Matilda

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Sipnosis: Matilda

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El alcohol resbala por si garganta, frío y áspero. Raspando el fondo de su estómago y mientras cae.

Sostiene un vaso de cristal en la mano, ha estado prácticamente tirado en el piso de la cocina desde que se quedó solo.

La llamada aún se repetía en su cabeza una y otra vez.

La voz suave de una mujer. Sollozos y murmullos atraves de la línea, que le indicaban que algo andaba mal.

Toma la botella de licor que descansa en sus pies y se sirve otro trago.

Nunca funcionó servirse trago tras trago. Nunca solucionó nada. Nunca mejoró nada.

Pero lo hacía olvidar.

Lo hacía perderse de la realidad.

Cerraba los ojos, la humedad de sus mejillas después de las lágrimas, se secaba poco a poco y  volvía cada cierto tiempo. Su voz gastada y sus párpados pesados. Recogiendo sus extremidades y haciéndose una bolita, acurrucandose en cualquier lugar en que pudiera.

— ¿Harry?— pregunta una voz desde la entrada. Suena el eco en toda la casa. Y solo entonces se da cuenta que ha estado en silencio, salvo por su ruidosa respiración pastosa y el sonido de la botella de vidrio golpeando el suelo; desde ayer por la tarde.

Siente un dolor punzante en el pecho, y siente un nudo en la garganta. Trata de pasarlo bebiendo más.

La sombra de Louis se posa en el marco de la puerta de la cocina.

Viéndolo desde el suelo, luciendo tan grande, tan protector, tan listo para ayudarlo a regresar.

Es solo que Louis no está sonriendo y negando con la cabeza, tampoco parece molesto o triste.

Louis parece cansado. Agotado. Evidentemente tratando de no suspirar.

Solo que lo hace, él suspira pesadamente y lo mira de arriba abajo. Podría sentirse ofendido o almenos fingir que lo hace. Podría hacer una escena o pedir que lo cargue y lo lleve de regreso a la habitación.

Pero de pronto él también está cansado. Sus extremidades agarrotadas y vencidas. Su rostro caído y su mente se desvanece.

— ¿Qué fue esta vez?— Harry sabe porque lo pregunta. Sabe porque suena de esa manera. No puede culparlo, ha estado bebiendo sus problemas los últimos meses. Y quizá se volvió agotador para Louis tener que lidiar con su novio borracho a altas horas de la noche.

— Ella se fue— suelta de pronto.

Puede ver el momento exacto en que la cara de Louis se frunce y se acerca a él casi tropezando. Se arrodilla a su lado y toma una de sus manos. Le pregunta quién se fue y qué sucedió.

Así que Harry se lo cuenta.

Le dice sobre la llamada, sobre las voces de fondo y los sollozos claros. Le dice sobre la chica oculta tras una puerta. Sobre el baño blanco con tapiz floral y aire acondicionado. Sobre el cajón de pastillas y el cajón de navajas para rasurar.

Por un segundo se desvia y lo mira a los ojos.

— Ella era preciosa. Era una niña encantadora con largos cabellos que se perdían a menudo en pañuelos largos que los envolvían. Usaba ropa tan colorida y parecía tan feliz cuando estaba fuera.

Louis lo escucha atento. Le limpia las lágrimas que se escapan de sus ojos sin darle oportunidad de darse cuenta. Y asiente lentamente.

— Pero estaba mal. Ella estaba perdida desde hace tiempo. Estaba en otro lugar en donde nadie podia verla. Donde nadie podía encontrarla.

Harry se detiene mirando hacia el suelo. Se pregunta si ella así lo quería. Si ella estaba tan asustada que se escondió en ese lugar con intención de que nunca nadie la encontrara.

— ¿Ella se fue entonces?

El nudo que había en su garganta, las lágrimas que caían por sus mejillas, el dolor en el pecho y el dolor de cabeza de repente se han ido.

Solo queda una cosa.

La angustia en su cabeza. Las voces y la tristeza enorme. Todo está en su cabeza y no puede evitarlo.

— Creo que ella creyó que era la única manera... Quizá no estaba lista para quitar la culpa de sí misma...

No puede mirarlo. No puede verlo ahora. No cuando no sabe lo que encontrará en su rostro. Quizá dolor. Quizá enojo. O ambos.

El último paseo por weaver Park. La lluvia interminable y las risas congestionadas después de pasar horas ahí.

Todos murmuran las cosas que buenas que alguien hizo cuando mueren. Pero a Harry le gusta pensar en lo malo también. Le gusta recordar a la persona real. Sus malas ideas y sus pésimas decisiones. Sus rabietas y sus malas palabras. Piensa también en sus chistes y sus buenas acciones sin esperar nada a cambio. En su ensoñación por escribir y leer en el tren. Por su ropa llena de color y sus paraguas extraños.

Piensa en todo lo que ella hacía. Todo lo que hizo. Y lo que deseó hacer.

Siente los brazos de Louis envolverse a su alrededor y se deja caer contra el cuerpo cálido. Mantiene sus manos unidas y sus ojos cerrados. Aprieta su mandíbula y deja que Louis los mesa suavemente.

No sabe en qué momento termina de llorar. Pero el sentimiento sigue ahí. El desasosiego continúa aún, es sólo que su cuerpo está agotado y delirante, que Louis tiene que guiarlo hasta la  habitación.

Mira por la ventana. El cielo es oscuro y la luna no se ve por ningún lado.

Encuentra su refugio en sí mismo y con otro par de brazos sujetandolo.

No dejes que me pierda

Piensa.

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