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Me desperté en una sala oscura, pintada de gris con claras marcas de violencia como puede ser la sangre de las paredes o las grietas que hay por la pintura de dicha.
Me encontraba atada, no sabía donde estaba, solo recordaba aquel sueño que había tenido mientras notaba mis mejillas mojadas por las lágrimas que las habían recorrido cual carretera.
Suspiré apoyándome en la única pared que había libre de alguna sustancia que pudiera mancharme y me dediqué a esperar a que alguien viniera. De la nada empecé a escuchar discusiones bastante fuertes.
- ¡Te dije que aun no estaba listo pedazo de pastilla! - Habló uno con claros indicios de enfado.
- No la necesita más. Esta curado. No sé porqué hicieron esto. Es innecesario. - Expresó otro con total paz.
- Sí, esta curado cuando has visto lo que acaba de pasar. Eres gilipollas. - Comentó un tercero con clara ironía.
- ¡Eh payaso a mi no me vaciles!
- ¡Te vacilo si quiero rombos!
Me asusté cuando dejó de escucharse la conversación para ser sustituida por el estruendo de la puerta metálica de la sala siendo abierta con extrema violencia dejándome ver al albino con el que había soñado. Nada más lo vi mis recuerdos volvieron provocando que llore.
-M-Man- No pude continuar pues me di cuenta de que él venía para dónde estaba llorando.
Me desató para acurrucarse en mi pecho ambos sentados en el suelo.
- ¡No te vayas! Nunca. - Gritó mientras lloraba.
Acaricié su cabello para tomarle de las mejillas para que me mirase.
- Soñ- No me dejó hablar pues me besó de forma cálida mientras seguíamos llorando.
- No lo digas... Lo sé. - No pude evitarlo más y me aferré a su espalda para esconderme en su cuello para llorar. - No pude evitar el suicidio de mi mejor amiga T/N.
- Yo maté a mis padres y los cosí. - Pronuncié temblando en sus brazos.
- ¿Porqué? - Me preguntó provocando qué temblase más. - T/N. - Me acarició el cabello. - ¿Te gustaba? - Me tensé de inmediato. - ¿Esa chica de cabellos azules y repleta de felicidad? ¿Te gustaba Aoi? - Se formó un silencio para luego esconderme más es su frágil cuerpo.
- Sí. - Contesté en un hilo de voz provocando que llorase más.
- Los mataste por eso, ¿no?
Automáticamente me vinieron los recuerdos de aquel día.
- Hija, ¿Qué quieres decirnos?
Me encontraba en el salón con mis padres dispuesta a decirles todo por al fin y al cabo siempre me han dicho siempre me han explicado que sea lo que sea mi apoyaran.
