Ese día a sus ojos no tenia mas color que un sombrío gris que cubría con su manto de tristeza cualquier rastro de felicidad que le quedaba; aun no era capaz de creer la noticia que le habían dado, y peor aun, no podía creer que el mismo se lo había dicho a su padre. Sus ojos aun se sentían hinchados producto a las interminables lagrimas que estos dejaban salir por las noches y el dolor creciente dentro de su pecho cada vez era menos controlable.
Quería que ya todo eso se acabara, quería despertar de ese doloroso y desafortunado sueño, quería abrir los ojos y ver que su hermano salía a entrenar al jardín de la finca aun siendo un niño mientras que su madre le sobaba su espalda reconfortándolo del mal sueño que lo había despertado, quería ver a su padre que sonreía ante el maravilloso entusiasmo de su primogénito, y mas que nada, quería ver a la muerte lo mas lejos posible de su hogar... en verdad quería creer que todo esto había sido un simple sueño.
Llevó una de sus manos a su boca y reprimió un jadeo lastimero mientras que sus ojos volvían a llenarse de lagrimas.
-Kyojuro...
Susurró rodeando su estómago con su brazo libre buscando reconfortarse con un abrazo a si mismo, pero no funcionaba, no importaba cuantas veces lo hiciese durante esos dos horribles días, el sentimiento no disminuía. Las ganas de hacer algo habían abandonado su cuerpo, ya no le importaba si su hogar se deterioraba, al fin y al cabo mas roto no podía estar; si por el fuera permanecería en su futon hasta que el tiempo sobre su persona terminara de pasar arrastrándolo consigo. Sus ojos se cerraron por un instante y a su mente breves imágenes de la sonrisa brillante de su hermano llegaron para brindarle algo de calor a su corazón; el no habría querido que se rindiera ante la vida, menos por su culpa, no hubiese querido que dejase a su padre completamente solo o que descuidara su salud, debía de seguir para honrar su memoria.
Con poco animo abandonó su futon y salió de su cuarto mirando con anhelo lo que había sido la habitación de Kyojuro, no se había atrevido a entrar desde que escuchó la noticia y este tampoco iba a ser el día, aun no podía. Desvió su mirada al piso y siguió su recorrido a la cocina, aun tenia que cuidar de su padre, tenia que preparar algo para que este comiera y siguiera estando fuerte; su progenitor no había emitido palabra alguna durante esos dos días, ya no lo había visto salir de su habitación, solo alcanzaba a verlo cuando le entregaba la comida.
Comenzó a rebuscar entre las alacenas para ver que podía preparar ese día para el desayuno, pero ya no habían muchas cosas, debió de haber ido por suministros el día de ayer, pero ¿Cómo podría hacerlo? su hermano siempre le acompañaba con entusiasmo pidiéndole que le llevara ciertas cosas para poder preparar alimentos que saciaran sus grandes antojos, pero ahora... solo tendría que buscar traer lo indispensable; por el momento se conformaría en prepararle unos oniguiri a su padre. Lavó el arroz y lo puso a cocer mientras preparaba algo de relleno, solo para una persona, el no tenia hambre.
Su vista recayó sobre un pequeño candelario que estaba al fondo de la cocina y su tristeza fue opacada por un muy breve instante por el nerviosismo, se había olvidado que esa fecha era importante para el, ese día una persona que para el era especial le esperaría a orillas del pueblo con la carta que el le había enviado en manos; con toda la conmoción se le había olvidado, y honestamente ya casi carecía de importancia, el entusiasmo que había sentido el día que envió la carta se había desvanecido. Su hermano le había ayudado a escribirla, e incluso le permitió usar su cuervo para enviarla junto con una flor que Kyojuro le había traído de un poblado distante, el le había impulsado a arriesgarse con esa persona, el le había dado parte de su confianza y había creído en su hermanito, le deseaba la felicidad.
Mordió su labio inferior con nerviosismo; ya no quería hacerlo, no se sentía lo suficientemente fuerte como para ser capaz de recibir algún rechazo, aparte, ya nadie le apoyaba. El no haberse presentado aun resultaba como inconveniente, las personas aun solían verlo como un cachorro y era muy difícil que lo tomasen en cuenta, esperaba recibirse como un beta pronto. Su familia se componía principalmente de alfas y algunos betas, no había ni un solo omega en su linaje y estaba seguro que el no seria la excepción, aunque tampoco esperaba ser un alfa, era demasiado débil para ser uno. Por otro lado, uno de sus mayores temores era perder la amistad de esa persona, se conocían desde que eran niños pequeños y desde ese entonces habían sido muy buenos amigos, era a quien acudía cuando su hermano estaba en misiones y nunca le había negado su ayuda, claro, podía atribuirle toda esa amabilidad a que aquella persona era omega, que por naturaleza era mas gentil y cálido, pero se negaba a hacerlo, se aferraba a la idea de que bajo cualquier casta iba a ser igual de amable con todo mundo al igual que su hermano lo era.
Un amargo olor lo sacó bruscamente de sus pensamientos y lo devolvió a la realidad, el recipiente en el que había puesto a cocer el arroz desprendía vapores oscuros y de olor amargo, la comida se le había quemado. En un impulso de rescatarlo tomó la olla de los laterales, sintiendo como su piel ardía ante el contacto con el metal hirviendo, y la hundió en agua para contrarrestar el calor mientras reprimía un doloroso grito que rogaba por escaparse de entre sus labios, aunque claro, no permitió que el liquido hiciera contacto con los granos de arroz sobrecosido. Cuando sintió que el calor había disminuido sacó la olla y la colocó sobre una superficie capaz de soportar esa temperatura, solo para soltarla y mirarse sus manos, estaban rojas y la piel de estas se había desprendido, sus manos temblaban producto del dolor que sentían, estaba seguro de que mas tarde tendría feos salpullidos.
Su mirada cargada de pánico recayó en el arroz sobrecosido, ya no tenia mas y no le daba tiempo de ir por nada a algún puerto cercano, tendría que hacer algo con lo que tenia. Con miedo armó los oniguiri para su padre y los colocó en un plato sencillo, había tratado de que lo mas quemado quedase fuera de la comida de su padre, pero estaba seguro que el sabor se había quedado presente.
Tímidamente tocó un par de veces la puerta de la habitación de su padre y al no recibir respuesta abrió un espacio por donde pudo pasar el plato.
-Disculpe la demora padre, aquí le dejo su desayuno y ruego me perdone por su mala cocción.
Como respuesta nada mas había recibido un gruñido, pero no iba a esperar mas, rápidamente cerró la puerta y se dirigió a la entrada de su casa, en el camino cogió una cesta y salió decidido a comprar algunos víveres. El camino que descendía hacia al poblado era bastante largo, pero lo estaba aprovechando para poder cambiar su ansiedad, su padre no iba a salir a buscarle, o al menos eso era lo que le gustaba creer, no tenia que angustiarse por que su enojo lo siguiera hasta el pueblo.
Se apresuró a llevarse todo lo que necesitaba y en su camino de regreso pasó al lado de un viejo vendedor de flores y sus ojos bicolores se fijaron de inmediato en un lindo ramo de flores azules, cuyo tono le recordaba a los tranquilos ojos de la omega, eran demasiado hermosas; sin dudarlo ni un instante le pagó a aquel hombre ese presente y una tranquila sonrisa inundó el rostro del menor por primera vez en día, estaba decidido, si iría a su compromiso, así lo hubiese querido Kyojuro.
Como pudo cargó con todas las cosas sintiendo en mas de una ocasión que a la sesta en la que traía las cosas se le caía algo, por lo que se detenía y revisaba sus inseguridades; eso no le pasaba con su hermano, siempre se repartían los insumos para que a ninguno le pesara, aunque la realidad era mas bien para que a el no le pesara, siempre había sido alguien bastante débil, con regularidad solía enfermarse por sus bajas defensas, siempre había sido así desde que era un cachorro.
Su caminata había sido muy tranquila, todo iba demasiado bien, por eso cuando estuvo cerca de su hogar y en su campo de visión apareció una botella de licor completamente vacía y abandonada en la puerta de su casa sintió que su corazón se detenía y una amarga sensación inundó su boca; su padre no debía salir en estado de ebriedad, por mas que fuese fuerte podría perderse, internarse en el bosque y encontrar un demonio mientras el estaba desarmado, habían tantas cosas que le podían poner en peligro.
-Padre...
No lo pensó dos veces e ingresó a su hogar de manera presurosa, ya ni siquiera sentía el peso de las cosas con las que cargaba, la adrenalina había nublado el resto de sus sentidos. No podía perder a nadie mas.
ESTÁS LEYENDO
Solo ven y quítamelo
Любовные романыAkasen. Aveces las cosas no salen como esperamos, la vida nos suele dar tantas sorpresas y malas jugadas. Aquí se desarrollará una relación de personas tan distintas. Akaza alguien que daño a su familia. ¿Cómo es que terminan juntos?¿Por amor?¿O al...