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-Pero mamá ¿por qué llevan a Thiago y a mí no?- Se quejó el pequeño Tomás frente a sus padres, el señor Arbillaga tenía al pequeño niño de apenas un año entre sus brazos meciendo al mismo con una sonrisa mientras que su madre se agachaba frente a él.

-Él es un bebé cariño, tienes que entender que necesita un cuidado especial.- Dijo aquella mujer tomando las mejillas del pequeño castaño que solo podía hacer un puchero, desde que su hermanito nació dejaron de prestarle aún menos atención que antes.

Para empezar ahora tenía dos hermanos, él era el del medio, todos dicen que los hermanos del medio son invisibles y justo acaba de comprobarlo, antes de que Thiago llegara a sus vidas, sus padres se la pasaban pendientes de Matías quien siempre había sido bastante problemático de pequeño y por ello Tomás pasaba desapercibido al ser el más tranquilo de los dos.

A veces quisiera volverse tan travieso como su hermano pero simplemente no podía, era imposible, así que simplemente se resignó.

-Está bien... ¿Entonces con quién me quedo yo?- Preguntó Tomás y su madre sonrió amplio apenas escuchó el timbre.

-No olvides a tu niñera, Angie.- Habló su padre mientras abría la puerta y una adolescente de cabello azul entraba a aquella casa con una amplia sonrisa.

Tomás en ese momento deseó que Matías lo hubiera invitado a la pijamada en donde se encontraba pero ya no quedaba nada que hacer, su cruel y malvada niñera había regresado.

Ya ni siquiera recuerda cuantas veces estuvo con ella, todas las ocasiones fueron desastrosas cabe mencionar pero al menos Matías lo acompañaba a pesar de que ella los atormentaba a ambos.

Sin embargo ahora que Matías se la pasa en cualquier sitio menos en casa, Tomás tendría que sufrir las consecuencias.

-Comportate bien Tomi, volveremos tarde.- Se despidió su madre con un beso en su cabeza y Angie sonrió angelicalmente hasta que ambos padres salieron de la casa con el bebé en sus brazos el cual por cierto había estado dormido durante toda la conversación.

-Bien gusano, ya sabés las reglas, ahora andá y lava los platos, yo pediré algo de comer.- Ordenó aquella chica sonando tan intimidante como siempre caminando hasta el sofá donde se recostó empezando a ver la televisión.

-¿Por qué siempre hago todo yo? ¿ni siquiera podemos hacerlo juntos?- Preguntó el pequeño niño caminando hacia la chica la cual levantó una ceja en burla.

-Creo que no me he explicado bien "Tomi".- Empezó la peliazul haciendo énfasis en aquel apodo. -Vos hacés las responsabilidades y yo me relajo aquí ¿o acaso querés que pase lo de la última vez?- Amenazó la chica tomando la camiseta del menor con firmeza y éste al tener aquellos recuerdos simplemente negó con la cabeza corriendo a la cocina.

Media hora después de terminar de limpiar lo que se suponía era trabajo de Angie, el pequeño Tomás se dirigió exhausto hasta donde su niñera esperando al menos algo de comida, su rostro se iluminó al ver una caja de pizza sin embargo apenas la abrió ésta estaba vacía y la peliazul se lamió los dedos soltando una carcajada.

-Ow, lo siento, estaba hambrienta... Pero en fin, a la cama mocoso.- Dijo y tomó de la mano al infante para llevarlo escaleras arriba hasta su habitación donde lo alzó para meterlo bajo las cobijas con fuerza.

-¡Apenas son las 7!- Se quejó el castaño forcejeando un poco aunque terminó siendo enrrollado como un sushi entre sus cobijas.

-La hora perfecta para que mocosos como vos duerman y minas como yo podamos ver la televisión, así que duermes gusano ¡o te duermo yo!- Gritó y ante esto Tomás se asustó volteandose a un lado cerrando sus ojos escuchando como la chica se iba de su habitación finalmente.

𝐏𝐚𝐝𝐫𝐢𝐧𝐨𝐬 𝐌𝐚́𝐠𝐢𝐜𝐨𝐬 ♡ 𝐓𝐨𝐦𝐚́𝐬 + 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐯𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora