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[...]

—Sigo impresionada... Fuiste compañero de mi hermano y no lo mencionaste, Kōga. —Comenta Sango mientras vierte el líquido espumante en la copa de su jefe.

—Bueno... digamos que me gustan las sorpresas.

—¡Pues sí que lo fue! Por cierto... InuYasha siempre se quejó de un chico que lo molestaba en la escuela. No me digas que ese chico eras tú.

InuYasha regresa al salón después de mojar su cara para despejar su incomodidad. Y al oír de lo que hablan, se adelanta y responde con seriedad:

—Sí. Ese molesto compañero era él.

El aludido sonríe cual cumplido hubiese recibido y comenta:

—Hace poco coincidimos en una discoteca, pero no nos dio tiempo de charlar, ¿no es así, InuYasha?

El festejado pasa saliva y sin darse cuenta, recibe algo que le entrega su hermana. Enseguida responde:

—Últimamente he tenido muchas citas con... mujeres —enfatiza en lo último—. En distintas discotecas. Si te vi... lo siento, pero no lo recuerdo.

Kōga forma una sonrisa ladina y arremete:

—Fue bueno venir entonces. Pues no se puede negar el placer de saborear un reencuentro entre viejos amigos.

—¡Cierto! ¡Eso me encanta! —aporta Sango y brinda por eso. 

Desde la cocina, Miroku siente la tensión que se genera entre esos dos, así que llama a Sango quien acude de inmediato y deja a los ex-compañeros sin su intervención.

InuYasha se aclara la garganta sonoramente y obviando la referencia que hacen las palabras de Kōga, dice:

—Claro, con la diferencia de que tú y yo no somos viejos amigos. Ahora, si me permites, iré por un trago.

—Me parece que tu hermana ya te dio uno —dice Kōga con astucia.

InuYasha mira su mano y en efecto; la copa con el líquido burbujeante está ahí, más no recuerda desde cuándo la sostiene.

—Necesito algo más fuerte —espeta y lo pasa por el lado.

En su minibar, InuYasha se sirve un poco de whisky y lo bebe de una sola vez.

«¡¿Qué diablos quiere?! ¡¿Intenta fastidiarme como antes?! Y, ¿por qué viene solo? ¡Se supone que tiene una novia! Él lo mencionó después de que...»

Se sirve otro poco del destilado y se bebe un gran sorbo. La quemazón fluye rápidamente desde su garganta hacia el interior de su cuerpo e inconscientemente lo transporta hacia esos recuerdos que no logra desintegrar.

[...]

Mientras que sus manos eran prisioneras a la altura de su cabeza, la calidez y suavidad de esa húmeda lengua le acariciaba atrevida y cadenciosa en el interior de su boca. ¡Nunca nadie lo había besado así! Tan profunda y ansiosamente que creyó que le succionaban el alma.

Le fascinó y se dejó hacer...

¡Bendito el momento en que entró a ese pasillo! El nombre «Pasión incontrolable» no podía quedar mejor. ¡Porque eso sentía! Una pasión que lo arrollaba en medio de la oscuridad, sin una luz que revelase el intenso sonrojo en sus mejillas producido al extremo calor que su cuerpo experimentaba; no puso ni la más débil resistencia... Un solo beso lo estaba excitando de manera insospechada y cuando comenzó a plantearse una incursión mayor con esa persona, repentinamente, su glúteo fue tomado con tal fuerza que liberó un gemido consumido en el acto por su devorador.

En un efímero respiro, el jadeo entre ambos se volvió una necesidad y, ¡sí! ¡Él mismo fue quien volvió por esos carnosos labios! Pues a ese punto los deseaba con excesiva aprensión —aquello no se lo confesó a Miroku en ninguna de las visitas que le hizo en la consulta; no fue capaz de soltar tanta información de la idiotez que hizo—; y en ese segundo round, justo después de que su labio inferior fue exquisitamente mordido y luego liberado por ese «hambriento ser»; el caliente aliento de este, golpeó suave contra su boca con una jadeante y ronca voz que soltó aquella frase: «No sabes cuantas veces deseé hacerte esto». Solo en ese instante y aún con las piernas flaqueando por la influencia de ese increíble beso, comprendió que, ¡se trataba de alguien de su mismo sexo! Sin embargo, la impresión de sentir ese fuego en su interior predominó ante el hecho de ser besado por un hombre y, no reaccionó de inmediato. ¿Acaso estaba loco por sentirse así?

Sí, lo estaba... Así que, volvió a sus cabales. Empujó con fuerza al maldito y lo sacó del pasillo. Sin duda iba a darle su merecido por aquel atrevimiento. Entonces, reconoció aquel rostro...

—¡¿Kōga?!

Le iba a dar un gran puñetazo, pero el involucrado, rápidamente habló: «¡Hey! ¡Detente, InuYasha! Mi novia entró ahí, creí que eras ella... siento mucho la confusión»

¡¿Qué?! Minutos atrás casi le devora más que la boca y simplemente, ¿fue un error? InuYasha retrocedió totalmente descolocado. La mujer con la que tuvo la cita apareció de pronto, le preguntó si todo estaba bien, pero él no pudo pronunciar una sola palabra y solo salió disparado de la discoteca.

Recordando aquel momento por milésima vez, se bebe otro trago de su whisky. ¿Será que Miroku tiene razón y en efecto, le da demasiada importancia a algo tan insignificante? Entonces, se bebe el último sorbo del tercer vaso y declara para sus adentros:

«¡Ya fue suficiente de esta mierda! Olvidaré el asunto y volveré a ser el mismo de siempre».

Se gira y eleva su rostro con orgullo, pero inesperadamente, se encuentra de frente con la figura de un hombre de buen porte, piel morena y unos ojos que parecen dos piedras preciosas subordinadas a los caprichos de su dueño con la clara intención de buscar a quién gobernar.

«Maldición... ¿Por qué de pronto me siento tan cohibido?»

Continuará...

¿Qué tal? Así fue como a InuYasha le temblaron las patitas en un pasillo oscuro, hahaha

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¿Qué tal? Así fue como a InuYasha le temblaron las patitas en un pasillo oscuro, hahaha... Bueno, espero que sigan disfrutando de esta historia. Gracias a todos por sus comentarios y votos. Los amo 💕.

Abrazos,

~Phanyzu~

¡A oscuras no se vale! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora