Capítulo 1: Ruido

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Ruido, en la oficina solo había ruido. El ambiente era tenso, nadie sabía que hacer. Los trabajadores no paraban de teclear y hablar entre ellos. "Necesitamos tener esto listo antes de la rueda de prensa" "Carlos, dame el impreso que tienes a tu derecha"

De la puerta principal, entró una figura alta a paso firme. En ese instante, el silencio fue lo que reino en la sala hasta que la figura entró a otra habitación cercana.

En la sala, había una gran mesa ovalada. Alrededor de ella, había gente discutiendo sobre un tema que estaba expuesto en una pizarra cercana. El hombre se sentó en una silla un poco alejada del barullo, mientras otra persona llamaba a la tranquilidad.

-"Venga, ya estamos todos. Empecemos la reunión"- Una llamada poco exitosa, ya que nadie bajó la voz ni para escucharle. Fue un golpe seco en la mesa lo que logró amansar a las bestias.
Todo el mundo se giró hacia el hombre, que aún tenía el puño cerrado tras dar el golpe.

-"Señor Sánchez, no le había visto"- Dijo torpemente el general Suárez, mientras se ajustaba la corbata nerviosamente. El señor Sánchez alzó 4 dedos.

-"4. 4 meses llevamos detrás de Odissey y cada vez es peor. La Operación Norte está en la situación más crítica de todo este tiempo. Necesitamos soluciones rápidas y ya. "- Su tono frío y seco erizaba el pelo de todos los de la sala.

-"Tras la entrevista de hoy tenemos que pensar en una mejor táctica..."- Agarro un papel con un guion y salió de ambas salas. Los periodistas que esperaban en la puerta de las oficinas de la policía no tardaron en rodearlo y empezar a preguntarle.
"Señor Sánchez, ¿se sabe algo más del asesinato del ex-militar?" "Señor Sánchez, ¿ya se sabe de algún posible culpable?"

-"Todas sus dudas se resolverán en la rueda de prensa de esta tarde"- Seguía caminando, de forma implacable. No fue hasta que había caminado unos metros de las oficinas que los periodistas le dejaron en paz.

Andrés abrió con algo más de fuerza de la usual la puerta de su domicilio, donde su hijo Izan se encontraba leyendo. Alzó la mirada levemente, saludando a su padre con una sonrisa. Andrés se sentó a su lado, revolviendo con dulzura el cabello ondulado de Izan.
-"¿Qué tal en el instituto hoy?"- Preguntó Andrés, como siempre hacia cuando volvía de trabajar.

-"Pues bueno, como siempre..."- Respondió de inmediato el menor. Con ese "como siempre" solo quería decir que no había hablado con nadie en todo el día. Como mucho, había respondido a alguna pregunta que le había echo la profesora Ana en clase de filosofía. Esa señora solía preguntarle mucho, ya que no prestaba mucha atención a su clase. Filosofía era bastante aburrida, ya que solo les mandaban estudiar frases que, según la profesora, "Eran importante para la vida diaria".

Andrés, sabiendo la nula vida social de su hijo, frunció levemente el ceño en señal de reproche.
-"Debes socializar un poco Izan, un chico de 16 años no puede pasarse la vida en casa leyendo"- Reprochó con tono serio y triste al mismo tiempo. Temía que su hijo se convirtiera en un inadaptado social. Pero ya era tarde para tratar de insertarle en los grupos del instituto, ya que estando en 1° de bachillerato era complicado. Solo esperaba que cuando entrara en la universidad encontrara gente de su mismos gustos.

Tras unos incómodos segundos de silencio, Andrés se levantó del sofá mientras se arreglaba la ropa arrugada.
-"En fin... ¿Qué quieres para comer? ¿Lasaña?"- Fue solo oír esa palabra y el paladar de Izan se hizo agua. Si la kriptonita era la debilidad de Superman, entonces la lasaña era la de Izan. Andrés se rió levemente y fue a la cocina, poniéndose un delantal y empezando a calentar la lasaña mientras Izan ponía la mesa para los dos.

El secreto de los callejonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora