Capítulo IV

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No puedo negar que el nerviosismo me embargaba pero al parecer lucía muy serena. Cuando llegamos pude confirmar que no me imaginé ni la mitad de lo que podría llegar a ser su casa. Era grande, demasiado diría yo, para sólo ser ocupada por él, también era muy bonita. Estaba todo en su lugar correspondiente y limpio. Pero no se sentía cálida ni acogedora, sino por el contrario fría.
Eran más o menos las 7 de la mañana, lo que significaba qué él había dormido conmigo en el hospital o por lo menos pasado la noche porque tenía una cara de no haber dormido ni un poquito.
Me acomodó en su habitación, cosa que me pareció muy rara... Habiendo siete habitaciones disponibles él prefiere darme la de él.
-Es para que te sientas menos incómoda.- dijo como si pudiera leer mis pensamientos.
-Estoy muy incómoda ya, tengo que asearme y necesito ir por mi ropa.
Se levantó de inmediato y me llevó hasta el garaje donde se encontraban 4 autos, uno gris, uno rojo, uno blanco y uno negro. Eran hermosos todos.
Tomó las llaves del negro que era un BMW, y me dejó ser de nuevo su copiloto. Saliendo ya hasta la calle se introdujo en el tráfico de Madrid. 45 minutos más tarde estábamos enfrente de mi apartamento. Baje del carro en su compañía. Abrí la bolsa y saqué las llaves, pero se me hizo imposible abrir. Quizá Fede cerro la puerta más fuerte de lo usual. Me volteé para pedirle ayuda sin notar que él estaba muy cerca de mi. Quise retroceder pero la puerta me lo impidió, él me miraba con sus lindos ojos café. Era la primera vez que lo sentía tan cerca, mi corazón latía muy fuerte, tanto que quería salirse de mi pecho. Me sentía nerviosa. Él se acercó mucho más a mi y no tuve otra opción que cerrar los ojos, quería que el momento fluyera. Sentí su aliento cálido sobre mi cara, luego sobre sobre mi cuello. Yo esperaba ansiosa con los ojos cerrados, pero ya no aguanté más y los abrí de golpe.
Él estaba apoyado en la puerta con las dos manos, con la cabeza gacha y luciendo arrepentido. Yo estaba en medio, descorcertada, desilusionada. Con unas inmensas ganas de llorar. Contuve mi respiración e intenté no moverme hasta que se recompuso. Se veía abatido pero no dijo nada. Sólo me pidió la llave y abrió la puerta.
Yo entré y él detrás de mi. No dije nada, él tampoco.
Lo dejé en el sofá mientras entré a mi habitación, tome ropa de mi closet y la metí en una mochila. Luego pasé por el cuarto de baño y después de darme una ducha y recojer mis implementos de aseo volví al armario dispuesta a cambiarme.
Me puse una braga de algodón y el sujetador a juego. Mi cabello estaba demasiado mojado así que decidí volver al cuarto de baño a retirar la humedad con el secador. Puse la toalla sobre mi cuerpo y fui directo al baño. Cuando estuvo seco mi cabello me dirigí de nuevo a mi habitación. Él estaba ahí, mirando desde na ventana hasta el parque Handcuff que se es contaba enfrente.
-¿Es porque no soy atractiva, cierto?- pregunté con un hilo de voz
-¿Qué dices?- me miró a los ojos.
-No me besaste porque no soy atractiva, ¿no es así?
Él caminó hasta mi, sin apartarme la mirada. Me miró un rato y dijo: «En tus ojos veo la luz que mi vida necesita, sólo tú podrías salvarme, pero yo no quiero condenarte» Sentí que esas palabras recorrieron cada parte de mi ser, sentí que ese hombre al que no conocía había logrado depositar en mi ser amor, ese amor que nunca había sentido por nadie.
-Yo quiero salvarte.- le dije mientras me aproximé. Me incliné. Él tomó mi cara con sus dos manos, puso sus labios contra los míos y me besó. Me besó como nunca me habían besado, me besó tan profundamente que en su beso se notaba su impaciencia, y esa calidez que a simple vista no se percibía, luego posó sus brazos alrededor de mi cuerpo y me abrazó muy fuerte. Yo separé mis labios de los suyos y pose mi cara en su cuello, él me levantó en sus brazos. Seguía abrazándome con sus ojos cerrados, ésta vez era él el que se refugiaba en mi cuello, se notaba temeroso, sin ganas de salir de ahí.

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⏰ Última actualización: Apr 28, 2015 ⏰

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