigieron hacía el lugar dónde jugarían.
Sang-woo disimulaba, pero buscaba a alguien en específico con la mirada.
—¡Sang-woo!— Se tensó al escuchar su nombre.
Se tensó más cuando sintió como los brazos de su mejor amigo rodeaban su cintura y lo abrazaban con fuerza.
Se quedó completamente quieto, sin mencionar alguna sola palabra.
—Hijo de... ¿Dónde mierda te metiste?—
Gi-hun se aferraba más a la cintura del menor.—Ah... Seong.—
Su mente quería reaccionar, pero su cuerpo no se lo permitía, quería devolverle ese abrazo que tanto espero para dar.
Pero en lugar de eso, se alejó del mayor.
—Después hablamos...— Dijo Sang-woo fríamente y se alejó del mayor.
¿Después hablamos?
Definitivamente eso hirió a Gi-hun. ¿Acaso el no lo echaba de menos? ¿Acaso jamás pensó en él, ni un poco?
Una voz resonó en el campo extraño de juegos en dónde se encontraba.
Dando indicaciones del juego.
—¿Es una broma? ¿Es cómo el que jugábamos de pequeños?— Una voz resonó cerca de su oído.
Dió un pequeño salto al asustarse.
—Eso parece.— Dijo en respuesta mientras intentaba averiguar con precisión en que se había metido. —¿Ya lo habías jugado alguna vez?—
—Oh, por supuesto que si, cuando era muy pequeño, ¿Y tú?—
—Claro que si, siempre me elegían como la muñeca.—
Los dos rieron.
Al parecer Gi-hun ya había hecho un amigo más.
Por otro lado, Sang-woo no dejaba de repetirse lo estúpido que había sido por no devolver ese abrazo que tanto tiempo esperó.
"Inútil, inútil, ahora va a pensar que no lo quiero y jamás volverá a abrazarme."
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuándo la extraña muñeca comenzó a cantar.
Jugaremos muévete luz verde.
Al principio el estaba confundido.
Miró como un chico muy jóven corrió en cuanto la muñeca cantó.
Pero al dejar de hacerlo, el chico se tambaleó en su lugar.
Haciendo que quedará eliminado.
—Jugador 324, eliminado.—
Un sonido demasíado fuerte pudo escucharse por todo el campo de juego.
Sang-woo frunció el ceño, reconocía el sonido, pero no sabía de dónde.
El chico comenzó a caer.
Algo no iba bien y lo sabía.
Lo primero que su instinto le pidió fue buscar a Gi-hun.
Lo buscó con la mirada, y efectivamente lo miró, hablando con un hombre más joven que el.
Rodó los ojos y se concentró en el juego, aveces le molestaba lo fácil que era que Gi-hun confiara en la gente sin conocerla.
Le molestaba mucho, Sang-woo quería la confianza de Gi-hun solo para él, pero definitivamente la estaba perdiendo.
No sabía en qué momento había pasado todo.
Cuerpos llenos de sangre tirados por el suelo.
Afortunadamente el había llegado a la meta, pero su Gi-hun no.
Solo lo observaba con detenimiento, mirando cada uno de sus movimientos y que no pisará mal.
Al parecer el destino pudo leer su mente.
Miró como su Gi-hun caía.
Para su suerte, un chico extranjero, bastante atractivo, salvó la vida de su mejor amigo.
Cerró los ojos y suspiró más aliviado, aunque aún faltaba que llegará a la meta.
Llegó.
Quería ir y abrazarlo, felicitarlo y pedirle perdón por no haber correspondido ese abrazo. Pero no lo hizo.
Jamás podía, era un cobarde, siempre se echaba para atrás.
Se enojó con el mismo por ser así.
Cobarde, cobarde.
—¡Gi-hun!— Él lo llamó.
Se encontraban nuevamente en el cuarto de muchas camas, Sang-woo miró a Gi-hun a lo lejos y simplemente lo llamó, aunque bien, no sabía con exactitud qué iba a decir o hacer.
El llamado hizo que Gi-hun se asustara por el grito.
Se asustaba mucho.
—Ah... Sang-woo.— El mayor se acercó al mencionado. —¿Qué es lo que sucede?—
—¿Estás bien?—
—¿Yo? ¡Sí! ¿Y tú?— Sus labios mostraron una sonrisa.
Sang-woo admiraba la belleza de Gi-hun, en cualquier sentido.
Aún en las peores situaciones mostraba una sonrisa sincera.
—Bien, ¿Uh? Yo...—
Gi-hun lo miraba atentamente.
Sang-woo quería abrazarlo.
Pero claro, cobarde, cobarde.
Reunión fuerzas de quién sabe dónde y lo dijo.
—¿Me das un abrazo?—