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Pasaba de la media noche cuando Harry llegó del trabajo, a pesar de que su relación con su hija ya no era la misma, siempre iba a su habitación para darle un beso mientras dormía. Se sorprendió mucho cuando vio que la cama estaba intacta y no había rastro de ella. Creyó que se había quedado con alguien de la universidad, pero ella siempre le avisaba. Se le hizo extraño. Obviamente la llamó a su celular, pero el buzón era el que lo atendía. El reloj comenzaba a marcar las dos de la mañana y aun no tenía una mínima idea de dónde o con quién estaba su hija, tampoco tenía ningún número de contacto de algún amigo o algo, no sabía nada.

En medio de su desespero, con tropiezos y malas palabras, subió al auto y condujo rumbo a la estación de policía más cercana, tardaron en atenderlo más de lo que esperaba y cuando llegó su turno se dio cuenta de que ir allí fue casi inútil porque no pudo dar ninguna señal de lo que le pudo haber pasado a su hija, por lo que los policías que atendieron su caso no pudieron hacer nada más que pedirle volver a casa para 'descansar', qué sugerencia tan estúpida, porque, ¡¿Cómo carajos va a hacer eso cuando su hija no aparece?!

Sin embargo, subió a su auto, después de todo, él tampoco podía hacer nada más que esperar a que su hija volviera. Tan pronto entró a su hogar las lágrimas se deslizaron sobre sus mejillas como abundantes cascadas, sollozando sin consuelo, se está imaginando lo peor y los buenos momentos que ha pasado con su hija, en esta ocasión, lo torturan. Para ponerle más emoción al asunto, la radio que había encendido antes de irse estaba reproduciendo 'Hey there Delilah'. La canción más especial para los amores de su vida. Con miedo y rabia en su cuerpo, apagó la radio y una nueva oleada de lágrimas y muchos buenos y malos recuerdos lo derrumbaron en el sofá blanco de la sala, sintiéndose miserable.

Pasó así el resto de la noche y todo el día siguiente, no, más bien el resto de toda la semana. No tenía apetito, sus ojos habían perdido cualquier vivacidad a causa de las lágrimas y el insomnio lo estaba desesperando aun más. De alguna forma, continuó yendo al trabajo, con la excusa de distraerse, pero ya ni eso podia hacer. Su rutina se volvió más insípida que antes.

Al volver a casa, se sentaba en el 'sofá del sufrimiento' y revisaba su teléfono esperando que su hija se comunicara. Casi lanzó el aparato al suelo cuando comenzó a vibrar en su mano, mostrándole un número desconocido en la pantalla.

"¿Hola?" esperaba escuchar la voz de su hija desde el otro lado de la línea, pero no fue así.

"Señor Styles, lamento mucho lo que debo decirle, pero encontramos el cuerpo de una chica un poco más allá del Tower Bridge y, según la descripción que usted nos dio, puede que sea su hija." le decía el policía Olsen, para Harry fue imposible contener un suspiro "Le enviaré la ubicación."

Después de los primeros tres días, Harry ya se había hecho la idea, pero engañarse a sí mismo le parecía mejor que aceptar la realidad.

Se dirigió al baño para lavar su rostro y borrar cualquier prueba de su llanto, cuando salió tomó las llaves de su auto y se encaminó al lugar que le indicaron por mensaje de texto.

El camino era lo suficientemente largo para que tuviera tiempo de despejar su mente, pero cualquier positividad que hubiera adquirido en ese tiempo, se esfumó cuando llegó. Lo primero que vio al bajar del auto fueron las cintas amarillas que prohibían el paso, se acercó y observó a los curiosos que estaban alrededor, muchos de ellos lo miraban con pena y eso solo lo hizo sentir peor, no quería mirar al suelo por lo que cerró los ojos por un largo rato mientras escuchaba pasos alejándose, parece que la gente captó la indirecta de que no quería que vieran la escena en la que se derrumbaría; comenzó a abrir los ojos poco a poco, primero vio unas manos blancas como la nieve; luego, en el torso una camisa blanca sin mangas se pegaba al húmedo y pequeño cuerpo, un bajo sollozo salió de sus labios cuando subió la vista al cuello que llevaba una delgada cadena con el dije de una nube descansando en sus clavículas; siguió el camino de cabello castaño desde los hombros hasta el mentón; cuando observó el rostro, se encontró con labios partidos y grisáceos, finalmente vio unos ojos miel sin nada de brillo. Harry cayó al lado de la chica, el aire escapó de sus pulmones con el impacto de sus rodillas en el suelo, pero eso no le impidió tomar una de las frías manos y apretarla entre las suyas para calentarla.

Hey There, Delilah -L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora