Capitulo IV

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El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.
-William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.

Mire el reloj que estaba en la pared de la cocina, era tan tarde. ¡Habían pasado 3 horas! Mi papá ha de estar buscándome.

-Creo que ya es hora de que me vaya- dije nerviosa.

-No permitiré que te vayas sola- contestó Delilah. -Alex te acompañara-.

Alex asintió y me sonrió. -Ahora vuelvo- dijo él.

Salió de la cocina, me imagino que se dirigió al baño. Es tan guapo, su sonrisa es tan linda y yo me siento tan tonta porque no se que hacer.

-¿Te agrada mi hijo?- preguntó Delilah.

-Supongo. Es lindo- dije y ella sonrió.

-Es algo especial-

-Mucho- dije y después me arrepentí. ¿Por qué dije eso? Se puede mal interpretar.

Delilah se acercó a mi oído.

-Alex corto hace 2 semanas con su novia y ya la olvido- susurro y luego se alejo.

-¿Que?- dije y Alex entró.

-No me hagas repetirlo otra vez porque se que me escuchaste muy bien- dijo Delilah guiñándome un ojo.

-Ya estoy aquí señoritas- dijo Alex -Vamos-.

Caminamos hacia la entrada los 3.

-Cuídense- Miro a Alex -Te doy permiso de que no llegues a dormir hoy- dijo Delilah en un susurro reprimiendo una sonrisa.

Claramente no funciono su susurro por que yo la escuche muy bien. La palabra "imprudente" resonaba en mi cabeza. Se me subieron los colores al rostro y mire a Alex, el seguía con su expresión despreocupada y con su cara tan tierna.

-Adiós mamá- dijo él.

-Adiós chicos- dijo alegre Delilah. -puedes venir cuando quieras Emma.

-Si, gracias- le sonreí.

Salimos y empezamos a caminar en silencio. Que incomodo.

-¿Es tarde no?- dijo él con su voz tan perfecta. Me estoy excediendo.

-Si- dije sin mirarlo.

Entrelazo su brazo con el mío, no lo puedo creer, me esta tocando. Tranquila Emma. Me siento tan estupida, tan insegura, que no te intimide Emma, se valiente.

Me soltó, ¿qué te pasa Alex!? Ibas tan bien...

Se empezó a quitar el suéter, y me lo paso mirándome a los ojos. No me mires así, siento que todo el mundo se para.

-No es necesario- digo rechazándolo, como siempre intentando hacerme la difícil.

-De verdad, tómalo, hace frío. Te puedes enfermar-

Lo tome y me lo puse. Huele tan delicioso y es tan calientito, que me dan ganas de colgarlo en una pared de mi recamara y poner veladoras con fotos de Alex. Agradezco que mis pensamientos no pueden ser escuchados, quisiera reírme de mi misma ahora.

Él volvió a pasar su brazo por mi brazo. Después me miro y río.

-¿Qué pasa?- dije.

-Te despeinaste- dijo sonriendo y comenzó a peinarme con las manos.

-No eres de por aquí ¿cierto?- dijo.

-No. ¿Cómo lo supiste?-

-Créeme, si te hubiera visto lo recordaría- dijo mirándome a los ojos. ¡No me mires a los ojos!

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⏰ Última actualización: Oct 13, 2015 ⏰

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