Capitulo 4

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Odiaba pensar.

Odiaba pensar todo.

Mi cerebro lanza una y otra pregunta sin parar : ¿Qué pasa si...? ¿Y si...? ¿Pero si sucede...? ¿Qué puedo...? ¿Es mi culpa...?

Era demasiado frustrante. Odiaba tener esa vocecita en mi cabeza, no me gustaba. Quería que se apagara, apagar todo sentimiento que tuviera.

¿Por qué no podía solo dejar de pensar?

No quería pensar en eso.

Eso que lleva atormentándome desde hace tiempo. Eso que ni siquiera sé si es verdadero. Eso que tanto temía.

Solté un gruñido por lo bajo apretando mi puño viéndome por el espejo del baño. Mechones de cabello caían por mi frente. No entraba mucha luz por las mazmorras.

Era de madrugada. Mis compañeros dormían plácidamente mientras yo tenía toda un debate con mi cabeza que no me dejaba dormir. En cuanto cerraba los ojos, aparecían las preguntas.

Tense mi mandíbula, inhale y exhale repetidamente tratando de controlar mi respiración que se había agitado, algo que solía sucederme cuando me estresaba.

No iba a salir de las mazmorras. Ni de loco. ¿A estas horas? Lo único que lograría es llamar la atención de los cuadros, y debía admitirlo, habían pasillos que me daban miedo, su total silencio era demasiado... terrorífico. Todo estaba oscuro, y sentías una presencia. ¿Los fantasmas? Lo dudo. Era otra cosa.

Humedecí mis labios rascando mi ceja al regresar a la habitación. Farley y Goyle estaban roncando. Cuanto los envidiaba. En el momento que tocaban la almohada caían en un profundo sueño. Mientras que yo, tenía estas ojeras peor que un mapache.

Me recosté en la cama viendo el techo, pellizqué el dorso de mi mano tratando de despejar mi mente, al ver que no funcionaba, empecé a tallar mi mano en mi pecho; no tan recio, pero si lo frotaba no tan delicado. Cerré mis ojos calmándome.

No supe a qué hora caí rendido, pero al abrir mis ojos noté que ya era de mañana. No entraba mucho el sol a las mazmorras, pero teníamos una alarma mágica que soltaba un sonido chillante.

Aproveche para darme una ducha y me cambié, cada noche en la cena los elfos nos dejaban un nuevo cambio de uniforme limpio. Pase el cepillo por mi cabello rubio y me cepille los dientes tomando la mochila. Así no tendría que regresar por ella al terminar el desayuno.

Salí de las mazmorras junto con Farley y Goyle, hablaban animadamente de un juego de cartas mágicas que hacían los de sexto y séptimo año. No era secreto que Hogwarts escondía sus cosas, para empezar;

¿La venta de cigarrillos?

¿La venta de productos de broma y/o productos ilegales?

¿Juegos ilegales como las cartas mágicas, batallas mágicas, carreras mágicas, retos mágicos (por dinero)?

¡El juego de cuidado con la serpiente!

Bueno. El último ya es prohibido desde que un chico salió lastimado al ser arrojado por las escaleras y haber caído de cabeza.

Pero vamos, a varios le divertían. En especial los de Slytherin.

Entre al Gran Comedor yendo a la mesa de Slytherin. Ya varios estudiantes se encontraban desayunando al igual que los profesores que estaban a unos metros.

Estoy aquí. |Colin Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora