Niñita depre

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Encima del escenario todo se veía diferente, estaba nerviosa y la gente me hacía estarlo más.
Apenas había tenido tiempo para cuadrar una coreografía y tendría que improvisar, la música era horrible, pero al menos, era la mejor que había podido encontrar en tan solo unas horas, asi que si, estar delante de toda esa gente con una ropa que apenas podría cubrir sus pies no era lo mejor que le había pasado en la vida, pero tampoco lo peor, y si había podido con todo lo otro tambien podría con eso.

Me acerqué al altavoz y conecte mi teléfono a él, encendí el reproductor y le di al Play consiguiendo así que mi cuerpo comenzara a moverse al son de la música, conectando y sintiendo con ella.

Baile durante horas, durante 4 largas horas.
La primera hora fue la peor, no me sentía muy agusto en el escenario y lo pase fatal, pero tras pasarla comencé a coger confianza y acabe haciéndolo genial, o al menos eso crei porque todos me aplaudieron.
Me encanto volver a sentir esa sensación de que tu trabajo está bien echo a pesar de las circunstancias.

-Te vas?-me pregunto Judith
-Si, mañana empiezo en la universidad y me gustaría estar despierta-reí

La verdad es que Judith era majísima, lo había descubierto durante mis horas como camarera cuando habíamos estado las dos tras la barra hablando de nuestras respectivas malditas vidas.

Por lo visto, Judith tampoco había tenido una infancia ejemplar. Sus padres la habían abandonado junto a su hermano y habían tenido que fingir durante dos años que no era así para que los servicios sociales no los separaran.

Me despedí de ella y salí a la calle, mi bicicleta estaba aparcada junto a una farola. Camine hacia ella y cuando llegue me di cuenta que me habían pinchado la rueda delantera. Desate la bicicleta y comencé a caminar junto a ella los próximos cuatro quilómetros que tendría que recorrer para llegar a casa.

****

Me había levantado hacía 30 minutos y ya estaba lista, me había puesto unos jeans negros y un top con tirantes de color rojo, en los pies llevaba las Allstars con rayas negras y en mi pelo me había hecho las mismas coletas que la noche anterior.

Eran las 9:30 y la universidad comenzaría a las 10.

¿Direis cómo? ¿A las 10?

Si, había tenido que hablar con la directora para contarle mi citución y ella me había permitido tener un horario que pillara parte de los dos plazos.

Para mí, la universidad comenzaría a las 10h y terminaría a las 17 h para así poder pasar todas las tardes un par de horas en el gimnasio y en la sala de baile que había junto a él.

El gimnasio se encontraba a unos minutos de mi casa y era totalmente gratis, así que cuando llame me informaron de las cosas que habían allí, entre ellas una preciosa sala de baile donde podría practicar mis bailes.

Cogí las cosas que me hacían falta para la universidad y salí de la casa en busca de un lugar que tarde o pronto se convertiría en mi refugio.

****

Dios mío, la universidad era gigante

Era...

Camine hacia la puerta y me dirigí a secretaria donde me darían los horarios, ...

Cuando ya tenía los horarios y la taquilla asignada me dirigí hacia ella para poder guardar mis cosas y poderme ir a clase donde por cierto ya llegaba tarde.

Abrí la puerta después de oír un "pase"dentro de ella e hice lo que el profesor me pedia. Los murmullos me llegaban de todas partes, todo el mundo comentaba que parecía muy joven y eso me hizo sentir diferente otra vez. Todos ellos tenían de 18 años para arriba y yo apenas había cumplido los 16 hacía una semana.

-Chicos-hablo nuestro profesor-yo seré vuestro profesor de Francés este año, espero que nos llevemos bien

Camine hasta la última fila con los ojos puestos en el suelo y me senté en la única silla que había libre en todo el salón. Habría preferido sentarme sola, pero con mi mala suerte, estaba claro que eso nunca ocurriría. El sitio de mi lado estaba ocupado por nada más y nada menos que por una chica que llevaba puesto un horrible vestido de color morado. Respeto los gustos de todo el mundo, pero eso era horroroso.

¿-Hola-me saludo con una sonrisa- soy Maya y tú?

-Yo soy Leah, encantada- hablé mientras me sentaba

¿-Puedo hacerte una pregunta?

Ya has hecho una-pensé pero no lo dije, solo asentí

¿-Que edad tienes?

-Sabía que sería esa-reí porque parecía asustada-tranqui no está mal que preguntes-se tranquilizó-tengo 16, me avanzaron dos cursos y tú?

-18

-Oh

El profesor nos miró mal y entonces las dos decidimos dejar nuestra charla para otro día.

*****

Ya habían pasado las primeras cuatro horas donde había conocida a un montón de gente y sobre todo a Paolo, el profesor de italiano, dios mío era horrible, había pasado de las explicaciones sobre el curso y nos había puesto a copiar, en esos momentos jure que moriría.

Cogí una bandeja y la llené de comida antes de dirigirme a una mesa donde no había nadie sentado.

Mire mi móvil y me di cuenta que Judith me había escrito

"Hola, ¿cómo estás?, bueno, que te escribía porque ayer uno de los clientes me pidió tú número o Instagram, frecuenta mucho el bar y es muy guapo, quieres que sé lo dé"

cómo?

"Claro, si crees que es de fiar, aunque no creo que le responda, soy una persona muy ocupada"

Un cliente había pedido mi número? Total daba igual, no creo que tuviera tiempo para empezar a hablarme con alguien, hacía un año había tenido un novio llamado Mat y lo había tenido que dejar por falta de tiempo, después de eso me prometí no volver a salir con nadie sino tenía claro que podría soportar la ruptura.

Llevaba años sufriendo ataques de asediad y depresión, pero nunca había llegado a ir a ningún psicólogo por miedo a que me pidieran que borrara a mis padres, porque no podría, mi mente y aquel peluche que cogí para mi hermana aquel día es lo único que me quedaba de ellos y no soportaría volverlos a perder.

Me sequé una lágrima que empezaba a caer por mi mejilla y...

-Niñita depre...-alguien se sentó a mi lado

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2022 ⏰

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El arte de amar a la vida o de odiarlaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora