◆única parte◆

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El grabado en la piedra permanecía notable, sin embargo, el paso del tiempo había hecho su trabajo marcando desgaste en toda la lapida.

Minho llevaba incontables minutos delante de ella, había pasado tanto tiempo ahí que no se dio cuenta que la lluvia le estaba empezando a empapar la ropa. tampoco le importaba que ya era de noche y que las estrellas eran invisibles en el cielo. que mas da ese tipo de cosas cuando esta enfrente de la tumba de la que algún día fue tu madre.

-Mírame mamá, me estoy mojando por ti- dijo entre sollozos, sonriendo a medias. las lagrimas de mezclaban con la lluvia que caía en su rostro- probablemente me regañarías si llego a pescar un resfriado por estar en medio de la lluvia.

Al despedirse se su madre, dejó las flores que había tenido todo ese tiempo en sus manos sobre la tumba y camino hacia la salida.

Al dirigirse a la puerta de barrotes, se detuvo a observar como el cementerio estaba completamente vacío.

Una vez estando afuera, pudo distinguir una silueta parada a lo lejos. extrañado por completo, entrecerró los ojos un poco para observar al que parecía ser un chico pelinegro sentado en una banca. llevaba un paraguas y era lo suficientemente pálido como parecer transparente. Minho podía jurar que su piel se erizo luego de que un escalofrió recorriera su columna . todo estaba completamente oscuro, por lo que no consiguió ver bien su rostro.

«Tal vez necesita ayuda, no creo que sea una mala persona» pensó.

-¡Hey!- grito Minho en dirección a ese desconocido-¿Qué haces aquí solo en la lluvia?

-Podría preguntarte exactamente lo mismo, ¿no crees?- respondió el pelinegro

-Quizás tengas razón. ¿Te diriges a casa ahora?- pregunto Minho con curiosidad.

- No exactamente, debía esperar a un amigo que iba a venir por mi, pero tuvo un inconveniente y me dejo aquí plantado. no se si tomar un taxi o irme a casa caminando.

-Si te parece bien yo puedo llevarte, no puedo permitirme dejarte solo caminando bajo este aguacero con el riesgo de que te pueda secuestrar un taxista por lo tarde que es.-sugirió Minho

-Me parece que ves demasiadas películas, ¿o no? siguiendo la misma lógica, ¿Cómo se que tu no eres como esos taxistas que dices y me quieres secuestrar porque te parecí bonito y vulnerable al estar aquí solo?- bromeo el pelinegro, Minho rio por lo bajo, tenia un buen sentido del humor- pero bueno, si me lo ofreces con tanta amabilidad tampoco voy a negarme. prefiero que me secuestre un extraño que le llora a su madre a la media noche antes que a un taxista asesino.

Dada por terminada la conversación, se dirigieron al coche del castaño. el aún desconocido seguía a Minho mientras este soltaba bromas sobre secuestrarlo.

Llegaron al vehículo y se adentraron en el, sentándose ambos en los asientos delanteros. las luces del automóvil automáticamente comenzaron a iluminar e pequeño espacio. Minho sabia perfectamente que el impulso de ofrecerse llevar en su auto a un desconocido a esas horas podría no haber sido lo correcto, al estar el lugar iluminado completamente, ambos se chicos se miraron mutuamente. Minho juraba que al ver ese rostro una extraña sensación de familiaridad que lo inundo por completo, se detuvo a observar por unos segundos aquellos ojos cafés que transmitía una inocencia y vivacidad digna de un joven como el, soltó un suspiro sin alejarse se su mirada, había quedado completamente cautivado con ella.

En ese momento podía asegurar que los ojos de es chico le hicieron sentir una tranquilidad inexplicable.

-Me gusta tu cabello.- soltó el pelinegro para cortar el ese silencio que se formo entre ellos.

-Gracias, ¿sabes algo? tus ojos son preciosos- los dos chicos de sonrieron mutuamente- a propósito, ¿Cuál es tu nombre? si he accedido a llevar a un desconocido a casa, al menos tengo derecho a saber tu nombre

Minho por alguna razón que desconocía se sentía emocionado al igual que nervioso.

-Jeongin, yang jeongin. ¿puedo saber el tuyo, niño bonito?

«¿jeongin?¿Ese yang jeongin?»

Minho se paralizo, su corazón comenzó a latir muy rápido, sus ojos picaban y las lagrimas amenazaban con salir.

-Hey, ¿por qué no contest-...

El castaño lo interrumpió abrazándolo, dando a conocer en ese momento lo mucho que lo había extrañado, haciendo que el pelinegro lograra sentir la ansiedad del menor por estar junto a la primera persona que amo en su vida

Jeongin correspondió al abrazo, como si aquello fuese a ser el ultimo que que haría en su vida.

-yo también te extrañe, conejito- dijo soltando una pequeña risa, sintiéndose enternecido ante la reacción del castaño.

El trayecto era bastante largo, no obstante, las horas pasaban volando cuando estaban juntos. se pusieron al día de lo que habías sido de sus vidas después de que el mayor se fuera, expresaron lo mucho que se había extrañado y recordaron momentos que nunca se borraran de sus corazones. Al llegar a la casa del castaño, Minho y jeongin se miraron por ultima vez, miradas que demostraban el amor que aún guardaban.

Sus cuerpos se iban acercando lentamente, acortando la distancia que había entre ellos cada vez mas hasta el punto de que la respiración del otro chocaba contra su rostro. El menor termino acortando la distancia que los separaba, uniendo sus labios, pudo sentir de nuevo el amor que se vio obligado a reprimir desde pequeño y que llevaba escondido bastante tiempo.

En ese tiempo, decidieron creer que sus caminos estaban unidos por el destino, y aunque pasaran los años, su amor seguía siendo puro e inocente como fue en un inicio.

Cuando se separaron para poder recuperar el aire, jeongin sonrió.

-Toma, espere tantos años para poder devolvértela- el rubio le extendió una cadenita de plata que a lo lejos, Minho recordaba haberla roto mientras jugaban una tarde, pero ahora estaba completa-. Creo que debes ir a casa ahora antes de que se te haga mas tarde. ¡Visítame pronto conejito, ¿está bien?!- Minho observo como el pelinegro de bajaba del auto y corría hasta adentrarse en su hogar.

Mientras conducía en dirección a su propia casa, Minho no podía dejar de pensar en lo enamorado que seguía del pelinegro, creyendo que la distancia y el tiempo nunca habían sido un impedimento para volver a cruzarse en el camino del otro.

Nunca apreció otros ojos que no fueran los del menor, sus labios seguían sintiéndose suaves y cálidos, aquellos labios que con solo una leve roce contra los suyos podía sentirse que le curaban de todo mal y quería hacerse la idea de que cada una de sus sonrisas le seguían perteneciendo a el.

Al estacionarse frente a su casa, se percato de que jeongin dejo su paraguas en el asiento del copiloto. Pensó en devolvérselo al día siguiente y así tener una excusa para verlo de nuevo.

Después de ponerse su pijama y dejar la ropa mojada en el cesto de ropa sucia, se tiro sobre la cama y soltó una risa tonta al aire.

-Sigo sin poder creer que acaba de suceder, ¿Cómo es posible que siga amándolo como la primera vez después de tanto tiempo?- sintiendo un cosquilleo en su estomago, apago las luces y se envolvió entre las sabanas, esperando poder conciliar el sueño.

{don't go}∆[MinJeong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora