¿Que cojones está ocurriendo?

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Athenea, alta, delgada pero con curvas, cabello largo de tonos dorados, ojos almendrados color miel  y labios carnosos. Algo hiperactiva, Pasota por excelencia pero se distrae hasta con una mosca, odia el instituto y adora su tiempo libre aunque de eso tiene poco ya que tiene siempre pegado a su culo al pequeño Dustin. Hace unos años Athenea se quedó huérfana tras la inesperada muerte de su padre y desde entonces vive con la familia henderson ya que claudia henderson y el señor henderson eran los tutores legales de la loca athenea. Sé que os estaréis preguntado por su madre pero eso lo dejaremos para más adelante... Ahora sigamos.

20 de diciembre del 1983
–¿Quieres que te llevemos en el coche?–Me miró nancy entrando en el coche de steve aunque mejor dicho el chico del tupé así es como nos gustaba llamarlo siempre.
–Ni de coña pero gracias–Me aleje caminando del aparcamiento del instituto sin despedirme es que ¿por que nancy se ha tenido que fijar en ese memo? Y ¿porque a mi se me ha tenido que estropear la bici? Todo son cosas malas menos que hoy era el último día  de clases ya que comenzaban las vacaciones de navidad  y eso no me lo podría estropear nadie porque hoy tocaba sesión de películas navideñas, galletas, chocolate caliente y mantas. Se me ha quedado esa costumbre debido a que mi padre siempre solía tenerme entretenida las vacaciones de navidad poniéndome películas navideñas, el no tenia nunca mucho tiempo libre para mi, siempre estaba ocupado con sus asuntos.

Para volver a casa desde el instituto tenía que andar bastante ya que la casa de los henderson estaba bastante alejada y lo peor de todo es que habría que atravesar pequeños tramos del bosque para llegar a ella así que sin más me puse mis auriculares y seguí con mi caminata la cual se me estaba haciendo muy aburrida sin mi pequeño Dustin pero hoy le tocaba torneo de d&d, un juego de frikis en el que él y sus pequeños amigos jugaban acompañados de el más grandioso friki de todos, Eddie munson. No me mal interpretéis, amo a esos frikis con todo mi corazón ya que son el motivo de que pueda sonreír, reírme y tener buenos ratos pero eso no quita que sean unos frikis a nivel DIOS.

En mis auriculares estaba sonando el grandísimo bryan adams con heaven, esta canción despertaba cada sentido de mi cuerpo pero algo no me dejaba disfrutarlo y lo que no me dejaba disfrutarlo era sentir como si me estuvieran observando constantemente así que decidí parar de caminar en ese preciso momento.

–¿Quien diablos está ahí?–Agarre una piedra para tirarla más allá de los árboles y la tire con todas mis fuerzas ya que estaba algo histérica pero la piedra volvió hacia mi dándome en la ceja y haciendo que cayera sangre de ella tras el golpe. Después de eso vi como unos pies descalzos se acercaban a mi, fui subiendo mi mirada poco a poco y me encontré con una niña con cara de loca, sangre en la nariz y con pintas de haber estado en un manicomio. No sé si sabrá leer la mente pero esta niña tiene cara de tener muy pocos amigos.

–¿Estas loca o que te ocurre niña?–Le dije con un tono de asco ya que me había dolido el golpe con la piedra pero más allá de eso sentí como comenzaba a elevarme del suelo  A ELEVARME DEL MALDITO SUELO. después de eso solo noté un gran golpe en mi espalda ya que me había estampado contra un árbol ¿esta chica era un marciano de martes?
–p-p-perdon–Se acercó a mi con una expresión en la cara la cual le hacía parecer una persona completamente distinta a la de hace un segundo.
–No me toques, no sé quién eres o que mierda eres pero no me toques–Dije dolorida del gran golpe
–Yo no quería, yo solo, yo... -intentaba hablar pero le costaba mucho pronunciar palabra y eso hacía que se me despertara una gran curiosidad por esa chica. Parecía tan indefensa ahora...
–¿De donde has escapado? ¿De que centro?–me levanté poniendo mi mano en la espalda y guardando distancias con este ser de otro mundo.
–De papá, de la gente mala, no se donde ir-miraba sus manos aguantando las ganas de llorar y sí, definitivamente no iba a dejarla sola, esta chica o lo que fuera necesitaba ayuda y yo iba a dársela.
–mira yo te ayudo y te llevo a un lugar seguro con unas condiciones, la primera es que me cuentes todo bien claro porque me está costando asimilar todo esto y la segunda es que ni se te ocurra lanzarme ni una vez más por los aires bueno y una tercera condición es que me digas algo... ¿eres un aliens? Es que siempre he creído en ellos. –mire a la chica y le puse una mano en su espalda para hacerla sentir algo mejor aunque no creo que estuviera funcionando porque parecía como si estuviera acariciando al gato de la señora Henderson. La chica misteriosa me miro algo extrañada y asintió con la cabeza. ¿Abriría la boca para contarme su historia?

The darkest little city called HawkinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora