Prólogo.

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Sin hacer ruido, la pesada puerta de madera se abrió, Millie, que presionó el pomo de la puerta con el codo debido a la pila de documentos que llevaba en las manos, entró de espaldas. El pequeño ruido de los pasos de este fue absorbido por el suelo alfombrado.

—Ugh...

Tras colocar una pila de documentos sobre un gran escritorio, comenzó a clasificarlos según su importancia. No había luz en el despacho, sin embargo, no tenía dificultad para ver porque las luces azules del horizonte se colaban por la ventana de cristal que decoraba un lado de la pared.

No fue hasta que el sonido de un gran montón de papel cayendo de golpe que Millie, quien tenía la parte superior de su cuerpo doblada, enderezó la espalda. La carretera que daba a la ventana estaba llena de coches que llenaban las calles a pesar de la vista nocturna.

Sin embargo, ni siquiera el ruido de los coches que pasaban por la oficina en la que se encontraba Millie llegaba correctamente. Sintiendo una atmósfera extrañamente tranquila y apacible, miró de repente a su alrededor.

Como siempre en los días en que el jefe de ese lugar iba y venía a la oficina, su pesado aroma impregnaba el lugar como si fuera suyo. Por ello Millie se ofreció a hacer el trabajo de otras personas, haciendo así labores en horas extras.

El olor corporal del alfa, que se había impregnado en la oficina, rondaba los dedos de sus pies y subía lentamente por su tobillo. El hecho de estar solo en este gran espacio hizo que los sentidos de Millie fueran más sensibles, y la moderada fatiga acumulada al trabajar horas extras le hizo sentir somnoliento.

Tras inhalar de nuevo, Millie comenzó a soltar con cuidado la hebilla de sus pantalones. El sonido crepitante y crujiente parecía sonar con fuerza en el espacio donde estaba solo, pero incluso aquel pequeño ruido, hacía que sus oídos se estremecieran, llegando como una excitación para Millie.

Aquel lugar, fue donde el alfa se quedó más tiempo, ya que sus feromonas se habían fortalecido, secretamente saco su pene y lo empujo frente al escritorio donde había puesto los documentos hace un momento.

—¡Aah!.

Sus rígidos genitales, como si estuvieran a punto de explotar, estaban expuestos. Una línea transparente se formó en el extremo del pene, liso e inmaculado, sin ningún vello corporal. El líquido que se filtraba por el orificio del pene brillaba bajo la luz que entraba por la ventana.

Millie, silenciosamente rodó sus ojos ámbar y evaluando la atmósfera a su alrededor una vez más, envolvió sus dedos blancos alrededor del pilar de sus genitales como si hubiera tomado una decisión.

—Hmm... Sí...

Desde el interior de sus pulcros zapatos, sus dedos se contraían, Millie se mordió el labio para silenciar sus gemidos y, con el pulgar, rozó el fluido corporal viscoso que se había acumulado en la punta y lo esparció por toda la columna. Mientras movía lentamente la mano que sujetaba su pene, inhalo tan profundamente que sus pulmones se extendieron haciendo que su pecho se hinchara, el aroma del alfa que se había quedado y que flotaba en aquella oficina, se impregnó en los pulmones del omega.

—Ah... ngh...

Un aliento estimulante escapó impotente a través del espacio entre sus labios mordidos. El cuello blanco estaba ocupado moviéndose innumerables veces, y el calor alrededor de los ojos rojos se elevó de la emoción. Millie volvió a respirar profundamente y cerró los ojos.

—Mmmm... ¡Uh-Uh!

Las abundantes pestañas temblaban. La feromona, era tan dulce que daba pena exhalar, se impregnó por todo el cuerpo de Millie, haciéndole experimentar una corriente hormigueante. El rápido movimiento de la mano comenzó a aumentar gradualmente. En consecuencia, el pequeño sonido resonante se hacía cada vez más húmedo.

—¡Ahg, Ah-Aaah!

En ese momento en que los labios rojos se deslizaron por los dientes blancos, y el aliento caliente y firme estalló. Habiendo de pronto una luz tenue, Millie, abrió sus ojos que hasta hace un momento estaban fuertemente cerrados por la presencia del orgasmo, mantuvo su cuerpo rígido por la presencia de un intruso inesperado. 

El sumiso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora