Luca

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Podría haberse llamado Ayla, como la heroína de aquellos libros que leía y releía una y otra vez. Podría haber sido Idgie, como la protagonista de aquella película que tanto le gustaba, o quizás, simplemente María como tantas otras en este mundo, pero terminó llamándose Luca. A ojos de su padre, aquella pequeña bolita de pelusilla negra en la cabeza, y con unos ojos tan vividos nada mas nacer, merecía llamarse algo poco común y, mientras la sostenía entre sus brazos sin querer apenas tocarla con sus manos mal lavadas del trabajo, decidió que Luca seria su nombre. Eso era lo que su madre siempre le había contado en relación a su nombre. Luca nunca tuvo la oportunidad de preguntárselo personalmente a su padre, ya que poco tiempo después de nacer, él falleció en un fatal accidente. Sus ojos siempre se llenaban de lágrimas al recordar aquello, nunca conoció al que fue su padre, pero siempre permaneció muy vivo en su memoria y en su corazón Ahora estaba allí sentada, en su vieja habitación, mirándose en aquel espejo al que había hecho tantas confesiones, intentando adivinar qué era lo que había visto su padre en sus ojos y que ella nunca había encontrado. Su cabeza era un torbellino de sentimientos, por un lado la tristeza por abandonar su hogar desde la infancia, por otro, la euforia por la independencia, por comenzar una nueva vida, y, enfrentada, la pena por dejar a su madre sola. Le hubiera gustado permanecer más tiempo en aquella casa protectora, testigo silencioso de toda su vida, hogar de su infancia, de su pubertad, cómplice de tantos momentos, pero sabía que había llegado el momento de abandonar todo aquello y empezar a crear nuevos recuerdos en otro lugar. Guardaba en su mochila no sólo su ropa y sus cosas, sino también todos aquellos olores llenos de recuerdos y añoranzas. Sabía que ya nada volvería a ser igual, que todo sería distinto a partir de ese momento y, mientras empaquetaba sus cosas empezó a recordar... "... Su mente se llenó de vívidas imágenes del pasado, de recuerdos felices y otros no tan felices, pero hubo una imagen que se hizo nítida en su cabeza. Recordó aquella tarde de Junio, cuando ella apenas contaba con dieciocho años, era fin de semana, el instituto acababa de terminar y era el momento de quedar con los amigos para planificar las vacaciones. Como de costumbre habían quedado en el barrio de Amelia, en su banco de todas las tardes, había muchas que planificar en el aire, los cumpleaños, los días de piscina, las acampadas, las despedidas de las vacaciones y demás. Luca, como casi siempre, llegó de las primeras. Empezó a charlar animadamente con los pocos que ya estaban allí, estuvieron comentando las notas finales, hablando de lo que les esperaría el siguiente curso y lamentándose por los que se iban a quedar atrás. Poco a poco se fue agregando más gente hasta que al final llegó Amelia, como siempre la última, algo común ya en aquel grupo. Podría decirse que Amelia era la mejor amiga de Luca por aquel entonces. Eran compañeras de clase, realizaban juntas las actividades extraescolares y prácticamente se pasaban el día la una con la otra. Amelia excusó su tardanza alegando que había estado esperando a la chica que la acompañaba, aunque todos sabían que seguramente habría sido al contrario, pero no dijeron nada. Seguidamente, Amelia asumió ese protagonismo que tanto le gustaba presentando a su amiga al grupo e indicando que ese verano lo pasaría con ellos. - Iris, mira, esta es Luca.- Las presentó Amelia.- Es mi mejor amiga.- Dijo sin apenas dar tiempo a decir nada. - Encantada Luca.- Dijo. - Igualmente.- Contestó Luca. Entonces sus miradas se cruzaron, apenas un instante antes de saludarse con los consabidos dos besos. Luca sintió un tremendo escalofrío recorriendo su espina dorsal. Era como si la temperatura exterior hubiera descendido veinte grados de golpe y empezó a temblar. Luca estaba desconcertada, no sabía muy bien que había ocurrido. Era como si el tiempo se hubiera detenido en aquel instante, todo a su alrededor había desaparecido, todo a excepción de Iris. Como pudo Luca recobró la compostura e intentó unirse de nuevo al grupo, pensaba que todo había pasado desapercibido, pero pronto se dio cuenta de que había dos personas que se habían percatado de su estado. - ¿Estás bien?.- Le preguntó Iris algo preocupada. - Si, si, si.... Estoy Bien.- Respondió Luca atropelladamente, rehuyendo un poco la cercanía de Iris porque los escalofríos volvían a repetirse. - Tía, ¿Qué te ha pasado?.- Le soltó Amelia casi a gritos.- Ni que hubieras visto un fantasma. - No lo se.- Dijo Luca un tanto ruborizada al comprobar que los demás se giraban a mirarla.- Me habré mareado por el calor.- Mintió. - Sí, será eso.- Comentó Amelia satisfecha con la contestación. Luca se dio cuenta de que Iris no dejaba de mirarla, supuso que seguiría preocupada por lo que pasó antes, aunque era consciente de que el rubor empañaba sus mejillas cada vez que sus miradas se cruzaban y se pasó gran parte de la tarde evitando esas miradas. Ya por la noche, al llegar a casa, Luca seguía desconcertada, le dio un beso a su madre y se fue directamente a su habitación. - ¿No comes hija?.- Le preguntó su madre desde el salón. - No mama, no tengo hambre, ya comeré algo por la mañana.- Respondió. - Estos críos, seguro que ha comido algo por ahí.- Pensó su madre mientras retomaba su lectura. Luca se tumbó en la cama, su cabeza era como un hervidero de pensamientos sin ningún sentido. No tenía ni idea de lo que le había ocurrido horas antes cuando le presentaron a aquella chica. Nunca en toda su vida se había sentido así con nadie y no era capaz de encontrar un motivo que lo explicara. Sólo sabía que cada vez que pensaba en aquella chica, todo el vello de su cuerpo volvía a erizarse y notaba pequeños calambres en su estómago, era como cuando esperaba para abrir los regalos de Navidad, sólo que no era Navidad. ¿Cómo iba a hacer para disimular la turbación que aquella chica le creaba? ¿Qué podía hacer?. Se mantendría alejada de ella, si, eso haría pensó Luca al tiempo que el sueño lograba vencerla. Así pasó Luca la primera semana, y la siguiente, y otra más, huyendo en todo momento de la cercanía de Iris, excusándose en su hobby favorito, la fotografía, para pasar más tiempo alejada del grupo sin levantar muchas sospechas, para luego, pasarse las noches enteras repasando las fotografías que a escondidas sacaba de Iris. Le encantaba su pelo, su forma de moverse, esa pequeña mueca que hacia antes de soltar una gran carcajada, como casi imperceptiblemente fruncía el ceño cuando se concentraba en algo. Le gustaba su forma de ser, su simpatía, y ese ligero aire de misterio que infundía cuando hablaba de sí misma. Un día, como otro cualquiera, Luca estaba, como de costumbre, alejada del grupo, tomando fotografías con el trípode para que salieran mas estables. Estaba anocheciendo y resultaba difícil mantener el pulso firme para que las fotos no salieran movidas. - Hola!.- oyó decir a su espalda. Al reconocer la voz se giró sobresaltada, casi tirando la cámara al suelo. - Hola!.- Respondió Luca, sintiendo como los nervios de nuevo se agarraban a su estómago. - Perdona, no pretendía asustarte.- Se disculpó Iris. - No, si no me has asustado, es sólo que no esperaba a nadie por aquí y me sobresalté.- - ¿Te importa si me quedo contigo mientras haces las fotos?.- Preguntó Iris. - No, para nada.- Mintió Luca.- Pero seguro que te aburrirás.- Dijo en un intento desesperado de que Iris se marchara. - Seguro que no me aburro. Amelia siempre me ha dicho que eres una tía muy divertida, aunque ahora que lo pienso, en el tiempo que llevo aquí, nunca he tenido oportunidad de comprobarlo. A veces, incluso me he llegado a plantear que te caigo mal y todo. - ¿Eso te ha dicho Amelia?.- Preguntó Luca tratando de distraer la conversación. - Eso y muchas cosas más.- Dijo Iris.- Pero dime, ¿Realmente te caigo mal?.- Preguntó volviendo a la anterior conversación. - No.- Respondió Luca rápidamente. - Entonces, ¿Por qué me huyes cada vez que me ves?.- Sentenció Iris en una pregunta. - No lo hago.- Volvió a mentir Luca. - Si que lo haces.- Volvió a insistir Iris.- Incluso Amelia me lo ha comentado. - ¿Qué te ha comentado Amelia?.- Preguntaste intrigada. - Pues eso, que este verano estás muy rara, que siempre estás buscando excusas para alejarte del grupo, y que cuando estás con nosotros andas como distraída, sin llegar a estar del todo. - No se, no me había percatado de ello.- Respondió Luca intentado quitarle importancia a la conversación. - Pero lo haces.- Respondió Iris tajante mirándola de una forma desafiante como esperando una respuesta. Luca era incapaz de dejar de mirar esos ojos, se había perdido en esa penetrante mirada, intentando llegar más allá, hasta el fondo de su alma. Por un instante había perdido la noción del tiempo y prácticamente de la realidad, se hallaba absorta mirando a Iris, como estudiando cada detalle de su rostro, cada pequeña imperfección, intentando en ese breve lapso de tiempo memorizar cada detalle de la cara de Iris. Se descubrió a sí misma estudiando los labios que envolvían esa boca que tanto la perturbaba y se sorprendió al descubrir cuanto deseaba besarlos. ¿Cómo podía plantearse algo así? Se preguntó despertando de su ensoñación. Nunca se había planteado que una chica pudiera atraerle, y sin embargo ahí estaba, sintiendo como, con solo mirarla, Iris era capaz de despertar sentimientos en ella que desconocía. No sabía lo que era el amor, porque jamás se había enamorado, pero estaba segura de que era muy parecido a lo que sentía en esos instantes. Sus mejillas volvieron a ruborizarse al darse cuenta de lo que estaba pensando, y casi como un acto reflejo, se dio la vuelta tapándose avergonzada la cara con las manos. - ¿He dicho algo que pudiera molestarte?.-Preguntó Iris un tanto inquieta. - No.- Negó Luca con la cabeza. - Entonces ¿Qué te ocurre?.- Insistió Iris. - No lo se.- Respondió Luca dejando caer sus manos y descubriendo un rostro lleno de lágrimas. - No lo se.- Volvió a insistir, aunque en lo más profundo de su ser sabía perfectamente lo que le ocurría. ¿Cómo iba a poder decirle a Iris lo que le hacía sentir tan sólo con su presencia?, ¿Cómo podía tan siquiera atreverse a tener las fantasías que dominaban sus sueños desde el día que Iris apareció en su vida? ¿Cómo podría explicárselo, si ni tan siquiera ella lo entendía?. - ¿Quieres que vayamos a tomar algo y hablamos tranquilamente?.- Le propuso Iris con una tranquilidad que sorprendió a Luca. - No se si será buena idea.- Contestó Luca temerosa de sus pensamientos. - Bueno, si quieres solo hablo yo.- Dijo Iris con una gran sonrisa que a Luca le pareció un rayo de luz. - Vale.- consiguió mascullar enjuagándose las lágrimas. Había una luz increíble a esas horas que creaban todo tipo de tonalidades al reflejo con el agua y Luca aprovechó para sacar unas cuantas fotos más. Al mismo tiempo también usó la ocasión para poder tener algunas fotos de Iris mirando directamente a la cámara que unir a su ya amplia colección de fotos robadas en la distancia. Tras recoger todos los trastos y guardarlos en la mochila, se dirigieron al centro, a un bar donde Luca sabia perfectamente que podrían estar tranquilas. Durante todo el camino, Luca trató de mantener las distancias con Iris, a pesar de darse cuenta de que Iris trataba de romper esa distancia a cada momento. Era consciente de no ser por la forma en que Iris la turbaba podría llegar a sentirse muy cómoda con ella. Iris era una persona abierta, sincera, franca de palabra, sin necesidad de hipocresías donde esconderse. Era dulce y acogedora en su forma de ser, ofrecía confianza y seguridad y la verdad es que era muy fácil llegar a sentirse cómoda a su lado. Pero Luca no podía, solo pensar en las cosas que sentía en su presencia ya le hacían imposible estar cómoda, y si se dejaba llevar por sus pensamientos o sus sueños menos aún. Se sentía tan avergonzada por las cosas que había llegado a imaginar con Iris, que prácticamente le resultaba imposible poder mantenerle la mirada, y sin embargo, ahora que la tenía tan cerca, se sentía tan cómoda, tan a gusto, que su imaginación comenzaba a volar libremente de nuevo. Se veía con ella, a su lado, paseando por el paseo marítimo, dejándose llevar por Iris hacia la arena, descalzas, jugando de forma inocente, paseando por la orilla de la playa, gastándose bromas y riendo de forma libre, abierta, disfrutando de su risa, de esas caricias furtivas en los juegos, de su contacto, ese que nunca había tenido. Se veía a sí misma agarrando disimuladamente su mano y sintiendo como Iris aferraba la suya y, dejándose llevar por ese pensamiento, no se dio cuenta de cómo una sonrisa de satisfacción afloraba a su rostro. - ¿Qué piensas?.- Le preguntó Iris trayéndola a la realidad. Luca se sobresaltó al escuchar la pregunta, dándose cuenta de su sonrisa y sintiéndose descubierta. - No creo que te gustara saberlo.- Respondió Luca estupefacta por lo que acababa de decir. - Prueba a ver, a lo mejor te sorprendes y todo.- Fue todo lo que Iris comentó. - No, en serio, es solo una tontería sin importancia.- Intentó volver a zafarse Luca. - Pues por la preciosa sonrisa que he visto, debe tratarse de una tontería deliciosa.- Comentó Iris sin dejar de mirarla a los ojos. Luca sintió como toda la sangre de su cuerpo se concentraba en su cara. Roja como un tomate era totalmente incapaz de mantener la mirada de Iris y mucho menos todavía de pensar con claridad una excusa que la sacase de aquella situación. - ¿Me lo vas a contar?.- Volvió a insistir Iris cogiendo a Luca de la mano y ayudándola a sentarse en el malecón. Luca comenzó a temblar al sentir ese contacto tan íntimo de Iris, y sin embargo, contradictoriamente, sintió tanta seguridad que ya no quería perder ese contacto por nada del mundo, en ese momento habría dado cualquier cosa para que todo se parara en es instante. Se sentaron en el malecón en silencio, sin perder el cálido contacto de sus manos. Iris no volvió a preguntar nada, solo esperaba allí sentada, paciente, a que Luca estuviera preparada para hablar. Sin prisas, sin agobios, solo aquellas dos manos aferradas como trasmitiendo todos sus pensamientos a través de ellas. Había anochecido ya, y apenas había luz que les permitiera distinguir las facciones de sus caras. Luca hacia rato que había dejado de temblar y ahora una gran calidez y una gran seguridad habían invadido su cuerpo. Su mente aún seguía perdida en aquellos pensamientos, sin embargo ahora no le daban miedo, por el contrario estaba deseando hacerlos realidad. - Iris.- Dijo. - ¿Si?.- Respondió ésta. - Creo que si te contara lo que estoy pensando jamás volvería a verte.- Dijo finalmente Luca. - ¿Tan malo es lo que estás pensando? Preguntó Iris. - No lo se.- Dijo Luca.- Ya ni tan siquiera se lo que es bueno o no. - Quizás si me lo cuentas podríamos salir de dudas. - Es que no se si quiero averiguarlo.- Pensó Luca en voz alta. - ¿Sabes lo que pienso yo?.- Preguntó Iris. - No.- Respondió Luca un tanto sorprendida.- ¿Qué?.