𝐄𝐥 𝐒𝐢𝐫𝐯𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐃𝐞𝐥 𝐌𝐚𝐥

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Siempre he sentido que soy un personaje secundario en mi vida. Nunca me he sentido parte de la historia principal, en ningún momento tendria el papel principal, si no más bien, sería un extra.

Lo he sentido desde que soy una niña.

Naci bajo el cielo azul de mi ciudad, las campanas sonaron ese día con bastante alegría. Era la gemela de un par de niños que dio a luz la reina de aquel entonces, pero fue esa misma familia la que me separó de mi hermano.

El futuro de los dos, la codicia dividió..

Eso no solo marcó mi vida, la decidió por completo. ¿Acaso era necesario tener que separarnos? ¡No! Pero así lo decidieron nuestros padres, mandándome lejos con otra familia mientras mi hermano lloraba e intentaba hacer algo para detener el carruaje en el que me metieron.

Pero no lo logro.

Solo teníamos 5 años..

Y eso no me detuvo. Solo hice lo único que podía hacer con 5 años de edad; ponerme a llorar con fuerza.

Mi nueva madre trató de consolarme, pasó sus delgados brazos por detrás de mí espalda y me subió a su regazo, pero yo seguí llorando hasta que vi ni un solo rastro de civilización por la ventana. Fue así que alce la vista a mi alrededor y me di cuenta que mis padres parecían ser de fuera de la ciudad, más bien de la clase baja.

Cuando llegue a mi nuevo hogar, lo confirme. Mi nueva casa era muy humilde, con apenas dos pisos de altura y un techo que apenas soportaria. Me mostraron mi cuarto y cuando estuve sola en el, me encerré por completo.

Los días siguientes recuerdo que hubo mucho movimiento del otro lado de mi puerta, papá me gritaba que saliera y mamá intentaba hablar conmigo con calma. Pasaron tres días para que me atreviera a salir de mi cuarto, y solo fue porque ya no soportaba la sed y el hambre, lo cual era sorprendente para alguien de mi edad.

Fue ahí que me di cuenta de el gran plato de comida que había a los pies de mi puerta, junto con un gran vaso de jugo.

Comí como si no hubiera un mañana y mire alrededor. La nueva casa, los nuevos colores y el nuevo paisaje que podría ver.

Fue ahí cuando me di cuenta que mis problemas estaban lejos de terminarse, pero que yo tenía sobre mis manos la oportunidad de poder volver con mi hermano.

Solo así me atreví a pisar más allá de mi habitación, a conocer a mi nueva familia y el lugar que me rodeaba. Mis nuevos padres se ganaban la vida en una granja, yo aprendí de todo con ellos, incluso me enseñaron a defenderme.

En realidad, me dieron todo lo que pudieron. Me enseñaron a leer, escribir e incluso cocinar. A palabras de mi madre "todo lo que una señorita debe saber". Pero mi padre era diferente, él me enseñó más a pelear y como ganar sucio.

-Se tiene la mala imagen que las niñas no pueden defenderse.-Fue lo que me dijo cuando comenzó a enseñarme como golpear.-Pero yo no quiero que te pase nada, entonces practicaremos.

A los 10 años ya sabia como romper un cuello.

La verdad, eran muy buenas personas.

Por otro lado, el periódico solía llegar con dos días de retraso a nuestro hogar. Gracias a él podía mantenerme actualizada.

Merlin, mi hermano gemelo, se había vuelto toda una sensación como el príncipe de la nación y cualquier rastro de que tenía una hermana había sido enterrado. Aveces tenía la esperanza de ver algo sobre mi pero jamás me mencionaban.

-¿Aún sigues leyendo el periódico?-Mamá me preguntó esa vez.-¿Que es lo que te interesa?

Mi verdadera familia, mi hermano, la persona de la que me separaron.

.♬•𝐏𝐥𝐚𝐲𝐥𝐢𝐬𝐭•♫•.ᴹᵉʳˡíⁿ ˣ ᴸᵉᶜᵗᵒʳᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora