Punto débil

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-¡es que no lo entiendes Steve! Ella es la ternura hecha mirada y la maldad hecha sonrisa, ¡y es una maldita!- gritó Franco frustrado.

-¿de quién hablas?- preguntó muy confundido.

-de Barbara, la nueva accionista, lleva sólo un par de semanas aquí y realmente se ha notado el cambio pero todos los empleados le temen, por si fuera poco el viejo Elizalde está interesado en ella- respondió muy molesto.

-¿por qué te molesta tanto que a Gonzalo le interese?-

-no me molesta pero...-

-niégalo pero es obvio que te gusta y por eso te molesta- lo interrumpió Steve.

Iba a responder pero fue interrumpido por el intercomunicador.

-¿de verdad ha tenido el descaro de buscarme?- cuestionaba un Franco furioso a su secretaria al otro lado del teléfono.

-s si señor, la señorita Barbara acaba de llegar y dice que le urge hablar con usted- respondió algo temerosa.

-esta bien, hazla pasar- colgó -es Bárbara- dijo ante la interrogante mirada de su acompañante.

-¿interrumpo?- preguntó Barbara asomando la cabeza por el marco de la puerta.

-para nada, pasa por favor- respondió tratando de disimular su enojo.

-hola Steve, ¿te importaría dejarme a solas con Franco un momento? Por favor-

-por su puesto que no, de hecho ya me iba-

-gracias- sonrió amablemente y Steve salió -pero qué guapo se ve enojado señor Santoro, le rezo- dijo con una coqueta sonrisa mientras se dirigía al escritorio.

-¿qué quieres Barbara?- preguntó tratando de ignorar sus últimas palabras.

-que humoor Dios, vine a proponerte algo-

-¿algo? Hace una semana me dijiste que este es un contrato mugroso que no sirve de nada, no entiendo qué haces aquí entonces-

-es que lo es, al menos para mí, pero si estoy aquí sólo es porque sé que estás interesado en Fernanda Elizalde y no te quiero cerca de ella-

-¿perdón? Yo no estoy interesado en Fernanda y si así fuera, ¿qué?-

-tú dime, porque puede que no estés interesado en ella pero ella en ti sí-

-como Gonzalo en ti, ¿te acostaste con el para conseguir el contrato?- pregunto poniéndose de pie y temiendo la respuesta.

-no acostumbro a hablar sobre mis métodos de negociación- respondió ocultando una risita, Franco estaba celoso y ella lo sabía.

-¡eres una sínica!- grito furioso.

-no me grites, mejor dime, ¿qué te tiene tan molesto guapo?- camino hasta el y comenzó a jugar con las solapas de su saco.

-¿si o no?-

-eso es algo que a ti, no debe importarte-

-pero me importa-

-¿por qué? ¿No se supone que me odias o algo así?- lo miro fíjame a los ojos esperando una respuesta.

-Barbara, eres mi punto débil, siempre lo has sido y no tienes idea de lo aterrador y emocionante que resulta, no te odio, odio el hecho de saberte con alguien más-

Después de dar esa respuesta Franco pudo sentir como un gran peso desaparecía de sus hombros, pues todo era cierto, se conocían hace años y a pesar de siempre haber llevado una rivalidad y mantenido cierta competencia en el ámbito laboral era todo lo contrario en el personal, pues había una especie de conexión sobrenatural entre ellos, se atraían físicamente y era obvio pero era mucho más complejo todavía, por años ambos se habían encargado de reprimir y "ocultar" sus verdaderos sentimientos.

-te amo-

Fue lo único que Bárbara respondió y se lanzó a besarlo, el correspondió al instante, una corriente eléctrica recorrió sus cuerpos y ambos sintieron desfallecer, habían esperado tanto ese momento que ahora no habría marcha atrás.
Era un beso lento y profundo, se separaron por falta de aire y una vez llenos sus pulmones volvieron a besarse con más pasión, Barbara quito el saco de Franco mientras el acariciaba su espalda; entonces la puerta se abrió.

-¿interrumpo?- pregunto Fernanda con los ojos rojos.

-la verdad es que sí linda- respondió Bárbara sin separarse de Franco.

-lo siento yo, yo no sabía que estaban ocupados, con permiso- salió casi corriendo tratando de ocultar sus lágrimas.

-¿en que estábamos?- le dijo Franco a Barbara subiéndola al escritorio y besando su cuello.

-aah cielo, pon seguro en la puerta- hizo caso y volvió su tarea.

Tras una faena de besos y caricias, el calor había aumentado, la ropa estorbado y la necesidad de unir sus cuerpos sobrepasado sus límites.
Sin previo aviso Franco entró en ella de una fuerte estocada, Bárbara soltó un grito descomunal pues era más grande de lo que esperaba pero aún así no tardó mucho en acostumbrarse, las embestidas de el eran rápidas y un tanto bruscas.

Barbara se sostenía con fuerza de los bordes del escritorio pues sentía que en cualquier momento la partiría por la mitad, trataba de ahogar sus gemidos mordiendo su labio inferior pero era casi imposible.

Sintió sus paredes contraerse y un líquido caliente llenando sus estómago logrando así alcanzar un intenso orgasmo, se dejó caer en el escritorio y Franco sobre ella, se quedaron así durante unos minutos tratando de regular sus respiraciones.

Franco salió de su interior y un extraño sentimiento de vacío la invadió, ¿qué pasaría ahora?
Al bajarse del escritorio una mueca de dolor apareció en su rostro y el la noto.

-¿te lastime bonita?- preguntó preocupado.

-no, estoy bien, tranquilo- sonrío tiernamente.

-¿segura? Perdón, no debí ser tan brusco-

-de verdad estoy bien y ten por seguro que cualquier dolor que esté sintiendo en este momento vale total y absolutamente la pena- dijo acomodando su ropa.

-te amo- sonrío de lado -pero, ¿qué pasará ahora con nosotros?- temía que al ella irse todo volviera a ser como antes.

-¿qué quieres que pase? Ya eres mío Santoro y no pienso dejarte ir- mirándolo fijamente a los ojos para después anudarle la corbata.

Aquí está el primer relatoo!
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