La calle estaba abarrotada de ruidos diferentes, pero todos conducían a la misma conclusión: algo malo había pasado. La ambulancia trataba de curar las heridas de la chica lo antes posible, mientras la policía interrogaba a la gente que estuvo cerca de la agresión.
- Yo solo oí a las ambulancias.-
-Si, yo tampoco escuché nada extraño.- Declaraban los camareros de la cafetería sin dejar de atender a sus clientes, que no paraban de comentar lo sucedido. Y como no, los rumores empezaron a esparcirse. Algunos decían que era un ex-novio celoso, un ajuste de cuentas con el hermano de alguien... Lo que la gente se inventa cuando ya no sabe cómo hacer más interesante su vida. En lo que todo el mundo estaba de acuerdo, es que la chica estaba bien cuando había salido del instituto. Tras unos minutos, y que la joven hubiese sido trasladada al hospital, el barrio había vuelto a la monotonía habitual. Como mucho, se oía a la gente cuchichear sobre lo sucedido. Nadie había logrado distinguir a alguien que pudiera ser sospechosos de la agresión.
Los camareros también se unían a las conversaciones, convirtiendo aquella cafetería en una especie de Cluedo grupal. Todos sospechaban de todos, y nadie lograba sacar ni una pista.
La policía estaba igual de estancada que los comensales, tratando de encontrar el más mínimo error cometido por el agresor para poder investigar. Pero no hallaban nada. Ni un pelo, ni una huella, ni un testigo y ni una cámara. Parecía que el crimen se había cometido de manera totalmente planificada como si de una mafia se tratase.
La única pista era la muchacha que se encontraba en el hospital, pero se encontraba descansado y no debían despertarla.
Todo esto molestaba a Andrés, sabía que habían vuelto a ser los chicos de Odissey pero le enfadaba no lograr encontrar una prueba que sostuviera su teoría.
-"¿Como es posible que unos chavales logren hacer algo así sin fallar?..."- Pensaba el General Sánchez, dándole vueltas al asunto. Era imposible que pudieran pensar cada mísero detalle, algo se les tenía que escapar... Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una llamada entrante de la oficina que tuvo que responder para luego dirigirse hacia esta en el coche patrulla.Izan estaba acabando sus deberes de Química cuando recibió una llamada de su padre, el cual sonaba algo enfadado.
-"Izan, ¿estás en casa?"- Preguntó el adulto directamente. De fondo, se podía oír ajetreo y papeles siendo traspasados de mano a mano.
-"Si, ¿por?¿Está todo bien papá?"- Preguntó el chico, algo asustado. Las llamadas desde la oficina de su padre no solían ser cosas serias, pero está sonaba muy poco relajada.
-"Si, solo necesito que te acerques a la oficina. Necesito hablar contigo urgentemente y no puede ser por teléfono"- Dijo Andrés, colgando tras pronunciar esas palabras.
Izan no dudó dos veces y se echó al camino tras cerrar la puerta del apartamento.En la oficina reinaba el caos y los papeles. La gente respiraba un aire de tensión que incluso parecía poder matar a alguno de los presentes. Los teclados no paraban de sonar y los ficheros volaban de un lado a otro. Los empleados llegaban a sudar debido al estrés y la rapidez a la que debían trabajar. Tenían que analizar el caso, pasar los informes, preparar la intervención con la prensa... Un auténtico caos. Al ver todo este movimiento, a Izan le daba miedo atravesar la oficina hacia la sala de reuniones. Tuvo que salir su padre y arrastrarlo por la muñeca para que el chico entrara.
En la sala de reuniones todo el mundo estaba analizando unas fotografías, tratando de buscar algo que era invisible. Izan observaba el panorama en silencio, le daba vergüenza hacer el más mínimo ruido y perturbar la concentración de la sala. Su padre carraspeó de manera algo sonora, llamando la atención de toda la gente en la sala. Ese sonido cumplió su cometido, haciendo que toda persona presente en la sala girara su mirada hacia el joven y el General Sánchez.
-"¿Ese no es su hijo señor?"- Preguntó uno de los presentes. Era el General Suárez, un hombre de constitución delgada y débil, pero en lo que se trataba de estrategias nadie se equiparaba a su nivel. Era bien conocido por su capacidad de crear planes en momentos de estrés y en su cálculo frio, aunque nadie podría saberlo por su personalidad cobarde y tímida.
-"¿No cree que es algo arriesgado señor?"- Puntualizó la mujer a su lado, la Comandante Pérez. Otra leyenda del cuerpo de policía. Su combate cuerpo a cuerpo era inigualable, al igual que su corta mecha... Su pelo negro caía de manera delicada sobre sus hombros del moño que lo retenía en lo alto de su cabeza. Sus ojos verdes no se despegaban de la pantalla de su portátil, fijos en la imagen que se proyectaba en esta.
-"Si, ¿no has pensado en lo que le podrían hacer al chico si se enteran de esto?"- Destacó la última figura de la sala. Un hombre alto, de porte violento que fumaba un puro al fondo de la sala. Su pelo rapado por la nuca le daban un aspecto de militar al policía Rodríguez. En verdad, nunca había pertenecido al cuerpo militar pero esas horas de gimnasio tras la ruptura con su novio y la mirada de pocos amigos que carga desde nacimiento no ayudaba.
Izan se sentía totalmente fuera de lugar, como la G en la palabra gnomo. Está ahí pero ni se siente.
Andrés se giro a su hijo y le tomó por los hombros delicadamente.-"Hijo, lo que se va a hablar aquí es más que secreto. Así que necesito que me prometas que no se lo vas a contar a nadie ni escribir de ello en ningún lugar. ¿Vale? "-Dijo el padre con firmeza, mirando a los ojos del menor.
-" ¿A quien de lo voy a contar papá? "- Puntualizó Izan, y razón no le faltaba. A no ser que se lo contase al espejo no sabía a quién se lo iba a decir.
-"Izan, esto es serio. Debes entender que todo lo que se diga aquí es alto secreto. ¿De acuerdo?"- Recalcó el mayor, tratando de asegurarse que Izan comprendiera la gravedad del asunto. El menor solo asintió, con algo de miedo.
Los mayores se sentaron alrededor de la mesa, mirando hacia una pantalla pequeña. En ella había unas imágenes proyectadas; eran una calle, una foto de la casa donde se produjo el asesinato, una foto del callejón donde se agredió y una foto en blanco y negro de un grupo.
-" Bueno, señoras y señores, estas son todas las pruebas que tenemos contra Oddisey. Es decir, nada. No sabemos nada de ellos, absolutamente nada. Solo sabemos que es un grupo bastante grande que se formo en el barrio Norte y que tienen algo que ver con el asesinato reciente y la agresión a Sara Fontbelle. Increíblemente, aún no hemos logrado recabar ni una prueba que incrimine a esta pandilla. Aún no sabemos si tienen a alguien que les limpie las escenas o si llevan a cabo sus ilegalidades de manera muy meticulosa. "- Empezó a explicar Andrés, señalando las imágenes. Izan escuchaba atento, hasta que mencionó el nombre de Sara.
Espera, ha dicho el nombre de Sara... ¿De verdad fue a ella a quien agredieron en aquel callejón?... Pensó Izan, algo enfadado. Sentía un repudio muy fuerte hacia Oddisey, ¿Cómo se atrevían a hacerle daño a un ángel como ella?
- " Necesitamos recabar la mayor cantidad de información de ellos antes de que hallan más víctimas. Ahí es donde entras tú, Izan"- Andrés señaló a su hijo, el cual no se creía las palabras que acababa de pronunciar.
-" Izan, te empezarás a juntar con el único miembro del que tenemos conocimiento: Lucas Gallego. No tenemos imagen de como es, solo sabemos que tiene el pelo oscuro y que tiene la tez algo bronceada. También sabemos que frecuenta una cafetería del barrio Norte. Verás..."- El adulto siguió explicando con todo lujos de detalles, mientras Izan le miraba atónito y algo asustado.
Sacó la cajetilla de tabaco y de ella dos cigarros, uno para él y otro para Alice. Esta última lo agarró con la boca y lo encendió con su mechero mientras le daba una buena calada.
-" Y dime S, ¿En qué quedó lo de la niñata?"- Le preguntó la chica curiosa.
-" Alice, estabas en frente. Tú misma viste como quedó. "- Respondió S, dando una calada a su cigarro.
-" Oh, es verdad. Se merecía esa paliza, eso le pasa por puta y por zorra. "- Soltó Alice sin venir a cuento, mientras soltaba el humo del cigarro.
-" Alice "- Le soltó S, mirándola.
-" Perdón jefe, pero es verdad "- Refunfuñó la menor, haciendo mueca de disgusto.
S sólo rió levemente, dando una calada del cigarro.
Alice nunca se mordía la lengua, siempre decía lo que pensaba. Esto le trajo problemas en más de una ocasión, pero también fue lo que le complicaban las misiones a S, porque no podía evitar reír con los comentarios de Alice. También podía ser la forma en la que su pelo afro botaba cada vez que se enfadaba o como se quedaba mirando a un punto fijo en medio de una pelea pero seguía soltando golpes. Simplemente le hacía gracia.
Y ahora mismo, reir es lo que necesitaba.
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El secreto de los callejones
Teen FictionIzan es un chico torpe y simple, aunque todo esto cambiará cuando su padre le pide que le ayude en la misión "operación Norte". ¿Todo es blanco y negro como nos lo presentan los medios de comunicación o hay un gran abanico de grises entre "los bueno...