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Park Jinyoung tenía problemas en su matrimonio. Creyó que desde que contraría matrimonio con Jay, relación se haría más estable. Ya que en su noviazgo había dificultades por aceptación de sus padres hacia él. Era un chico humilde, pero de buen corazón. Y creyó que  desde que su padre le aceptó en su empresa, le forjaria para poder verlo con mejores ojos, todo florecería y seria todo como lo imagino.

Pero no estaba siendo así, Jay sin duda acepto el trabajo de su ahora suegro. Pero ahora no tenía tanto tiempo como antes, llegaba tarde a casa, y le dejaba plantado a la hora de la cena. Y su mayor problema es que ya no quería tocarlo. Desde hace dos años que no tenían sexo, o mejor dicho desde que se casaron.

Eso le estaba matando internamente.

No podía creer que el hombre del que se enamoro, ya no le veía atractivo. O simplemente el que ya no le gustara pasar tiempo con él, no lo creía, y le dolía.

Entonces fue cuando una noche checo su teléfono. Sabía que no era correcto, pero no pudo evitarlo, creía que al parecer podía estarlo engañandolo. Nunca tuvieron problemas con ver sus teléfonos, y como nunca tenía contraseña entró sin dificultades.

No debió ver lo que no quería ver. Debía quedarse ciego. Jay le engañaba con otro chico del trabajo, parecía que llevaban tiempo por la manera y confianza en que se hablaban. Teniendo a Jay a lado en su cama, solo pudo preguntarse él que hizo mal. Que le faltó que no vio en él.

Intentó olvidar aquello y tener la idea de que tal vez sólo era una aventura sin importancia. Ya que el seguía siendo su esposo, pero estaba bien se convenció de que podía resolverlo.

Así que decidió ir a terapia.

Le menciono a Jay sobre esto, para que lo hicieran juntos y poder salir de ese bucle de negatividad y el arreglar su relación. Pero al comentarle sobre el tema le lanzó una mirada que nunca antes vio. Como si no le agradara de que la palabra “terapia” y él estuviesen en el misma frase.

Lo que le quebró fue lo que le dijo: “Esa basura no va conmigo Jin, si quieres ve tú, pero yo no estoy loco”.

Si, eso fue todo para que fuera por su cuenta a tratar su nuevo problema. Su frustración de que su vida de casado no resultará, su nueva inseguridad de no ser suficientemente atractivo para su marido, y para acabar, el superar que este no valorará sus sentimientos.

Asi que por si mismo, agendó una cita con un terapeuta. Sus recomendaciones eran buenas, y sus expectativas de salir sano de ahí y superar todo lo que Jay causó en él también le hacían sentirse ansioso y emocionado.

Cuando entró por esa puerta. No creyó que el hombre sería atractivo, no suelen serlo la mayoría de las veces en los hospitales. Aunque eso no era un hospital, bueno no estaba tan informado sobre la rama de la psicología, pero estaba confiado que en sus manos estaría bien.

Dejó su bolso, en el perchero y acomodó su boina para no verse tan desaliniado frente a él. Este le sonrió no tan pronunciado, y le dio los buenos días. Por un segundo solo podía ver su rostro. — Muy bien siéntese señor Park.

— Solo dígame Jinyoung, no me gusta que usen mi apellido. — sonrió esperando no ser grosero por su petición.

— Muy bien, me disculpo señor Jinyoung. Tome asiento. — le apuntó al sillón frente a él. Se sentó y cruzó su pierna como solía hacerlo. Junto sus manos y comenzó a verlas para no tener tanto contacto con su mirada.

Mi Terapeuta : JJPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora