\\Capítulo 1//

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\\ Capítulo 1 //

\\Mentira Naranja//

\\ Kendall //

Mis ojos se centraban en mis manos como si ellas tuvieran la razón de mi existencia. Estiré mis dedos siendo observado por Louis que me daba pequeñas palmadas en la espalda con la idea de reconfortarme, le había visto estar de la misma manera hace menos de cinco segundos cuando aquel jugador lesionado de los Tigres Negros le habló. ¿Quién era? Le miré reojo, seguía con la vista en el suelo con sus ojos vacíos, idos...

Muchas veces me vi reflejado en aquellos ojos azules como el hielo, que complementaba al frío que eso conllevaba, como la muerte que él representaba. Y siempre tuve la oportunidad y el desespero de pensar que si yo me reflejaba en esos ojos significaba que ya estaba muerto, que no quedaba nada más de mi que dar y también a la pregunta de si en algún momento me había llegado a sentir vivo.

Muerte, muerte, muerte.

¿Con eso lograría sentir algo?

—Kendall, te has vuelto a ir —parpadeé volviendo en mi —. ¿En qué piensas?

Miré a mi alrededor el cómo mis compañeros ponían una expresión de genuina tristeza, dolor y decepción que no iba dirigido a nadie más que a ellos mismos. Y todo aquello era por un simple partido de baloncesto...El baloncesto, para mi, nunca fue más que un hobbie, un pasatiempo, una forma de llenar mi tiempo que escogía tener en mi vida antes de graduarme de la universidad...

—En que quiero un cigarro.

—¿No te vale ya con el agujero negro que tienes donde debería estar el corazón?

—Nunca hay suficiente para saciarme.

Crucé miradas con aquel hombre al que le había partido la nariz en la cancha. Tenía cara de pocos amigos y unas ganas tan nefastas de salir de allí que me antojó de volver a meterle dentro solo para disfrutar de su agonía un poco más, sin embargo, sus ojos azules eléctricos, tan oscuros como el océano, irradiaban un sentimiento completamente distinto al que su rostro mostraba.

Estaba animado.

Como quien le da un caramelo a un niño.

¿Por qué tantas ganas? ¿De qué eran esas ganas? Dudaba bastante de que fuera por la victoria de mierda, había algo más, con más sabor, con más dulzura de la que se puede dar encestando en el último segundo.

Sonreí de manera burlesca en el momento que me escaneó de arriba abajo, de una manera tan sumamente despectiva que ni hacía falta pronunciar el insulto que pretendía escupirme.

A ese juego de provocaciones podíamos jugar dos y, si él verdaderamente quería hacerlo sin estar en un partido, no me importaría en absoluto darle otro puñetazo más...Por si podía volver a recolocarle la nariz con mucha suerte.

—Williams, Williams, Williams...—repetí su nombre con una sonrisa en el resto— No sabes contra quien has empezado la guerra.

—¿Y si maduras un poco? No tienes diez años —la voz de Louis Abbey se escuchó cansada. Me sentí tal cual un niño regañado por sus padres hasta el punto de irritarlos.

Si hubiera sido otra persona quien me lo recalcara lo tomaría como una broma entre amigos, pero él y yo no lo éramos y eso solo significaba una cosa.

—No todo el mundo puede ser como tú, Louis.

No me respondió.

Sonreí.

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