2."Una ensoñación de mis recuerdos."

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Mark

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Mark

Observo con impaciencia el vaso medio vacío de cerveza mientras pienso en acabar con este fatídico día de una vez por todas.

Agarro el frío cristal y bebo de un trago el líquido restante. Ya es la sexta y no logro mi objetivo: emborracharme hasta el punto que deseo para poder olvidar.

A veces ignoro a mi hermanastra, pese a que no debería hacerlo. Ella siempre afirma que no hay que proyectar nuestra vida en nuestro oficio. Pero la pregunta es: ¿Y en qué la proyectas si no existe nada más en tu vida? La única solución que le encuentro es el alcohol.

Sé que lo que elegí en su momento por pura vocación no iba a ser fácil, sobre todo cuando se producen días como estos. El hospital no es todo alegrías y menos cuando sin quererlo, te encariñas con los pacientes.

Hoy he cumplido plenamente con mi jornada, pero para mí se ha acabado a las doce del mediodía, cuando he tenido que informar del deceso de una niña de diez años en quirófano por problemas cardiacos.

Desbloqueo mi teléfono móvil para llamarla, pensando en el año de tratamiento que hemos estado realizando para que todo quedara en una fría sala lúgubre y azul. Aprieto los labios en una firme línea mientras espero a que conteste, cosa que creo que será algo imposible, son las dos de la mañana

Un tono, dos, tres. Escucho una respiración lenta.

—Si es una broma no tiene gracia —la escucho decir adormilada y no puedo evitar que mis labios esbocen una sonrisa triste, su voz da sosiego, necesitaba escucharla.
—Olivia, de verdad que yo no quería que pasara eso, lo sabes, ¿no?

Hay un silencio incómodo al otro lado de la línea. Oigo cómo despega el dispositivo de su cara para luego volver a colocarlo.

—Mark... Ni siquiera estabas en quirófano, no ha sido culpa tuya.

Me duele como mi compañera de trabajo trata de consolarme cuando sé que la que está consumida es ella. Es su segundo año trabajando en lo que quería ser de pequeña, pediatra, y el mazazo no le ha tardado en llegar.

—Me pregunto qué habría pasado si hubiera estado allí. ¿Y si ha sido una negligencia médica? Nuestro equipo no está muy centrado que digamos.

—No ha sido ninguna negligencia médica —asegura antes de empezar a llorar—. Ella parecía estar bien, pero la necrosis miocárdica no paraba de extenderse y lo sabes. Nadie ha tenido la culpa de nada.

—Ella quería ser como tú —digo con voz afligida. A los médicos siempre nos aletea el corazón cuando escuchamos a niños pequeños decirnos que quieren estudiar Medicina.

—Cumplirá sus sueños en otra vida. Es lo que me consuela —dice antes de derrumbarse—. Dios, Aiden está en casa de su hermana a más de cinco mil kilómetros y me encuentro tan sola.

—Voy para allá —no dudo de mi respuesta.

—¿Qué? ¡No! —niega rotundamente antes de calmarse ligeramente—. ¿Estás borracho?

POR TODOS NUESTROS RECUERDOS 💚 [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora