Capítulo I

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- Pero, padre, ¡No puedes enviarme ahí! - La mujer gritó cruzándose de brazos, tratando de ignorar las lágrimas que resbalaban por su rostro.

- ¡Puedo y lo haré, Osura! - El dios gritó aún más alto que su hija. - Desobedeciste mis órdenes de no interactuar con los kryptonianos, ¡Bajaste al planeta incontables veces!

- Sé que lo hice, ¡Y no me arrepiento! - La rubia le enfrentó. - Son personas increíbles, padre, si tan solo los conocieras, Fsah viaja todo el tiempo a otros planetas, y-y Mon-El, es amable e inteligente y...

- ¿Te estás escuchando, Osura? - Rao preguntó con una cara de incredulidad. - Te enamoraste de un kryptoniano, no soportaré estos comportamientos.

- Padre, por favor, olvidaré todo lo que sé, te olvidaré. - Su voz se quebró

- No lo harás. - Una vez dicho esto, el dios tomó a la mujer en sus brazos y la hizo caer inconsciente al poner una mano en su cabeza, luego, la hizo desaparecer.

Una ventana apareció frente a él, dentro de esta, podía ver a una castaña dando a luz a una bebé rubia, no dejaba de llorar, un hombre la tomó en sus brazos y se la dio a la mujer, quien le sonrió dulcemente a la pequeña niña ahora descansando en sus brazos.

- Hey, Kara. - La mujer saludó tiernamente, provocando que el llanto de la bebé cesara e intentara agarrar el dedo de su madre, pero, siendo una recién nacida, no pudo. Se limitó a seguir moviendo sus brazos y piernas en el aire tanto como podía.
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Una Kara de nueve años jugaba con algunas muñecas en su habitación, su tía Astra acababa de irse, dejando a la niña sola. Tenía que cambiarse a un atuendo un tanto más elegante para los invitados que llegarían en cualquier momento, sin embargo, no quería, se estaba divirtiendo y no consideraba justo que su diversión terminara solo por tener que ir a recibir a unos completos desconocidos.

Estaba sorprendida cuando se descubrió a sí misma siendo feliz en esa familia, parecía que sus instintos ahora kryptonianos le hicieron amarlos tan pronto como nació, mas eso no implicaba que no se entristeciera de cuando en cuando, recordando su vida como Osura, recordando a su padre Rao, a Mon-El. Los extrañaba, en momentos como ese, se diría que Mon-El era kryptoniano, que lo encontraría, pero eso aun no sucedía.

El sonido de alguien tocando la puerta la sacó de sus pensamientos, miró hacia arriba para encontrarse a unos ojos marrones, los de su madre, se veía enojada.

- Kara, creí que tu tía Astra te dijo que te arreglaras. - La mujer dijo con desespero, dirigiéndose a la niña con pasos apresurados, sus brazos cruzados. - Vamos, ¿Qué estás esperando? Buscaremos algo para que te pongas.

Kara gruñó, sin embargo, obedeció. Se levantó del piso y siguió a su mamá. Terminaron por elegir un vestido azul marino que le llegaba a los talones y que portaba el signo de La Casa De El' en el pecho.

- Vamos, nuestros invitados nos esperan. - La reina dijo y tomó la mano de su hija. Caminaron a través de los distintos pasillos hasta que llegaron al gran salón, donde el rey, sirvientes y algunas personas más se encontraban. El rey estaba hablando con un hombre, pero al ver solo su espalda, Kara no podía saber de quién se trataba.

No fue hasta que su presencia se hizo notar que el hombre se dio la vuelta. Era Mon-El.

-Kara, cielo, quiero que conozcas a alguien. - Zor-El manifestó al tiempo que se acercaba a su esposa e hija. - Él es Mon-El, tu primo.

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Kara pasó noches enteras llorando después de descubrir que el hombre que amaba como Osura ahora era su primo, y no solo eso, pero el hecho de que ahora él era veintidós años mayor que ella. Él ya no podía verla como su novia, la novia que desapareció de la nada luego de prometerle que volvería, luego de decirle que lo amaba.

Intentó hablarle a Rao cuando no había nadie cerca, culpándole por un largo tiempo. Lo odiaba por lo que le había hecho. Entendió por qué su padre la puso en una familia tan rica e importante. Si iba a castigarla, ¿Por qué no la envió a una familia pobre? Se preguntó por años, pero luego, al conocerlo como Kara, la respuesta era clara. Su padre la convirtió en familiar de Mon-El, solo que no de la forma que ella hubiera deseado. La edad y la sangre les impedían ser pareja de nuevo.

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Sus tíos acaban de enviar a su pequeño primo Kal-El a la Tierra, ahora era su turno. Le aterraba que Rao decidiera que era tiempo de devolverla con él, al olimpo. No quería eso. Su misión era proteger a su primo, y estar con Rao de nuevo seguro no le iba a ayudar. Estaba agradecida cuando no pasó. El planeta que llamaba hogar explotó detrás de ella mientras se alejaba en su nave. Una lágrima rebelde escapó de su ojo izquierdo al tiempo que la onda de fuerza de la explosión cambiaba la trayectoria de la nave, enviándola directo a la zona fantasma.

.......

Un hombre estaba abriendo su cápsula cuando despertó, vestía un traje azul con el signo de La Casa De El en su pecho y llevaba una capa roja en la espalda. Conocería esos ojos en cualquier lado.

- Kal-El. - Susurró, suficientemente alto para que ella fuera la única que escuchara. Pero de algún modo, él también escuchó.

- Ese soy yo. ¿Quién eres tú? - Cuestionó con un tono curioso.

- S-soy Kara. Kara Zor-El. - Le respondió con confianza. - Fui enviada para protegerte, no lo entiendo, ¿Por qué eres un adulto?

- Bueno, aterricé en la Tierra cuando era un bebé. Eso fue... hace veinticuatro años.

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Esto tan solo es la introducción, los demás capítulos serán más largos. Espero les guste.

-CamLuthor14

Mi Diosa Kryptoniana (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora