III: Cookies.

2 0 0
                                    

Beep. Beep. Beep.

Los ojos de YoonGi se abrieron inmediatamente y se levantó bruscamente. Su pecho subía y bajaba agitado, más se sentía antinatural. Movió un poco su cuello para mirarse al espejo y sintió un ardor en él.

En cuanto su mirada chocó con su reflejo, se paralizó.

Su piel estaba pálida, unos subtonos morados adornaban sus facciones y su cabello rubio ahora era gris.

Un grito salió de su garganta seca, grito que rápidamente fue callado por su madre.

—¡Ey! ¡Yoonie, por una mierda! ¡No grites! —se quejó desde la cocina y YoonGi sólo se mantuvo en silencio—. Ya que estás despierto, baja.

YoonGi, desorientado y confundido por su radical cambio de look, se fue entre tropezones a su baño sin responder a su mamá. Estando dentro, se miró en el gran espejo de nuevo, afirmandose que no podía ser posible que se viera así.

—Estoy alucinando, estoy alucinando —se susurró intentando calmarse, pero lavó su cara con agua helada y seguía viéndose igual, e incluso vio una marca en su cuello similar a la de una mordida—. No, no, no, no, no —sollozó. Algo había pasado y el pequeño estaba seguro de que tenía algo que ver con TaeHyung.

Salió del pequeño espacio y regresó a su habitación con pesar en sus facciones para cambiarse casi mecánicamente. Minutos después, bajó a la planta baja de su casa vestido con una camisa —casi—, negra de manga larga con cuello alto para cubrir la marca que tenía en el cuello; unos pantalones azul oscuro de una de sus pijamas; y un suéter navideño para ocultar su cabello.

—Joder, YoonGi —se quejó su progenitora—. Estuve cómo pinche mil minutos esperando a que respondieras. ¿Tanto te costaba decir un 'Ya voy mami chula, dame un segundo'? —bufó molesta—. Te estas quedando sordo por escuchar tanto malandro vagabundo a todo volumen con los audífonos. Ya te dije que esa música no es para pequeños cómo tú —regaño.

YoonGi a duras penas escuchó su nombre, estaba sintiéndose fuera de sí, cómo si estuviera ahí sin realmente estarlo. Paro para no ignorar a su mamá y que lo regañaran, asintió, cuando su atención en realidad estaba centrada entre las delgadas grietas del piso de madera que le recordaban a algo.

—Bien —coloco sus manos en sus caderas con una sonrisa orgullosa—. Mas te vale que no vuelvas a dejarme en visto, maldito mocoso miado —amenazó juguetona—. Ve con tus primos a comer a la sala y despierta a tu abuela. Tus hermanas siguen dormidas, por favor no olvides llevarles sus pastillas para el dolor de cabeza . Asegurate de... —las palabras dejaron de entrar por sus oídos y solo pudo observar con detenimiento la figura que se movía debajo de cada tablón de madera.

La criatura era gigantesca, de pelaje negro y tenía unos ojos hipnotizantes al igual que sus colmillos.

—Sus ojos... —susurro YoonGi, dándose cuenta de la gran exhalación que dió y cómo aunque no estaba respirando, no sentía algún cambio en su cuerpo que indicara que estaba muriendo. Fue ahí cuando por primera vez en la mañana colocó su mano sobre su pecho y pudo sentir cómo nada se movía.

Exaltado, el pobre peligris continuó mirando a la criatura con los ojos bien abiertos. Y justo cuando creyó que desapareció en la oscuridad, saltó a través de la madera en forma de humo sobre él; por inercia grito al sentir cómo esa criatura que en realidad era un lobo, uno bastante grande y aterrador, caía sobre él y se adentraba en su cuerpo. Su pequeña anatomía no aguanto el susto y cayó de sentón al suelo, haciendo que la gorra de su suéter dejará de cubrir su cabeza y preocupara a su madre que ya estaba contándole sobre sus nuevos vecinos y un poco de chisme.

—¡Yoonie! —exclamó atrapando su atención al agacharse y tocar sus mejillas que para su sorpresa estaban heladas—. ¿Estás bien, cariño? ¿Qué pasó? Estás congelado.

—S-sí, solo creí ver una cucaracha —mintió rápidamente.

—Oh, esta bi...—un silencio se apoderó de ella al ver la cabellera de Yoongi—. ¡Dios santo! ¿Qué diablos te hiciste en el cabello? —pregunto frenética con su cabello castaño despeinandose fuera de su coleta—. ¡Hoy viene tu otra abuela y toda la familia de tu papá! Tremenda regañada la que nos darán si te ven así —dejó caer sus hombros luego de fruncir el entrecejo—. ¡Aghh! —gruño levantandose.

—Umm, ¿Y si lo cubro con el gorrito que me dió Jiminnie? —pregunto tragando duro.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 04, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora