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QUERÍA QUE FUERAS TÚ

BRIGHT

Lo último que había visto antes de despedirme de todo el mundo fue la forma en que bailaba con Sun sobre sus pies, era una imagen preciosa y de todas las fotos que tenía en mi teléfono era la única que había podido tomar yo, ahora podría verla recordando la forma en que el cachorro se reía con él haciéndolo girar lentamente.

Mi alfa se hundió en sueños que no había notado estaban ahí, imágenes donde los cachorros que Win sostenía no eran prestados y la persona con quien bailaba no era un extraño, si cerraba los ojos en la enorme, silenciosa y vacía casa, podía sentir ahí con él, que las sonrisas, los suspiros y los te amos, eran nuestros. Pero al abrir los ojos seguía estando solo.

Suponía que esto a lo que llamaban karma, me fui de ahí sin luchar por nosotros, ni siquiera intente remediar las cosas o al menos pedirle perdón, tan solo fingí que no había pasado, creyendo que no significaba nada, ahora entendía porque había tardado tanto tiempo en enfermar, era curioso cómo era fácil ver los errores en pasado, saber que había hecho mal ahora no me servía de nada.

Mientras dibujaba la línea de su mandíbula con las puntas de mis dedos, deseé no haberme deshecho de las únicas cosas que tenía suyas, ahora mismo había apreciado dormir envuelto en una sábana con ese aroma a menta clavado en cada uno de mis sentidos o al menos aferrarme a los osos de peluche que un día ayude a subir hasta su habitación. Pero no tenía nada, no fue suficiente arruinar nuestra historia, tenía que destruir los recuerdos también.

Suspiré pesadamente mirando las escaleras desde el sofá de la sala, me dolían las piernas y el mareo de los últimos días no me dejaba moverme sin que todo lo demás diera vueltas, pero no quería que mis padre me encontraran aquí, así que sosteniéndome de cada mueble a mi alrededor me puse de pie y caminé hasta subir escalón por escalón rumbo a mi habitación.

Tan pronto abrí la puerta imaginé como sería tenerlo aquí, seguramente se habría reído de las fotos en el librero y me preguntaría si había leído en realidad todos esos libros, diría que la cama era tan dura como la que estaba en mi apartamento, a este punto seguramente le habría preguntado a mi madre si era verdad que me había enseñado a preparar todas esas pastas y ella le habría dado su receta sin dudarlo.

Quizás si hubiera tomado su mano en la pista para hacerlo dar vueltas lentamente, si el pastel no hubiera sido el incorrecto y si en lugar de temer por idioteces que solo estaban en mi cabeza, hubiera sido quien prepara todo para esa noche, quizás entonces él estaría aquí y no tendría que imaginarme cosas que nunca podría tener.

Las señales estuvieron siempre ahí, desde nuestro primer beso, hasta el instante en que terminó, era yo quien había seguido a Win con la falsa idea de experimentar, cuando lo cierto era que después de verlo de nuevo no podía dejar de preguntarme como habría sido todo de haber estado juntos, y ahora era mi alfa quien lo necesitaba después de haber descubierto lo que era tenerle.

Echaba de menos su cuerpo calientito aferrándose al mío al dormir, sus delicados dedos cuando colocaba la gasa en mi frente, las cenas en que no podía dejar de reírme de cada anécdota que tenía para contar...

La idea de que ahora estuviera haciendo todas esas cosas con él hizo que mi corazón se encogiera un poco más, quería saber si disfrutaba más sus besos, si era feliz al dormir contra su pecho, Dios ¿dormían juntos?

Mi alfa gruñó furioso y sin llegar a la cama salí de vuelta decidido a salir de esa casa, necesitaba hablar con alguien más, no podía seguir mintiéndome a mí mismo con la idea de que solo había regresado por la jodida boda, ya no podía esconder que me estaba muriendo lentamente por la pérdida de alguien que nunca fue mío, finalmente la realidad explotó sin darme tiempo a prepárame, solo puso ahí, mostrándome que siempre fue él.

Eras tú  || BrightWinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora