SUKHA ❀ Minchan [✓]

5. Cuando se vivía en armonía

Christopher no sabía qué era peor, morir ahogado o de hipotermia, cualquiera se la tenía bien merecida. Le dijeron que no debía arriesgarse, que la curiosidad mataba al gato, para muchos al menos vale la pena, pero él solo era uno estúpido porque no esperaba que algo diferente hubiese salido de haberle dado la mano a Minho.

Caer al agua helada de Nordkapp fue como si miles de agujas se enterraran en su cuerpo, en ese momento agradeció empezar a perder oxígeno porque no quería pasar más tiempo con esa sensación de entumecimiento corporal que lo torturaba, sin embargo, Minho se acercó hasta juntar sus labios y en ese suave contacto, sopló con calma hasta que Chris sintió como si algo de aire pasara por su cuerpo y finalmente, el dolor se fue, pero él no estaba muerto. Su vista empezó a tornarse más clara y con miedo, casi por instinto, empezó a respirar solo para darse cuenta que podía hacerlo como si fuera una persona de agua. El alivio recorrió su cuerpo que permanecía estático ante el miedo que generó aquello que sintió cercano a la muerte.

Minho se separó y le dedicó una sonrisa, señalando su propio cuello con una mano que Chris entendió como una señal de algo en él mismo, así que llevó su diestra hacia su cuello y entonces lo notó, tenía branquias. Pero no por eso era mejor nadador así que intentó no separar su mano de la de Minho.

— No es permanente, descuida —habló el chico, como si fuera capaz de leer su mente—, pero no me molesta pasarte oxígeno cada que empiece a pasar el efecto.

Las mejillas del castaño se tornaron rojas, más al contraste de su piel ya pálida ahora más blanca bajo el agua, cosa que hizo reír a Minho, quien se dió vuelta llevando las manos de Chris hacia su cintura de modo que lo abrazara como si fueran uno.

— No te sueltes.

Murmuró y lo siguiente que pudo sentir fue como se abrían paso entre el agua a gran velocidad. Chris sintió que sus manos se soltarían en cualquier momento pero luchó porque no fuera así, odiaría quedar en cualquier parte del océano perdido. Por su parte, Minho estaba muy feliz, nunca había tenido compañía en el mar además de su familia, estaba tan entusiasmado de compartir un poco de su mundo. Así que empezó a reducir el ritmo de su nado en cuanto se empezaron a acercar al arrecife. El agua dejó de ser oscura y en su lugar, el color intenso de los corales y los pocos peces que iban por ahí se hizo presente, la luz filtrándose del sol sobre la poca profundidad del agua hacía que pareciera el agua más limpia que había visto alguna vez, como si no hubiera nada ahí, pero sabía que era lo contrario porque Minho estaba a su lado.

Minho nadó hasta acercarse a un sitio donde había peces y corales, Chan por instinto estiró un poco su mano hacia donde uno amarillo nadaba muy cerca, claro, no lo tomó, apenas se acercó lo suficiente el pez se fue a gran velocidad haciendo que ambos chicos rieran.

— Esto es muy hermoso —habló Chris.

— Lo es, pero no te dejes seducir por la belleza, porque no todo lo es. Tal como en tu mundo, aquí hay peligros, solo que aquí sabes en qué zonas está, mientras que allá arriba, es un misterio.

Chris se sintió extrañamente avergonzado, pero no era una vergüenza común, en ese momento le apenaba ser un humano, porque Minho se veía afligido hablando de ello y no era tan tonto para no saber que se refería al tema de la muerte de su gente, pues Felix mismo le había dicho que un tiempo la caza fue común, lo inundaban las ganas de preguntarle a Minho si fue testigo de ello pero sabía que no era prudente. Entonces Minho empezó a nadar con calma hasta la superficie, apenas permitiendo que sus cabezas salieran del agua y Chris supo al momento que se habían alejado lo suficiente de Nordkapp, porque algo tan precioso no sobreviviría cerca de las personas, pues hectáreas de pasto y árboles eran lo único que podía ver cubriendo las montañas. Christopher quedó maravillado con lo que veía y escuchaba, un sonido peculiar, el del silencio. Y no es que fuera un tonto, era consciente de que el silencio no hacía ruido, pero era una especie de silencio especial, porque en medio de todo eso solo podía escuchar de forma suave el sonido de algunas hojas moverse, unas ramas crujir por algún pequeño animal paseando por ahí y las olas del mar colisionando en la orilla.