"Lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas"
Con el tiempo me di cuenta de que ese dicho era una absoluta farsa y que no importa tus acciones siempre habría consecuencias.
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Lo que está publicado es solo un bocado a probar porque la historia no...
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Los golpes en mi puerta eran cada vez más fuertes así que no me quedo de otra que ir a ver quién interrumpía mi sueño.
Al abrir tres cuerpos cayeron sobre mí.
—¡Mai, Mai, Mai! Conseguí los boletos y la estadía.
—¡Nos vamos a las Vegas!
—¡Nos iremos juntas!
Mis amigas me abrazaron y comenzamos a reir de la emoción.
—He soñado con esto desde que tengo memoria, no lo puede creer.
—Haremos como en las películas
Tan solo al recordar el sueño de nuestras pequeñas y pervertidas mentes adolescentes me causaba un poco de gracia.
—Encontraremos algunos chicos lindos con quién pasar la noche y nos iremos a la mañana sin decir nada, como un fuck boy de primera, bailaremos, beberemos y tendremos sexo de primera.
—Okey.. Clara, estás hablando como un hombre.
—Vamos, Mariza, deja que se divierta, después de este viaje volveremos a nuestra aburrida vida.
—Eso, Mariza, déja que me divierta —sus cejas se movían de arriba a bajo acompañadas de una sonrisa macabra.
Solté una carcajada, ¿Que haría yo sin estás tres?
—No se ustedes pero yo quiero dormir en mi único día libre, así que, se van o entran a dormir también.
—¡Entramos, entramos!
—¿Tienes la mermelada que hace tu abuela, Mai? Muero de hambre y no me vendrían mal unas tostadas.
—Si, Ara, en la heladera
—¡Mai!
—¿Si? —pregunte mientras tomaba sus galletas preferidas de la alacena.
—Te quiero.
—Aww, yo también Clara pero igualmente no te dejare llevar la mermelada.
Después de unas cuantas quejas acepto sentarse a comer, a veces me hacía sentir como si de cuidar a una niña pequeña se trataba.
Las once de la noche marcaba el reloj y ellas aún no se habían ido.
—Mai, prestanos tus pijamas y de mientras ve a comprar algo de helado, ¿Si? Por favor.
Si no fuera porque ella haría lo mismo no movería ni un solo pelo.
Deje la ropa sobre la cama, y corrí antes de que se hiciera más tarde, si bien el veinticuatro horas de la esquina a mi casa no se movía, estaba haciendo algo de frío.
Entre saludando a la perdona que atendía mientras elegía los gustos rápidamente, los chocolates preferidos de Mariza y mis papitas favoritas.
—¿Desea algo más?
—No, gracias —antes de que pudiera pagar la campanilla de la entrada sonó interrumpiendo.
—Dame una caja de cigarrillos —revoleo el dinero al dependiente.
Uh, odiaba a ese tipo de gente, arrogante, no parecía haber tomado, era más bien una mierda con aires de grandeza.
—Disculpa, pero estoy yo antes, respeta un poco ¿Quieres? —antes de que el pudiera contestarme le di vuelta la cara y pague.
Mientras más rápido hacia todo más rápido podía huir, no tenía mucha cara de bueno que digamos, ni siquiera se le veía la cara, pero la estúpida de Mai siempre tiene que ser impulsiva, solo deseaba que no me tocará ni un solo pelo.
Lo único que escuche fue una risa y a mi eso no me pareció gracioso.
—Bien, bien, te dejare hacer lo que quieras solo esta vez.
Tomé mis cosas rápido y salí de ahí sin mirarlo.
Me fijé antes de entrar a mi edificio pero nadie estaba allí, no sería bueno que un loco me siguiera hasta casa.
—Oh, tardaste —las chicas me miraban expectantes.
—¿Qué? —pregunte dejando las bolsas tiradas enfrente de la puerta.
—¿Estás bien? Pareces preocupada.
Y como no hacerlo.
—Nada, solo es que en la tienda había un tipo muy raro y me asusté, es todo, saben que soy muy miedosa y eso.
Bien..
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