El escape

39 9 21
                                    

Retrocedía de la computadora con lágrimas cayendo de su rostro mientras cubría su boca tratando de no hacer ruido, era cierto, todos era cierto, todos eran inocentes, nadie tuvo la culpa de nada, su vida fue una mentira, Cachirula le mintió y estaba apunto de matar a sus padres, era como su madre.

Antes que siguiera retrocediendo, algo se lo impidió, al voltear vio que se trataba de su hermano que lo miraba lleno de tristeza, Cédric con una respiración agitada, volvió a mirar la computadora y luego a él.

–¿Tu lo sabías...?– preguntó Cédric a Chihuamingo el cual tomó aire cerró los ojos y asintió la cabeza. –¿por qué no me lo dijiste? – volvió a preguntar un poco decepcionado de su hermano.

–No podía, Cachirula me había amenazado – respondió Chihuamingo con un tono decaído.

– ... ¿Qué te dijo?– preguntó nuevamente Cédric al notar la tristeza de su hermano.

–Me dijo que si no hablaba... no te haría daño, que te protegería que te daría una buena vida... pero me equivoqué – hablo Chihuamingo con una voz que cada vez se iba quebrando, Cédric sintiendo empatía por su hermano, se acercó a él y le dió un abrazo el cual fue correspondido. –lo siento... –.

–no fue tu culpa– dijo Cédric consolando a su hermano, pero un pensamiento repentino llegó a su mente provocando que se alejará de su hermano para salir corriendo siendo seguido por el preocupado de su hermano.

–¡Cédric! ¿Qué pasó? – preguntó Chihuamingo mientras ponía una mano en el hombro del albino para detenerlo.

–no puedo dejar que ella los lastime– habló Cédric agitado.

–¿A quienes?– preguntó Chihuamingo aún desconcertado y preocupado.

–¡A mis padres!– exclamó Cédric angustiado por sus ahora llamados padres, Chihuamingo sorprendido por escuchar eso de su hermano, lo suelta para que fuera por ellos.

–Yo iré por el resto y saldremos de aquí, nos iremos todos – dijo Chihuamingo para luego ambos clones siguieran sus caminos listos para rescatar a los desafortunados.

No muy lejos, en unas celdas algo sucias, se encontraba el elenco de 31 minutos junto a dos chicos decepcionados de sí mismos por haberles fallado, ambos jóvenes eran reconfortados por sus padres que trataban de calmar su profunda tristeza.

–lo siento papá... – dijo abatido Patrick mientras abrazaba a su padre el cual acariciaba su espalda para calmarlo.

–está bien hijo, nada de esto fue tu culpa – habló Mario Hugo con una voz suave pero igual con un tono desanimado.

El abrir de la puerta hizo que todos de inmediato voltearan a ver y se quedarán tensos al ver que se trataba de una de las muñecas de Cachirula que por su rostro, no tenía buenas intenciones.

La muñeca aclaró su garganta para luego proseguir a hablar. –La señora Cachirula dijo que ya era hora de castigar a los nuevos prisioneros, así que...– saco de tras suyo un tubo de metal alterando a los presentes. –apártense ahora – advirtió la muñeca a los padres los cuales de inmediato se levantaron y se pusieron en frente de sus hijos para protegerlos.

–¡sobre nuestros cadáveres!– Exclamaron al unísono ambos padres que no tenían miedo de salir heridos por la seguridad de sus hijos, la pequeña muñeca solo se echó a reír para ponerse firme lista para atacar. –será un placer–.

Mario Hugo y Guaripolo cerraron los ojos con fuerza listos para recibir los golpes, pero un sonido hueco, sorprendiendo a todos por el ruido, miran que causó eso para toparse con la muñeca noqueada tirada en el suelo con un pequeño dino que miraba a la muñeca con ira y que sostenía con sus pequeñas garras que estaba acompañado por más de su especie, el pequeño dino al alzar la cabeza y toparse con la mirada del elenco, cambio su rostro a unos más alegre y amigable y los empezó a saludar con su pequeña garra.

DISTORSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora