One-Shots BTS SKZ EXO GOT7 (Lemon+18) | Radioactive_Kai|

×KAISOO:Lust

Lust: Lujuria

Sorry, tarde, pero es un capítulo suuuuuuuper largo, que lo disfruteis

No olvideis darme ideas pls, tanto de parejas como de temáticas 

Loveuuuuuuu

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Kai suspiró: había perdido la cuenta de los siglos que había "vivido"(si a eso se le puede llamar vivir) desde que se le fueron arrancadas las alas. Él antes era un ángel, uno de los más poderosos de todo el cielo. Comandante supremo del único ejército invicto de todo el firmamento. Hijo de dos grandes guerreros, sujetaba la espada desde que aprendió a andar. Ágil, veloz, apuesto, toda criatura en el universo estaría dispuesta a sacrificar su vida y alma por acariciar únicamente una de las relucientes plumas de sus tupidas alas. 

Era feliz. Debía ser feliz. Pero en el fondo de su corazón, había un pensamiento negativo sobre su situación. Cualquier otro ángel daría lo que fuera por encontrarse en su situación. Le sobraba dinero, reconocimiento, poder e influencia, y en cada lugar que pisaba, se escuchaban suspiros, en ocasiones hasta gemidos. Kai sentía las miradas lujuriosas sobre su anatomía, en ocasiones, manos masculinas y femeninas deslizándose por su abdomen y espalda, antes de que él las apartara. Y es que Kai no sólo poseía una habilidad en combate envidiable, sino que todo su porte y aura generaban atracción inmediata, hasta hacia la más insignificante criatura. 

Hombros anchos, altura imponente, cabello castaño rizado, ojos almendrados color ámbar. Mandíbula fuerte y afilada, nariz recta, cinceladas por el más perfeccionista de los dioses. Fuerte, torso cincelado, pectorales definidos, abdominales duros, como tallados en piedra. su cintura estrecha y muslos invitaban a pecar, incluso conociendo las consecuencias. 

Consecuencias que, tras milenios de obediencia ciega y vida monótona, había llegado a conocer. 

Y es que los ángeles tenían muy pocas normas, pero entre ellas, se encontraba la castidad. Al inicio, eso no había sido un problema. Pero conforme Kai fue conociendo la Tierra, comenzaron a crecer las dudas, la necesidad de descubrir nuevas experiencias. Probó de todo. Luchó en guerras, pensado que tal vez, su parte violenta podría ayudar llenando ese vacío, pero no funcionó. Finalmente, un día paseando tranquilamente por una zona que los humanos llamaban Grecia, ocultando sus poderosas alas, ataviado con una túnica como la que vestían los humanos en aquel entonces, se cruzó con una joven, sentada mirando al mar. Ella, nada más notar su presencia, se giró y le sonrió, como ya estaba acostumbrado y además le invitó a sentarse junto a él. Kai, a falta de algo más que hacer, se sentó en la arena. Notó que la muchacha no separaba sus ojos de él, y cuando él la miró, la chica desvió la mirada y se ruborizó.  Ella también era preciosa, tuvo que reconocer Kai. Era la primera vez que el físico de alguien le atraía. Ella se despejó la cara, retirando todo su cabello color caramelo sobre su hombro, y los ojos de Kai siguieron el movimiento. Tuvo que tragar saliva cuando su mirada se posó sobre el cuello. Era fino, blanco y delicado, rodeado por un collar dorado. de nuevo se dirigió hacia su rostro: facciones delicadas, piel de porcelana decorada con algunas pecas, ojos esmeralda. Labios carnosos. Ella le hablaba, pero Kai no podía procesar nada que no fuese la silueta de éstos, y cómo se sentiría besarlos. De pronto, la muchacha se inclinó hacia delante, y Kai no pudo evitar admirar su anatomía. La admiró de arriba a abajo. Sus hombros, su firme pecho, delicadas manos, fina cintura en contraste con sus preciosas caderas, jugosos muslos, contorneadas piernas.

Cuando Kai volvió a ver sus ojos, había pasado algo. Sintió un tirón en su ingle, y supo que todo estaba a punto de irse a la mierda. Ella estaba mucho mas cerca, casi rozando sus narices. Vio sus ojos cerrados, sus largas pestañas rozándose, y de pronto, sus labios se unieron. Ella le puso las manos sobre los hombros, y se sentó sobre sus piernas, muy cerca del lugar que se estaba endureciendo por primera vez en su casta vida.