Capítulo 2: Fuego

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-Perdona, ¿fuego?
Abro los ojos asustada, llevándome la mano al pecho.

-Joder, lo...lo siento, lo siento mucho- dice nervioso. -No quería asustarte.
-No te preocupes- sonrío. -Estaba...bueno, da igual.
-Soy Lucas, encantado.

Me tiende la mano.

-Lo siento Lucas, no tengo fuego.
-Vaya por dios. Nadie en esta playa tiene fuego.

Me encojo de hombros y sonrío.

-Bueno, ¿tú eres...?
-Malú.
-En realidad, Malú, sólo venía a ver si estabas bien. Te he visto sola y quería asegurarme.
-Todo bien, gracias.
-Siento haberte desconectado de ese momento tan tuyo que estabas teniendo. -Sonríe. -¿Puedo...no sé, invitarte a una copa para recompensarte?
-Quizá en otro momento.
-Está bien, pues encantado.

Vuelve a tenderme la mano despidiéndose y comienza a alejarse.
Me quedo embelesada, mirando cómo se aleja.
Al cabo de un rato vuelvo a la mesa con los chicos.

-¿Qué hacías?- dice mi hermano cuando me siento a su lado.
-Estaba pensando.
-¿Pensando?
-Sí, pensando.
Se ríe.
-¿Y el chico moreno que estaba a tu lado te estaba ayudando a pensar?
-¿Quién, ese?- señalo. Se encuentra en la mesa de en frente junto a un grupo de chicos. Jose asiente. -Solo quería invitarme a una copa.
-¿Y se puede saber que haces aquí sentada conmigo?
-Pues porque no tengo yo ahora el cuerpo para tomarme una copa con nadie.
-¿Tú lo has visto, Malú? Está buenísimo, me he fijado hasta yo y soy hombre.

La verdad es que sí, hacía tiempo que no me sentía atraída por otro hombre que no fuera Albert.
Lucas es moreno, ojos verdes, metro noventa y viste una camisa blanca junto a una bermudas de color beige.
Me quedo embobada mirándolo, él se da cuenta y sonríe.

-¿Cuánto hace que no estás con nadie?-pregunta Rubén.
-No sé, seis o siete meses.
-Pues creo que ya es hora de que empieces a conocer gente- interrumpe mi hermano. -Tu divorcio está a punto de firmarse, no le tienes que guardar luto a Albert.
-Vale chicos, tranquilos. Mi vida sentimental está bien. No necesito que me empujéis a los brazos de un tío, que además lo único que sabemos es que está buenísimo. Imaginaros que es un psicópata o que solo quiere acostarse conmigo para ir diciendo que se ha tirado a una famosa.
-Con esa cara tan perfecta no puede ser malo- interrumpe Yaiza.

Suspiro riendo, a veces los quiero matar pero no sé qué haría sin ellos.
La noche continúa y llega la hora de irse a casa.
Me quito los zapatos a la misma vez que me dejo caer en la cama y cojo el móvil.

Albert:
¿A qué hora vuelves?
He pensado que podemos ir a pasar el día al campo, en familia, como solíamos hacer.
O si vienes muy cansada puedo dejar a Lucía en casa de mis padres y preparar algo para ti y para mí.
No sé Malú, creo que podemos estar bien, estar como antes.
He hablado con una psicóloga especialista en parejas y nos podría dar cita para el lunes. Estamos a tiempo de arreglar todo este desastre y volver a ser la familia que éramos.
Llámame.

Suspiro, agotada. Los mismos mensajes de siempre, las mismas palabras.

Malú:
No hay nada que solucionar Albert. En dos semanas firmamos los papeles del divorcio, y te aseguro que no hay nada que me pueda hacer cambiar de opinión.
Necesito parar esto ya, estoy muy agotada mentalmente.
Voy a tomarme unos días de descanso, me quedaré hasta la semana que viene en Algeciras. Llamaré a Manu para que traiga a Lucía.

Albert:
No llames a nadie, yo mismo te la llevo.

A la mañana siguiente

Que bonito es quererte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora