Era una noche fría y oscura. La única luz venía de la luna y las estrellas y alguna que otra farola.
Gia abrió su mochila que se encontraba en el suelo, cogió un bote de pintura en spray, lo agitó y empezó a dibujar en la pared blanca, recién pintada del señor Byrne.
- ¡Así que fuiste tú! - Gritó una voz.
Gia se giró hacia atrás, donde provenía la voz. Según Gia se dio la vuelta, una luz le apuntó directamente a la cara.
- ¿Sabes cuánto dinero se ha gastado mi padre en repintar esta zona? - Era la voz de una chica. - Es la tercera vez esta semana. - Dijo dando un pisotón, apuntándole con la linterna en una mano y el móvil con la otra - ¡Ya verás lo contento que se va a poner papá cuando se entere de que he encontrado al vándalo! Nos vamos a ahorrar un pastón en seguridad...
-No hay ninguna necesidad de llamar a tu padre. - Soltó Gia tan tranquila.
-No entiendo como estas tan tranquila. No deberías. -Guardó el móvil en su bolsillo y se cruzó de brazos. - No sabes el lío en el que te puedo meter.
- No me asustan tus amenazas de niña pija.
- ¡Te lo estás buscando! - Dijo toqueteando el bolsillo para sentir su móvil. - ¡Lo voy a llamar ahora mismo, ya verás!
La niña pija se miró en los bolsillos de los vaqueros. Luego de no encontrar nada se miró en los bolsillos de su chaqueta.
Se escuchó una risa que venía de Gia.
-No te preocupes, niña pija. El móvil lo tengo yo. Si prometes no llamar a tu padre, te lo daré.
- ¿Cómo sabes que en cuanto te vayas no llamaré a mi padre?
-Porque confío en ti.
La niña pija miró a los lados, nerviosa.
- Ni siquiera me conoces.
-Pero si se me tu nombre, Olivia.
- ¡No solo eres una gamberra ladrona, sino que también una acosadora! - Protestó Olivia.
-Es fácil saber tu nombre cuando eres la hija del primer ministro y te toca salir en todas las noticias. Mucho más ahora.
Olivia pareció entenderlo todo.
- Esto es por la polémica en la que está mi padre metido, ¿verdad? - Interrogó con una voz más callada y suave que la de antes.
- ¿Te das cuenta ahora? - La cuestiono Gia, poniendo los ojos en blancos.
- ¡Oye! - Olivia se puso a la defensiva. - A mí no me tratas de tonta, ¿eh? - Alzó la mano hacia Gia y se enderezo firme. - Dame mi teléfono. Ya.
- Aquí tienes. - Gia se dio por vencida y se lo entregó. - Ahora hazme un favor, no digas nada.
Olivia agarró el móvil cuanto antes, pulsó varios botones y dijo:
- Ya verás. No te muevas de aquí.
Gia ignoró su orden y fue caminando, bajando la pequeña cuesta de la casa que se encontraba encima de una colina.
- ¡Espera! - Salió corriendo detrás de ella. - ¡Te he dicho que esperes!
- Déjame en paz. - Ahora Gia parecía realmente enfadada. - No voy a dejar que me encarcelen.
- No, no, si no es por eso...Es que mi padre no me coge el teléfono.
- ¿Y qué quieres que haga?
- Sería muy bonito de tu parte si me llevaras a casa.
- ¿Me estás tomando el pelo? - Contestó Gia. - Está justo ahí - Señalo la gran casa en donde habían discutido minutos antes. - Además, ¿Por qué te llevaría a tu casa después de tu intento de meterme entre rejas?
ESTÁS LEYENDO
♡𝘨𝘳𝘢𝘧¡𝘵𝘪⚢;𝙬𝙡𝙬
Lãng mạnLa hija del ministro, que mostraba una cara dulce, cariñosa y educada en televisión. Gia, una chica normal, pero más rebelde que el promedio, hizo un grafiti en la casa de su padre.