💓 Capítulo 18💓

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                     Instinto salvaje I.

   



—¿Qué más tenemos que hacer? —preguntó Mew.
   
—No te ofendas, pero suena un tanto misterioso que te muestres tan colaborador —objetó Gulf con desconfianza.
   
—Tú con tal de protestar…
   
—Bueno, está bien, ayúdame a inflar globos.
   
—¿Globos? ¿Celebraremos la verdadera edad de Zee o su edad mental? Porque solo en el segundo caso entiendo el asunto de los coloridos globos.
   
—Sabía que era demasiado bueno para ser cierto. —Suspiró Gulf—. Vamos, ¡haz algo! —concluyó, tendiéndole un puñado de globos.
   
Mew los observó con una mueca de repugnancia y los apartó a un lado. Gulf puso los ojos en blanco.
   
—¿Y ahora qué es lo que ocurre, Majestad?
   
—No esperarás que pose mis delicados labios sobre un trozo de plástico, ¡a saber cuántas manos lo habrán tocado antes! —explotó—. Eres muy descuidado, Gulf, especialmente teniendo en cuenta que nos encontramos en medio de una catástrofe higiénica desatada por la gripe de la gallina.
   
—Tu estúpido discurso me está durmiendo; cállate ya. Está bien, prefiero que no hagas nada —objetó.
   
—¡Ya te he pillado! Lo haces para luego poder quejarte de lo poco que ayudo.
   
—¡Pero… si has dicho que no querías hacerlo!
   
—Claro, ¡ahora pon excusas! —farfulló con expresión dolida—. ¡Eres un manipulador de cuidado!
   
—Esto ya es insoportable… —susurró Gulf.
   
—Desde luego, desde luego que eres insoportable. Menos mal que al fin reconoces algo —opinó Mew—, mi madre siempre dice que ese es el primer paso para solucionar un problema: la aceptación. ¡Bravo, Gulf!
   
Gulf le dirigió una mueca de profundo asco. Después, conteniendo las ganas de contestarle, cogió un globo de color azul y comenzó a inflarlo hasta que adquirió un tamaño considerable. Hizo un pequeño nudo en el extremo antes de lanzarlo sobre el rostro de Mew.
   
—¿Te has vuelto loco? ¿Por qué me atacas?
   
Continuó ignorándolo e infló otro globo. También ese fue a parar a la cabeza de Mew.
   
—¿Qué te propones, Gulf?
   
Un tercer globo anaranjado le dio de pleno en la cara. Gulf rió. Sin embargo, Mew pareció reaccionar. Alzó su señorial mano y la dejó caer sobre el brazo de Gulf con un manotazo que resonó en el silencio de la estancia.

Gulf lo miró sorprendido.
   
—¿Acabas de pegarme o me lo he imaginado?
   
—Te lo merecías.
   
—¿Qué…?
   
Gulf no pensaba quedarse de brazos cruzados. Arremetió contra él pellizcándole el hombro. Mew, sentado en el suelo del comedor de la familia Kanawut, abrió mucho los ojos.
   
—¡Eso ha dolido!
   
—Era mi intención, idiota.
   
—¡Ésto no se queda así…!
   
Y se abalanzó sobre Gulf descaradamente, empujándolo a un lado y pellizcándole la mano derecha al mismo tiempo. Gulf logró sobreponerse rodando sobre sí mismo y le atestó un puñetazo en la pierna que provocó que Mew se retorciese de dolor. En ese momento se desató la guerra, y los pellizcos, manotazos, puñetazos fueron incontables. Un globo explotó cuando Mew empujó a Gulf y esté cayó sobre él.

Con la mirada repleta de rabia contenida a lo largo de todo el día, Gulf contraatacó tirándose sobre Mew, mordiéndole el hombro con ganas. Mew gritó e intentó quitárselo de encima a base de rodillazos; finalmente, al no conseguirlo de ese modo, rodó sobre sí mismo y terminó tumbado sobre él. Presionó las manos de Gulf contra el suelo, por encima de su cabeza, con lo que lo inmovilizo.
   
—¡Quítate de encima, estúpido, me estás aplastando! —se quejó.
   
Mew lo miró fijamente. La escasa distancia que separaba sus rostros le permitía distinguir los hermosos ojos de Gulf. Ambos respiraban entrecortadamente, como si acabasen de participar en una maratón de varios kilómetros. Mew se había despeinado con la pelea, y algunos mechones rubio cenizo se escurrían alborotados, rozando la frente de Gulf y haciéndole cosquillas. Gulf se removió bruscamente, intentando desasirse de las manos de Mew, pero él lo sujetó todavía con más fuerza, presionando su cuerpo contra el de Gulf.
   
—Si te suelto, ¿dejarás de pegarme?
   
—¡Nunca! —explotó, y le dedicó una mirada de profundo odio.
   
—Entonces tendremos que celebrar el cumpleaños de tu hermano así, tumbados en el suelo del comedor uno encima del otro. —Sonrió con ironía y sus ojos chocolate parecieron brillar intensamente—. Qué interesante va a ser esto…
   
Un tenso silencio reinó durante unos segundos que se hicieron eternos. Gulf comenzó a tranquilizarse, y sus ojos se toparon con los rojizos labios entreabiertos de Mew, los cuales, curiosamente, se hallaban cada vez más cerca de su rostro. De forma inconsciente, cerró los ojos, despacio, como si estuviese esperando algo. Un beso, quizá.
   
—¡Demonios!, ¡mira qué bien se lo montan algunos!
   
Mew dio un respingo, sorprendido, y se apartó rápidamente del cuerpo de Gulf para hacerse a un lado. Zee, acompañado por otros dos jóvenes, los miraba sonriente apoyado en el marco de la puerta.
   
—Joder con tu hermanito… —objetó uno de sus amigos entre risas.
   
—¡Oye, esto no es lo que están pensando! —logró gritar Gulf avergonzado.

BES🤍S bajo el muérdago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora