Capitulo 6: Pasión salvaje.

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«La fragancia en las orquídeas es más perceptible cuando el clima está húmedo, cálido y ventoso.»

Hoseok estacionó el auto en el estacionamiento de su edificio, dando una mirada rápida al rededor notandolo, si bien lleno de autos, completamente desierto.

Su mano traviesa jugando entre los muslos de JunAh, acariciando superficialmente su centro por sobre la ropa interior, jugando con ella y torturandola, haciéndola jadear anhelante.

—¿Quieres que te haga feliz, mhm? —preguntó, en un tono de voz ronco.

—Si. —jadeó JunAh, perdiéndose así misma en medio de la excitación y el deseo salvaje que la llenó.

Hoseok envió una mirada al rededor otra vez, las cámaras estaban allí pero él mismo sabía que nunca estaban encendidas a pesar de la luz roja parpadeante.

Él hombre estiró una mano y tiró de una palanca, moviendo el asiento del conductor hacía atrás para darles más espacio.

Su mano derecha se coló por sobre la ropa interior de la omega y acarició lentamente desde el clítoris hasta su centro, gimiendo cuando el aroma delicioso de JunAh llenó el interior del auto fuerte y excitante. Su miembro palpitó con necesidad.

Su mano desabrochó su propio pantalón y alzó su cadera bajándolo rápidamente hasta sus muslos, dejado a la vista sus bóxer azules.

—Ven aquí. —ordenó con voz ronca, palmeando su propio regazo.

JunAh obedeció al instante, agradeciendo su decisión de llevar aquel vestido veraniego que amaba ese día.

Hoseok capturó sus labios en un beso salvaje y duro que terminó por despertar todos sus sentidos. JunAh jugueteo con los cabellos de la nuca del hombre, mientras comenzaba a moverse sobre él, frotándose sin pudor y llena de un deseó asfixiante y abrumador. 

Las manos de Hoseok se colaron bajo su vestido, acariciando la piel desnuda y suave con una pasión dulce que solo un amante dedicado y amoroso daría a una mujer.

JunAh jadeó. El toque ardiente contra su piel desnuda volviéndola loca y despertando cosas en ella que difícilmente su propio esposo le produciría.

—¡Ngh!

Hoseok gruñó mientras probaba la dulzura de su boca. Sus manos acariciando la suave piel de la omega mientras la devoraba con avidez, masajeando la suave carne se sus muslos y apretándola, amasandola. Amandola.

Ella gimió. Su piel ardía y quemaba donde Hoseok la tocaba. Su cuerpo era fuego, se estaba quemando pero no quería parar.

—¡Mhn! —un gemido escapó de la boca de JunAh cuando Hoseok mordió su labio.

Los besos del hombre bajando hasta su barbilla y luego a su cuello, mientras sus manos se movían para bajar los delgados elásticos del vestido, dejando al descubierto su pechos cubiertos por un hermoso sostén de encaje del color favorito de Hoseok. Rojo.

—Tan jodidamente sexy. —él murmuró, besando la suave piel y mordiéndola, inhalando su aroma mientras la probaba.

La fricción entre ambos haciéndolos más deseos y desesperados. Hoseok se movió bajo su propio bóxer y dejando al descubierto su pene erecto.

—¿Puedo...? —él preguntó.

—Si. Hazlo. Por favor. —JunAh jadeó.

Hoseok sonrió, moviendo la ropa interior de la omega a un lado y tomando su pene para posicionarlo en su entrada y se hundió en ella, gimiendo.

Los labios de JunAh dejaron escapar un gemido que para Hoseok se escuchó como la gloria mientras se surmegía en el paraíso y se hundía, se hundía, y se hundía... Una y otra vez, con una pasión salvaje, besando y lamiendo, probando su piel y murmurandole lo deliciosa y hermosa que era.

Y JunAh gimió cada vez más alto. Amando la sensación que le producía tener a Hoseok entre sus piernas follandola de esa forma casi salvaje mientras sus manos la tocaban y sus labios la probaban deliciosamente.

Ella se apoyó en él, aferrándose a sus hombros mientras se movía sobre él y mientras Hoseok la penetraba haciéndolo más profundo e intenso.

—¡Hoseok! —ella gimió, casi lloriqueando, deseando más y al mismo tiempo amándolo todo.

—Shhh. Podrían oirnos si haces demasiado ruido, amor. —él se burló, riendo entre dientes y ahogando sus propios gemidos.

Sus labios capturaron los suyos. Y la sensación que JunAh sintió en la parte inferior de su abdomen aumentó gradualmente como si estuviera haciendo ejercicio intenso.

La piel de ambos estaba perlada por el sudor, el aroma a sexo llenaba el interior del auto que se movía gracias a ellos y los jadeos, y gemidos bajos, además de los chasquidos sucios de su piel chocando se oían.

La cabeza de ambos daba vueltas mientras se deleitaban en la marea del deseo.

—Mierda, amor. —él tarareo. —Eres tan deliciosa. Tan exquisita.

—Hazlo. —ella gimió. —Hazlo duro, Hoseok. Tocame, cariño. —rogó sin ser consiente de si misma, pero sabiendo exactamente lo que decía.

—Podría follarte todo el día sin cansarme, JunAh. —él prometió.

Ella gimió fuertemente contra los labios de Hoseok mientras algo explotaba en su interior y su cuerpo, y piernas temblaban. El alfa gruñó sintiendo como el interior de la omega lo apretaba y la follo todavía más hasta que su propio orgasmo llegó, siendo acompañado por el segundo orgasmo de la temblorosa omega.

Y él la miró.

Era una mujer tan hermosa a sus ojos que ella misma parecía no ser real, sino que solo parte de su propio sueño dulce y sucio que tenía. Un sueño del que no le gustaría irse jamás.

El cabello que le llegaba a la cintura, húmedo en algunas partes y pegándose a su piel sudorosa. Los ojos que parecían oceanos profundos en los que le gustaría perderse para siempre y que al mismo tiempo parecían hermosas joyas azules, que desbordaron su fascinación por ellos. Eran tan expresivos y tan curiosamente llamativos. Luego estaba su nariz pequeña y bonita, y sus mejillas pintadas de ese tono rojo que Hoseok adoraba porque se veía perfecto en ella. Y finalmente sus labios, hinchados, húmedos y rojos por sus besos. Tan deliciosos que resultaron adictivos.

Oh, Hoseok lo adoraba.

Y sabía que ella estaba casada, ¿pero eso a quién le importaba? Claramente a él no; no cuando se trataba de JunAh. De esa omega que no pudo sacarse de la cabeza desde que la vio por primera vez, esa omega que resultó ser tan maravillosamente divertida que lo dejó deslumbrado.

A Hoseok no le importaba ser el amante, si eso significaba poder probarla y oírla gemir una vez más.

No le importaba ser solo un amigo, si con eso podía oírla reír de nuevo y bromear, o solo escucharla hablar.

Hoseok podría jugar a ser cualquier cosa si JunAh se lo pedía. Y cuando notó ese pensamiento se río, y se burló de sí mismo.

—Maldita sea, mujer. —le dijo a ella, besando sus labios una vez más. —Serás mi muerte.

Y ellos se entregaron otra vez al otro, pero esta vez en el departamento de Hoseok, usando la cama del hombre que ahora quedaría marcada con el aroma de ambos. Cosa que, sin saberlo, haría después a Hoseok dormir con una sonrisa cada noche mientras sentía el aroma de JunAh en su almohada.

Él alfa lo sentía, JunAh era suya. Su pareja. ¿Pero estaría él dispuesto a que ella descubriera cual era la suya? Él ni siquiera lo sabía, pero tampoco le importaba. No mientras tuviera a la omega a su lado.

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⏰ Última actualización: Jan 18, 2023 ⏰

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