Las siguientes dos horas transcurrieron lentamente y cada segundo lo sentí como una daga en el vientre. El estruendo del timbre quebró la frase de mi profesor de filosofía por la mitad como un rayo parte un árbol. Todos nos levantamos corriendo de nuestros asientos y yo me escape la primera huyendo a la carrera hacia mi taquilla, a la siguiente clase tendría matemáticas y los preciados libros se encontraban dentro del casillero. Mis piernas se movían solas por pura impaciencia. Quería llegar antes que ÉL. Sí, ÉL. Así había decidido llamarle entre una sarta de insultos habíamos compartido, mi conciencia y yo, que lo mejor sería no volverlo a ver después del numerito de hace unas horas. Un escalofrío recorrió mi espalda ante el recuerdo. No volvería a pasar. Con pasos pesados como el plomo encontré mi taquilla maravillosamente sola y sin pensarlo me precipité hacia ella. Me concentré en meter la llave en la cerradura y descubrir el planificado desorden que era mi casillero por dentro.
La hojas de apuntes se escapaba de los libros en intrigadas direcciones y formas; con tinta borrosa y letra indescifrable excepto para mi.
Saqué sin cuidado el pesado libro de tapas rojas donde se leía claramente "Matemáticas" y lo metí despreocupadamente en la mochila medio abierta mientras tarareaba una de mis canciones favoritas del momento. Había conseguido librarme de ÉL así que estaba feliz.
Cerré la taquilla con un golpe seco mientras buscaba en el fondo de mi mochila mi monedero. Había decidido ir a la cafetería y comprarme un gran bocata de tortilla. <<si sigues comiendo como foca acabaras muerta>> canturreo mi conciencia mientras se reía ante mi patético intento de encontrar mi monedero en el fondo de mi mochila ¿Para qué meto el monedero en mi mochila? Ni idea.
No pude evitar soltar un pequeño gritito de victoria al encontrarlo por fin entre dos libros y alzarlo orgullosa cual medalla olímpica. Sentí como alguien me tocaba el hombro llamándome la atención y con una sonrisa en el rostro me volteé esperando ver la inconfundible melena negra de mi amiga Vera pero lo único que me tope fue con un primer plano de una camiseta oscura básica de hombre que empezaba a parecerme familiar. -Hola de nuevo, mocosa.- Oh my fucking god...... Esa voz.
Levanté un poco temerosa la cabeza para encontrarme los mismos ojos azules que me habían estado persiguiendo durante dos horas en mis pensamientos.