O2. Cardigan

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Regresar a casa después de la pelea significó un problema aún peor, en la entrada recargado en el marco de la puerta los esperaba Neil Hargrove, cuyo temperamento e impulsos terminarían matando a su hijo algún día.

Billy miró de reojo a la chica pelirroja que sin poder ocultarlo se estremecía en su asiento abrazando sutilmente su cuerpo, el californiano sintió un poco de pena por tener que darle esos espectáculos casi todas las noches. ¿Era su culpa? Por supuesto que no, ni tampoco la de Max pero esa era la vida que tenían ahora.

Neil les permitió entrar sin hacer nada, pero en el momento que la puerta se cerró detrás de ellos Billy pudo sentir un fuerte empujón contra la pared más cercana. Su mirada llena de odio analizaba el rostro pálido de su hijo, no tenía ni un solo rasguño sin embargo; se había metido en problemas.

-¿Qué fue lo que te dije, muchacho? -preguntó con desprecio mientras miraba sus manos llenas de sangre.

-Que no me metiera en problemas. -murmuró en voz muy baja, sin apartar la mirada de su padre que con cada segundo que transcurría parecía que perdería más la razón.

-¿Y qué mierda hiciste ahora? Porque Hopper estuvo aquí hace un momento y no parecía contento.

Billy no respondió. No tenía nada para decir sin hacer evidente que la había cagado y por un hombre que ya no lo quería ver ni en pintura.

-¡Respóndeme cuando te hablo! -gritó al mismo tiempo que dio un fuerte puñetazo en sus costillas mandándolo directo al suelo.

Billy podía escuchar los gritos y las súplicas de su hermanastra, su mirada borrosa distinguía vagamente su pequeño cuerpo intentando empujar a su padre sin mucho éxito.
Cuando despertó todo en él le dolía, sobre todo las costillas y el rostro, su padre ya no se esforzaba por cuidar sus golpes.
Antes se media sabiendo que si alguien descubría lo que le hacía a su hijo, terminaría en graves problemas.
Pero ahora parecía darle lo mismo, era un pueblo nuevo y nadie lloraría por el marica de Billy Hargrove.

Escuchó un golpeteo en su ventana, era como el impacto de una piedra contra el cristal.
Lo ignoró pensando que alucinaba, pero los golpes se volvieron constantes y más fuertes, peligrosamente miró hacia su puerta esperando ver a su padre rabioso preguntándose por qué hacía tanto ruido, pero eso nunca pasó.

Billy se levantó con dificultad de la cama, ni siquiera recordaba cómo había llegado hasta ahí. Abrió las cortinas y se encontró con el rostro sonriente de Steve Harrington, que de inmediato se transformó en preocupación en cuanto vio lo mal que estaba.

-¿Qué haces aquí, Steve? -murmuró con la voz evidentemente cansada y sin muchas ganas de discutirle o insultarlo.

Abrió la ventana permitiendo que el chico entrara y de inmediato volvió a la cama sin dejar de sentir su intensa mirada en él.

-Se ve peor de lo que en realidad es, princesa.

-¿Tú padre otra vez?

Billy no tuvo que responder, tan solo lo miró avergonzado de que lo encontrara así.
Desde hace tres meses Steve era consciente de lo que sucedía en la casa de los Hargrove y el constante abuso de su padre, solía ayudarlo con los golpes y también le daba como refugio su hogar. Pues después de todo, así habían comenzado a volverse cercanos.

-¿Qué piensas? -cuestionó el californiano con curiosidad.- Es raro verte tan callado.

-Recordaba el día que te encontré en la carretera lleno de sangre y sin poder caminar.

Un silencio sepulcral invadió toda la habitación, Billy se sorprendió que aquello viviera aún en la memoria de Steve.
Ese día parecía tan lejano ya, que le costaba siquiera recordar el motivo de que su padre lo golpeara.

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2022 ⏰

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