Carta #1

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17 de junio de 2022.

Bien... Nunca en mi vida creí que escribiría algo así, pero bueno, aquí estamos. Yo, Hwang HyunJin, por medio de estas cartas —porque sí, serán varias—les contaré mis numerosas decepciones amorosas. Empecemos por la primera, y la menos dolorosa de todas.

Era agosto de 2018 —no recuerdo exactamente que día—, y como siempre. Yo llegaba atrasado por culpa de mi madre, quién siempre se quedaba dormida y por consecuente, no me despertaba para ir al colegio.

Y si, estoy seguro que algunos dirán "¿Pero es que acaso no te puedes levantar solo?" Pues, por lo general, los Hwang siempre hemos sido de sueño pesado. Por lo cuál, aunque tengan más de mil alarmas programadas para despertarse, no lo harían y la única manera de despertarlos es con un grito de sus madres.

Lastimosamente, la mía tiene un sueño igual de pesado que el mío.

Cielos, ya me desvíe del tema principal de esta historia. Bueno, como les decía, estaba llegando tarde a clases. Corrí lo más rápido que puede a la parada de bus que queda cerca de mi casa, éste estaba a punto de irse pero me apresure a subir en el.

El viaje fue demasiado lento y aburrido para mi gusto. Es más, estoy seguro que el maldito universo está conspirando en mi contra hoy para que tenga un mal día. Sin embargo, no me dejaré vencer tan fácil, soy una persona positiva y optimista.

Una vez llegué a mi destino, me baje rápidamente del bus y corrí hacia la entrada del colegio. En la puerta de éste se encontraba el inspector, quién me dirigió una dura mirada mientras fruncía el ceño.

— Joven Hwang, ¿tiene usted idea de la hora que es?— su tono de voz fue autoritario y yo negué con mi cabeza un poco asustado. Temia recibir un gran regaño de su parte— No te preocupes, no te regañaré y tampoco marcare este atraso en tu expediente. Pero que quede claro que solo será por esta vez, la próxima vez que llegues tarde no te dejare poner un solo pie dentro de este colegio. ¿Entiendes?

— Sí, lo entiendo, señor Kim.—asentí y el inspector me sonrió mostrando sus característicos hoyuelos— Gracias por todo— sin más preámbulo ingresé al lugar que ha sido mi cárcel por más de dos meses desde que comenzó el año escolar.

Caminé rápidamente a mi aula, pasando por una de las canchas del colegio y sin querer mi pie se resbaló y caí al suelo golpeándome el trasero y raspandome mis codos.

—Maldición, hoy definitivamente no es mi día—susurre con frustración e intenté levantarme del suelo. Sintiendo al instante el ardor de los raspones de mis codos.

Logré con éxito levantarme del suelo, procedí a sacudir el polvo que quedó en mi uniforme al caerme y luego empece a caminar con más cuidado a mi salón de clases. Una vez estuve frente a la puerta de este, golpeé varias veces para que me abrieran y gracias a alguna fuerza divina, uno de mis compañeros de clase me abrió y no la profesora que debía estar ahí en esa respectiva hora.

—Tienes suerte, Hwang. La profesora de Ciencias Naturales ha enfermado y no ha venido hoy— dice Choi YeonJun, mirándome con una sonrisa ladina para luego ir a sentarse en su pupitre.

Me límite a suspirar y agradecer internamente a mi suerte, ante lo dicho por aquel chico alto de extraña personalidad. Ambos teníamos doce años, pero ¿por qué yo parecía uno de los enanos de Blancanieves a su lado? Sinceramente, me preguntó que le dará de comer su mamá para que sea así de gigante.

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