- - Pues pienso si besarte sería tan maravilloso como lo he soñado tantas veces desde el día que nos conocimos. Luca quedó sorprendida con lo que acababa de escuchar, no podía creer haber oído sus mismas palabras en boca de Iris. ¿Ella también sentía lo mismo? Iris permaneció en silencio, mirando los ojos de Luca a través de los débiles rayos de luna que se filtraban, acariciando su mano y sintiendo que su confesión había sido bien recibida. Luca sintió como un torbellino de sensaciones recorría su cuerpo, su secreto se había descubierto y encima era compartido. Por nada del mundo quería soltar esa mano que le daba tanta tranquilidad y mucho menos dejar de mirar esos ojos que le transmitían tantas cosas. Ahora si que parecía que el tiempo se hubiera detenido realmente, con las dos allí sentadas, cogidas de la mano, en silencio, sin dejar de mirarse, disfrutando de lo que ese pequeño contacto les estaba haciendo sentir. Sería imposible calcular cuanto tiempo estuvieron así, sin decir nada, solo jugando con sus dedos una en la mano de la otra. Sería imposible precisar los pensamientos que circulaban por sus cabezas. Sería imposible describir un momento tan mágico. - ¿Sabes una cosa?.- Dijo finalmente Luca. - ¿Qué?.- - Que yo me estaba preguntando exactamente los mismo.- Soltó finalmente Luca con una gran sonrisa. De nuevo reinó el silencio en aquel lugar, roto solo a veces por el golpeteo de las olas contra las rocas, y por alguna sonrisa nerviosa furtiva. Luca se sentó más cerca de Iris. Necesitaba sentir su calor y poder apreciar mas de cerca esa preciosa mirada que tantas cosas le hacia sentir. Se dio cuenta de que su olor la perturbaba aun más de lo que ella pensaba, haciéndole sentir de nuevo aquellos calambres en el estómago. Volvió a sentir esos deseos ocultos de besarla, descubrir a que sabían esos labios con los que tantas veces había soñado y que tantas veces había recorrido con sus dedos en sus sueños más inconfesables. Sentía como su deseo iba creciendo por dentro, inundando cada rincón de su cuerpo. Sentía como su piel anhelaba el contacto de la piel de Iris, sentía tantas cosas que el miedo a perderlas por su torpeza o inexperiencia la mantenía paralizada. Iris pudo apreciar ese miedo en su mirada, fue consciente de los pensamientos en la mente de Luca, y ella tampoco deseaba precipitarse. No después de haber soñado tantas veces con aquel momento, no después de tantas noches haciéndole el amor imaginariamente en su solitaria habitación. Pero también era consciente de cómo su cuerpo se encendía al sentirla tan cerca, de cómo su olor la estaba volviendo loca y de cómo su deseo por ella luchaba por hacerle perder el control. No pudo evitar esconder su cara en el hombro de Luca en un intento de esconder todo lo que estaba sintiendo. Luca se perturbó aún más al sentir el contacto de Iris en su hombro, su respiración en su cuello y su olor aún más cerca. Sintió como su corazón se aceleraba, casi se desbocaba. Se dio cuenta de cómo todos esos deseos y sentimientos reprimidos desde que la conoció empezaban a vagar libremente por su cuerpo y su mente por primera vez. Se sentía libre para sentir, libre para desear, libre para excitarse, pero sobre todo libre para dejarse llevar y disfrutar con la realidad de lo que tantas veces había soñado y entonces ya no lo pensó más y se dejó llevar. Ya no pudo reprimir por más tiempo su deseo besando el cuello de Iris, como una prueba, esperando su reacción. Siguió besando ese cuello, subiendo por el hacia la barbilla, sintiendo como a cada beso todo su cuerpo se activaba y el de Iris reaccionaba. Siguió su camino con su boca, llegando a la mejilla de Iris, no sabía muy bien lo que estaba haciendo, ni siquiera sabía que estaba haciendo, sólo sabía que no deseaba parar. Sólo fue un roce, un leve roce con los labios de Iris, ni siquiera fue provocado, fue fortuito al intentar cruzar a la otra mejilla, pero Luca ya no quiso moverse de ahí. La suavidad de los labios de Iris, su calidez, su dulzura, todo ello le hacia pensar a Luca que estaba en el paraíso. Era el sabor más increíble que había probado nunca. Iris ya no pudo soportarlo más, se dejó llevar al sentir los labios de Luca sobre los suyos, esa fue la chispa que culminó por encender el fuego de su cuerpo. Había perdido el control de sus actos, ya no quería reprimir más su deseo por miedo a asustar a Luca y se dejó guiar por sus instintos... Sus sentimientos. Cogió a Luca por la cintura atrayéndola hacia sí. Sus labios se pegaron más dejando que se entreabrieran esperando la humedad de la lengua contraria. Ambas se entregaron a ese beso, lleno de inocencia, de primeras sensaciones compartidas, lleno de descubrimientos... Impaciente de deseo... Al separarse, Luca bajó los ojos avergonzada, consciente de todo aquello que su cuerpo había experimentado con ese beso. Sentía punzadas de deseo donde antes nunca las había sentido, su corazón estaba desbocado, latiendo sin control y toda la sangre de su cuerpo se estaba concentrando en sus mejillas. Ni siquiera se atrevía a abrir los ojos. Iris era consciente de la perturbación que sentía Luca, ella ya había experimentado ese momento y sabía perfectamente lo que pasaba por la cabeza de Luca. Quería ir despacio, por nada del mundo pretendía que se asustara, aunque le estaba resultando muy difícil contener todo lo que su cuerpo le pedía. Guardó la cara de Luca entre sus manos, ayudándola a levantar la mirada, encontrando un poco de resistencia al principio, pero finalmente pudo volver a perderse en sus ojos. Le sonrió de la forma más dulce que pudo, se moría por volver a besarla, pero antes quería que ella se sintiera segura con lo que estaba pasando. Luca no podría dejar de temblar, lo intentaba, pero su cuerpo no respondía a las órdenes que ella le daba. Aún no podía creer que estuviera ahí, haciendo justo lo que tantas y tantas noches había soñado en secreto, ni tan siquiera sabía como lo había hecho. Muerta de vergüenza no podía siquiera mirar a Iris, no sabía como reaccionaría ésta, no se atrevía ni a levantar la cabeza cuando sintió las manos de Iris sobre su cara, intentando que la mirara. Con miedo dejó que Iris levantara su cara para encontrarse con la más dulce de las sonrisas que jamás había visto. Si antes ya estaba enamorada de ella ahora ya se encontraba a su merced. No podía resistirse a esos ojos y mucho menos a esa sonrisa que tanto la perturbaba, y poco a poco, de forma inconsciente volvió a acercar sus labios a los de Iris. Iris ya no fue capaz de contenerse por más tiempo al sentir de nuevo la cercanía de esos labios que tanto deseaba. Su cabeza era un torbellino de imágenes con las cosas que deseaba hacer con Luca. Su cuerpo temblaba de deseo al recibir toda esa información de su cerebro y, sus manos inmóviles, no se atrevían a dejarse deslizar por ese cuerpo que tanto anhelaba, pero esos labios, cálidos y húmedos abriéndose sobre los suyos le hicieron perder todos sus recatos. Dejó que su lengua, cauta al principio, fuese tomando confianza en la boca de Luca, sintiendo como ésta respondía a sus juegos. Sintió como el cuerpo de Luca poco a poco se fue relajando al contacto con sus manos y como las manos de Luca se iban apoyando en el suyo casi sin querer. Luca sentía como la pasión se iba apoderando de ella a medida que los besos se volvían mucho mas intensos que al principio. No tenía ni idea de qué debía hacer, pero decidió dejarse llevar, arrastrar por la pasión que sentía. Sus manos se fueron perdiendo poco a poco por el cuerpo de Iris, atraídas por la calidez que desprendía, sintiendo al hacerlo pequeños espasmos que la animaban a seguir su camino. Al principio solo se atrevía a acariciar suavemente sus brazos, sus hombros, dejando que las yemas de sus dedos resbalaran delicadamente por ellos, sintiendo como esas pequeñas caricias intensificaban la profundidad de los besos de Iris. Empezaba a sentir que aquello solo no le bastaba, que necesitaba más, sentir con más plenitud aquel cuerpo que tanto le fascinaba. Empezó a preguntarse cómo sería acariciar esos pechos turgentes que notaba contra los suyos, cómo sería saborear esos pezones que adivinaba duros bajo la camiseta y, se sorprendió al notar como una oleada de humedad la inundaba con tales pensamientos. Iris estaba a punto de estallar. Esas pequeñas caricias de Luca estaban consiguiendo que su cuerpo se encendiera mucho más de lo que ella podía controlar. Sabía que se encontraban en un lugar público, a la vista de todo el mundo y eso le impedía ir más allá, conseguir aquello con lo que tantas noches había soñado. Luca sin embargo, había olvidado por completo donde se hallaban y sus manos empezaron a deslizarse bajo la camiseta de Iris llegando hasta esos pechos que tanto la atraían. Iris dio un respingo al sentir las manos de Luca en su pecho y no pudo evitar decir: - Para, por Dios!.- - Oh!, lo siento.- Dijo Luca asustada.- ¿He hecho algo mal?. - No, no es eso.- Intentó tranquilizarla Iris.- Para nada, eso solo por el sitio donde estamos. Luca fue consciente en ese momento, al oír las palabras de Iris, de que estaban en el malecón, en pleno paseo marítimo, con la gente paseando a su alrededor y, ruborizada, solo pudo decir: - Lo siento, no me di cuenta.- Iris sonrió como solo ella sabía hacerlo al sentir el rubor de Luca, no pudo evitar pensar que ella también había estado a punto de dejarse llevar cuando notó el cálido tacto de las manos de Luca sobre su piel... - No pasa nada.- Comentó Iris sin dejar de sonreír.- Ojalá estuviéramos en algún sitio más tranquilo.- Susurró. - Tengo una idea.- Dijo Luca de pronto poniéndose en pie. - ¿A dónde vas?.- Preguntó Iris intrigada. - Tú sígueme.- Dijo Luca con una gran sonrisa. - ¿Estás segura?.- Le preguntó Iris algo más seria. - No he estado más segura en toda mi vida.- Respondió Luca sin dejar de mirarla a los ojos. Un tremendo escalofrío recorrió la espalda de Iris devolviéndole la sonrisa. Luca cogió la mano de Iris tirando de ella con fuerza al tiempo que comenzaba a correr en dirección a las callejuelas de la ciudad. - Pero, ¿A dónde vamos?.- Preguntó Iris empezando a correr. - Ya lo verás cuando lleguemos.- Le respondió Luca. Siguieron corriendo hasta adentrarse en una zona de casas bajas en la parte antigua de la ciudad. Allí Luca aminoró un poco el paso sin soltar la mano de Iris. Se notaba que estaba intentando centrarse en dónde estaba para localizar lo que andaba buscando, hasta que al final de la calle pudo reconocer la casa de sus abuelos. - Allí es donde vamos.- Le dijo a Iris señalándole la casa con el dedo.- Mis abuelos están de viaje y la casa está vacía, ¿Te parece bien?.- Le preguntó con un pícara sonrisa. Iris deseó estar ya en la casa al ver la sonrisa de Luca. La miró a los ojos y asintió con la cabeza dejándose llevar de nuevo por sus fantasías. Al cerrar la puerta tras de ellas todo desapareció de nuevo. No había ruido, ni miradas indiscretas, sólo ellas, una frente a la otra, llenas de deseo y de miedo a la vez. Se hizo un gran silencio. Ninguna sabía qué decir o qué hacer, el miedo a asustar a la otra persona era mucho más intenso que el deseo que ambas sentían. - No tenemos que hacer nada.- Dijo Finalmente Iris mirando a Luca con ternura. - Pero... Yo te deseo y quiero.- Contestó Luca con lágrimas en los ojos.- Es solo que tengo miedo.- Reconoció al fín. - ¿Miedo?, ¿Y por qué tienes miedo?.- Preguntó Iris sintiendo ella misma ese miedo. - Nunca he hecho algo así y tengo miedo de no saber que hacer y decepcionarte. La mirada de Iris se tornó aun mas dulce si cabe, no hacía tanto que ella había estado en la misma situación de Luca y la abrazó en un intento de infundirle confianza. - No creo que pudieras decepcionarme.- Le susurró al oído.- Tu sólo déjate llevar, haz lo que te apetezca hacer y ten la suficiente confianza para decir no si algo no te gusta, todo lo demás llegará poco a poco. Luca abrazó a Iris con fuerza, como en un intento de descubrir que todo aquello era real y no uno de los muchos sueños que había tenido a lo largo de las últimas semanas. Aflojó un poco la intensidad del abrazo para poder quedarse frente a Iris y poder observar de cerca esa cara que tanto le fascinaba, así en vivo, sin necesidad de un objetivo de por medio. Posó su mano en ella, intentando grabar en las yemas de sus dedos cada rasgo, cada imperfección sin poder apartar sus ojos de la mirada de Iris, dejándose llevar por las sensaciones que le transmitía. Iris sintió de nuevo esa punzada de deseo creciendo en su interior, las inocentes caricias de Luca estaban logrando que todo su cuerpo se encendiera haciendo que la deseara aún más si eso era posible... Y se dejó llevar. Sus manos se perdieron bajo la camiseta de Luca encontrando el agradable calor de su espalda y el suave tacto de su piel, deslizándose delicadamente por ésta si a penas presión, tan sólo leves toques, haciendo que un millar de escalofríos recorrieran el cuerpo de Luca. Luca no podía creer lo que su cuerpo estaba experimentando con esas suaves caricias, era como si una traca de fuegos artificiales estuviera recorriendo cada rincón de su cuerpo, logrando que, un leve gemido escapara de su boca. Azorada, intentó disimular besando los labios de Iris en un intento de buscar calma en su dulzura, en su calidez, pero, sólo fue un intento infructuoso, lo supo cuando sintió como la lengua de Iris penetraba en su boca queriendo jugar con la suya, haciendo que esos fuegos artificiales terminaran convirtiéndose en un autentico volcán en erupción. Siguiendo el ejemplo de Iris, ella también metió sus manos bajo la camiseta, no pudiendo evitar unos pequeños espasmos al sentir la calidez de su cuerpo. Luca fue consciente en ese momento de que ya no habría marcha atrás, de que nunca más en su vida podría vivir si experimentar las sensaciones que estaba sintiendo en ese momento. Fue plenamente consciente en ese instante de lo que quería y de que se iba a dejar llevar hasta las últimas consecuencias. Iris pudo notar la determinación de Luca en la intensidad de sus besos, lo que le dio confianza para dar libertad a sus manos en la exploración del cuerpo de Luca. Los miedos estaban desapareciendo y los tabúes impuestos habían pasado a un segundo plano, en esos momentos ya solo importaba lo que se estaba sintiendo y lo que se deseaba sentir y hacer sentir... Luca cogió la mano de Iris y subiendo las escaleras la llevó hasta la habitación que tenía en casa de sus abuelos. No había luz, solo pequeños rayos de luna que se filtraban por la ventana dejando entrever un poco los rasgos de cada una. Iris fue la primera que retomó la iniciativa volviendo a besar a Luca. A diferencia de antes lo hizo de una forma muy dulce, como intentando infundirle tranquilidad, paz, relajación. Poco a poco sus manos fueron sacándole la camiseta, despacio, sin prisas, pudiendo acariciar de nuevo esa piel ya conocida, aunque ahora con más detalle y determinación. Con suavidad alcanzó el broche del sujetador esperando alguna reacción nerviosa por parte de Luca, pero no la hubo, al contrario Luca se separo un poco de ella para dejarle más libertad a la hora de quitar el sujetado y dejar a la vista aquellos pechos con los que tantas veces había soñado. Luca siguió el camino de Iris y empezó a quitarle la camiseta, deseaba tanto sentir el contacto de su piel contra la suya, deseaba tanto hacerla feliz. Con manos nerviosas logró al fin desabrochar el sujetador de Iris, sacándolo despacio, dándose tiempo a disfrutar de tantas emociones nuevas. Aquellos pechos duros, con los pezones erectos le parecieron la imagen más bella que jamás hubiera visto. No tenia ni idea de qué debía hacer, pero esos pechos la atraían como un imán, solo era capaz de pensar en lo mucho que deseaba besarlos y sin pensarlo más fue lo que hizo. Iris dio un respingo al sentir los labios de Luca sobre sus pechos, se excitó tanto cuando la lengua de Luca se tropezó con uno de sus pezones que llegó a temer que iba a llegar al orgasmo y no pudo evitar arquear la espalda hacia atrás dejándose llevar por esas punzadas de placer en lo más intimo de su cuerpo, dejando sus pechos a merced de la boca de Luca. Luca animada por los movimientos de Iris fue entusiasmándose más en sus caricias, dejando que su lengua recorriera ambos pechos, atreviéndose incluso a jugar con esos pezones tan duros y apetitosos mordiéndolos delicadamente. Iris pensaba que se iba a desmayar de tanto placer como estaba sintiendo, a penas si era capaz de pensar con claridad al sentir los pequeños mordiscos de Luca. Su cuerpo era un torbellino de deseo y de pasión, por un lado, deseaba dejarse llevar y alcanzar de una vez ese orgasmo tantas veces soñado, pero, por otro lado, deseaba hacerlo junto a Luca, poder hacerle sentir a ella lo mismo que estaba ocurriendo en su cuerpo. Como pudo se recompuso, se concentró en la persona que le estaba haciendo sentir todo ese placer, levantó la cara de Luca y volvió a besarla de esa forma tan dulce que tanto le gustaba. Sin prisas, intentando serenar su cabeza y su cuerpo fue llevando a Luca hacia la cama. En ese corto trayecto ambas fueron perdiendo lo poco de ropa que aun les quedaba encima y al tropezar con el borde del colchón dejó que Luca se tumbara con ella a su lado. Tenía claro que no había prisas, que no había por qué precipitar las cosas. En su cerebro era consciente de que era la primera vez de Luca y estaba dispuesta a que fuera inolvidable. Poco a poco fue tomando el control de la situación, aunque también fue consciente de que Luca no se lo iba a poner fácil. Podía notar por el temblor del cuerpo de Luca que su excitación era tan manifiesta como la suya y que, a pesar de su inexperiencia estaba decidida a proporcionarle tanto placer como le fuera posible. Iris entrelazó sus piernas con las de Luca, notando al hacerlo que ambas estaban muy húmedas. Se le hizo la boca agua solo con pensar en lo que sería bajar hasta ahí. - ¿Estás segura de querer continuar?.- Le preguntó Iris mirándola a los ojos. - Totalmente.- Le respondió Luca sin ninguna duda en su mirada. - Solo tienes que decir PARA si ves que no quieres o puedes continuar, lo sabes ¿Verdad?.- Volvió a insistir Iris. Luca volvió a besarla convenciéndola rápidamente de su decisión. Iris le devolvió el beso con pasión. Jugó con su lengua al tiempo que sus manos comenzaban a dibujar el cuerpo de Luca. Besó sus labios, besó su cuello, lo mordió al darse cuenta de que sus caderas empezaban a moverse acompañadas de las de Luca. Bajó a sus pechos, deleitándose con el sabor de sus pezones, los rodeó con su lengua, los succionó con sus labios, los mordisqueó y los devoró como si el tiempo ya no existiera. Luca no pudo evitar gemir de nuevo, aunque esta vez ya no se avergonzaba, ya no le importaba si estaba bien o no, solo era consciente de la boca de Iris, de cómo se estaba excitando, de cómo sus caderas se estaban moviendo inconscientemente al ritmo que Iris le marcaba y de cómo todo su cuerpo se estaba convirtiendo en un cúmulo de sensaciones luchando por explotar. Un pequeño grito afloró de su garganta cuando sintió los dedos de Iris recorriendo su sexo, moviéndose como intentando explorarlo. Sintió presión en su clítoris, pequeños círculos suaves que provocaban infinidad de pinchazos de placer en su sexo. Notó la necesidad de hacer ella lo misma lo propio llevando su mano al sexo de Iris. Se sorprendió al sentirlo tan húmedo y se sonrió al recordar como ella misma se había mojado al imaginarse haciendo el amor con Iris. Luca ya no se sentía intimidada por no saber que tenía que hacer, siguió el consejo que Iris le había dado y se dejó llevar... Sentía los dedos de Iris moviéndose en su clítoris y se decidió a jugar con el suyo. Sintió como crecía bajo sus caricias, como engordaba cuando aumentaba el ritmo. Fue consciente de que ahora sus caderas se movían mucho más deprisa que antes, de que la humedad había aumentado y se atrevió a ir más allá. Iris no podía creerlo cuando sintió los dedos de Luca entrando en ella, de no ser por su fuerza de voluntad el orgasmo le hubiera llegado en ese mismo instante, pero lo ahogó todo en un inmenso gemido de placer. Dejó que sus dedos resbalaran hasta la entrada de la vagina de Luca, jugando como esperando permiso para penetrar en ella. No hizo falta permiso ya que los movimientos de caderas de Luca hicieron el resto del trabajo. El silencio se había roto llenándose de suspiros y de jadeos, los movimientos eran cada vez más rápidos casi como espasmódicos. Los dedos de una en el interior de la otra, sus bocas repartidas en la piel de la otra... Iris empezó a notar que su orgasmo iba a ser inminente, por mucho que lo estaba intentando sabía que ya no podía seguir aguantando por más tiempo. Sabía que Luca también estaba preparada. Había sido demasiado tiempo soñando con ese momento como para poder prolongarlo más. Los dedos de Luca estaban realizando un magnifico trabajo dentro de ella, entrando y saliendo al ritmo perfecto, moviéndose de esa forma tan peculiar que Iris apenas era capaz de concentrarse en nada más. Sabía perfectamente que en cuanto esos dedos la abandonaran para dedicarse a su clítoris todo el deseo contenido en su cuerpo iba a explotar e hizo lo que debía hacer... Se adelantó a Luca en sus movimientos, su mano se movió por el sexo de Luca buscando la ubicación adecuada. Sus dedos alcanzaron su clítoris y empezaron a masajearlo de una forma más directa, no tan sutil como antes, logrando lo que buscaba, que el clítoris se enervara y creciera aun más preso de la excitación. Luca sintió como todo su cuerpo se encendía ante las caricias de Iris, empezó a sentir un temblor incontrolable en todo su ser y, a pesar de su inexperiencia, supo que el orgasmo sería inminente. Ya no le importaba, solo quería dejarse llevar por todo ese placer que estaba sintiendo. Su mano, como en un acto reflejo, también buscó el clítoris de Iris e imitó las mismas caricias que ella estaba recibiendo. Pudo notar también como el cuerpo de Iris temblaba tanto como el suyo, prácticamente más que temblar, convulsionaban. Escuchó también los jadeos de Iris mucho más rápidos e intensos, sin darse cuenta de que sus gemidos eran muy parecidos. Su cabeza ya no podía pensar, toda ella estaba concentrada en el fuego que se estaba propagando por todo su cuerpo desde su entrepierna, ni tan siquiera sabía como era capaz de mantener su mano donde estaba cuando todo su cuerpo le pedía explotar, dejarse arrastrar por todo ese placer... Y así pasó... Un tsunami de placer arrasó todo su cuerpo, tensando todos sus músculos y crispando todos sus nervios. Solo se oía a sí misma gritando, gimiendo, sin darse cuenta de que sus gemidos eran compartidos. Sentía como todo su cuerpo se retorcía espasmódicamente buscando una nueva caricia que volviera a llevarle tantísimo placer como estaba sintiendo en esos momentos. No era consciente del tiempo transcurrido, ni de donde estaba, ni de lo que pasaba, solo era capaz de sentir como jamás en su vida había sentido. Iris, por su parte, no pudo evitar dejarse llevar por el orgasmo al sentir el de Luca. Primero sintió que se moría cuando todo su cuerpo se tensó y después que no quería dejar de sentir todo aquello. Aquellas oleadas que poco a poco iban invadiendo su cuerpo haciéndole sentir hasta el más mínimo nervio de su sistema, y así permaneció hasta que empezó a notar como su cuerpo iba relajándose despacio, hasta poder fundirse en un abrazo con Luca. ¿Cuánto tiempo permanecieron así? Nadie lo sabe, y tampoco importaba, solo deseaban sentirse la una a la otra para dar más veracidad a lo que acababa de ocurrir. Luca sintió de nuevo como las manos de Iris volvían a recorrer su cuerpo, como sus labios y su lengua se dedicaban de nuevo a sus pechos. Se sorprendió al ver como su cuerpo despertaba nuevamente al placer sintiendo las caricias de Iris. Quiso contribuir a esa nueva experiencia acariciando el cuerpo de Iris, pero, Iris tenía otros planes. Sujetó las manos de Luca y levantando la cabeza le hizo un gesto negativo. Iris tenía muy claro que esta vez el placer iba a ser solo para Luca, aunque ella misma lo disfrutaría tanto o más que ella. Fue recorriendo lentamente el abdomen de Luca con su lengua, muy despacio, ya habían desaparecido las prisas y la urgencia del primer momento. Se entretuvo jugando con su ombligo, recorriendo la línea de sus caderas de un lado a otro, recorriendo el interior de sus muslos, lamiendo sus labios internos hasta encontrarse con un nuevo gemido de Luca al volver a introducir sus dedos en ella. Su lengua juguetona encontró el tesoro anhelado empezando a jugar con su clítoris, despacio, muy despacio, sintiendo a cada movimiento como aumentaba su tamaño... " El ding-dong de la puerta sacó a Luca de sus pensamientos. - Hija, date prisa, Iris ya está aquí.- Le gritó su madre desde la puerta. Luca se sonrió frente a aquel espejo confidente al sentir la excitación que aquellos recuerdos habían provocado en ella, terminó de empaquetar las pocas cosas que aún le quedaban y cuando vio a Iris asomar por la puerta, no pudo evitar que esa sonrisa pícara suya aflorara a su rostro. - ¿A saber que estarás pensando?.- Le sonrió Iris mientras la saludaba con un beso. - Mejor te lo explico en casa.- Le contestó Luca sin perder la sonrisa. - Mmmm, en casa, que bien suena eso. - Si, nuestra vida comienza.- Le dijo Luca al tiempo que volvía a besarla...

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